La mente con realismo

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Cuanto más tiempo pasa, menos entiendo el comportamiento del ser humano, tan selectivo, impredecible, aleatorio; qué le pasa por la cabeza a la hora de responder, hacer o dejar de hacer algo.

Cuando un hecho está plantado ante ti, sin etiquetas, ese es el instante en donde parece que la mente es limitada, tanto como para no deducir qué es o no verdad, qué es o no lo que estás buscando sentir o provocar. Y no, en verdad la mente no es limitada, al contrario, se trata de algo bastante abierto, el problema es que somos nosotros los que no queremos entender, los que nos engañamos creyendo que realmente​ tenemos razón, cuando no es así. Somos nuestras propias barreras, creyendo protegernos y acabando dañando al prójimo en el proceso.

No entiendo cuando alguien sabe que ha hecho algo mal, y no se disculpa; o al menos, cuando la otra persona se acerca, no siente ni un mínimo de remordimiento. No comprendo qué tienen por sentido común aquellos que no se dan por aludidos o no captan las indirectas, cuando los hechos están ahí y los inculpan de un modo u otro, cuando todo el mundo sabe que son los culpables y ni ellos mismos lo aceptan; cuando parece que no saben reconocerse ni reconocerlo.

La cuestión y la gran incógnita o incoherencia, está en que la mayoría de las personas desconfían o se sienten identificadas con algunas acusaciones, cuando éstas ni siquiera fueron dirigidas a ellos. ¿Y los otros qué? ¿Y qué hay de la empatía? Colocándote en el lugar de la otra persona, sintiendo y viendo aquello que otras personas no serían capaces.

Con lo fácil que es faltarle al respeto a alguien a través de las palabras, y qué difícil parece ser disculparse mediante ellas; no será por la escasez de vocabulario para decir "lo siento"; o simplemente demostrarlo. Tampoco tiene sentido que una persona se queje de algo, y acabe cayendo en su mismo error, cuando no se les aplica el “En casa del herrero, cuchillo de palo”, porque antes de criticar, debes mirarte fijamente al espejo y analizarte. Es tan fácil hablar, quejarse, exigir; y tan difícil devolver una mísera, simple palabra pidiendo disculpas. ¿Dónde está la lógica, la justicia? Porque siempre se nos enseña que el bien siempre triunfa, pero es tan agotador e indignante ver cada día que esto no es así, saber que hemos vivido engañados los primeros años de nuestra vida, esa época donde deberíamos haber sido muy felices; es complicado ver cómo toda esa cortina que lo tapaba todo, adornada con flores y purpurina, va cayéndose y llevándose con ella unos buenos momentos a los que ahora les pones el punto de realismo que faltaba, y comienzas a sufrirlo, a sentirte culpable por sonreír cuando los otros lloraban en las sombras.

Qué punto de vista tan dramático, lo sé, pero es así.

¿Por qué el ser humano es tan ilógico, inesperado, impulsivo, aleatorio, limitado, terco, orgulloso, selectivo, racional e irracional? Y podría poner muchísimos más adjetivos, seguramente casi todos los de un diccionario, porque de un modo u otro, las palabras comenzaron con nosotros, y si no sabemos definirnos, cómo podremos definir al resto.

Y esta soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora