Capítulo 19

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Releía por cuarta vez el documento que tenía en mis manos, últimamente estar encerrada trabajando en mi oficina había estado funcionando perfectamente, pero precisamente hoy me era realmente difícil concentrarme, no podía dejar de pensar en lo que le pasaba a Alejandro y entre más vueltas le daba al asunto peor me sentía.

Apenas pude dormir durante la noche, luego de la pesada conversación de anoche él desapareció de mi vista y no se ha dignado ni siquiera a llamarme. Pero me ha quedado bastante claro que se ha pasado la mañana llamando incontables veces a Max para saber de mí, es ridículo, toda esta situación es ridícula, no puede ser que un encuentro con su madre lo tenga así.

Deje caer mis manos con brusquedad sobre mi escritorio, descargando mi frustración en la inerte hoja de papel, tomé mi bolígrafo y firme el documento de una vez. Me recosté sobre mi silla y me di media vuelta para mirar el paisaje citadino detrás de mí y ver si por un minuto, podía mantener mi mente en blanco.

Estaba empezando a distraerme mientras observaba a los hombres que limpiaban las ventanas del edificio de enfrente cuando el teléfono fijo de la oficina empezó a sonar, di media vuelta y alcé la bocina sin más...

— La señorita Erica la espera para salir a comer, ¿Qué le digo esta vez? — fruncí el ceño arrepentida de haber respondido, estos últimos días me la he pasado evadiendo a Erica para evitar esa serie de preguntas que no tenía idea de cómo responder

— Dile que tengo un reunión fuera Ana, discúlpame con ella por favor...— colgué el teléfono llena de culpa, preguntándome qué demonios era lo que estaba haciendo y sumamente ansiosa por terminar este día en la oficina...







Samanta no ha vuelto a poner un pie en la casa desde la tarde en la que discutimos, tampoco he intentado localizarla pero Erica si, y no estoy seguro de sentirme furioso o angustiado cuando me cuenta la nueva excusa que le da su asistente para evitarla, y hoy no ha sido la excepción. Lo más difícil de todo esto es mantener calmada a mi esposa, sobre todo en la condición en la que se encuentra ahora. Sabemos que no está bien, sabemos que algo le sucede y yo estoy seguro que tiene todo que ver con Alejandro.

Puede que sea inútil querer encontrarle tres pies a un gato, pero es que hay algo en él que no termina de gustarme y es que, pienso en tantas cosas que probablemente me estoy volviendo paranoico. Y lo que me frustra aún más es que en cuanto surge una mínima sospecha que me pueda dar algún indicio, esta se desvanece como humo.

Guardo mi teléfono en mi saco para salir de mi oficina y dirigirme a la sala de juntas, presiono con molestia el puente de mi nariz en un intento fallido por relajarme, no estoy seguro de si podré dar mi presentación como debe ser. Tomo el paquete de documentos con la información para mi reunión y me llevo un buen susto cuando el teléfono de la oficina suena abruptamente frente a mí.

— Diga...— respondo

— Hay un abogado que desea hablar con usted Señor, dice que es importante...— escuchó la aguda voz del otro lado de la línea un tanto confundido ¿Qué es lo que quiere un abogado conmigo? Me pregunto y miro de reojo el reloj en la pared

— Dile que pase, tengo unos minutos antes de entrar a la reunión...— le indico a la recepcionista

— Muy bien Señor, lo envió ahora a su oficina...— responde la chica con profesionalismo

— Gracias...— termino la llamada enseguida y tomo asiento para esperar al individuo

La puerta se abre dejando entrar a un joven muy bien vestido y extrañamente familiar que observa admirado cada rincón de mi oficina...

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora