Dicen que el amor de tu vida es el que llega en total tranquilidad. Pero, no señores. Yo opino que el amor de tu vida es el que llega y pone tu vida patas arriba; que al momento de mirarlo quieras besarlo y abrazarlo, pero en otro momento quieras golpearlo. Si, lo sé, creo que esto sería un amor mapache en lugar de lobuno
Entramos en la mansión todavía en nuestra forma lobuna, y nos dirigimos a la última habitación, que se encontraba en la tercera planta. Esa era mi habitación. Hace muchos años el padre de Kai descubrió que se le podía implementar el "polvo de los sentimientos" a las paredes, entonces con ello podría no estar tranquilo y no se externaría nada de la habitación.
Si dos mates querían procrearse, la habitación no haría ningún sonido, no se escucharía nada. Pero si en algún momento una persona llegara y quisiera asesinar a otra, estaría peor que las vecinas de la cuadra. Diría el nombre de la persona que quiere asesinar y pondría cuatro paredes alrededor de ella como un ratón. Es así como una súper casa, o una casa viviente. Lo que sea.
Al llegar a mi habitación, volvimos a nuestra forma humana. Entramos, Simba se acerco a mí apegándome a la puerta para ponerle cerrojo. La mitad de su rostro se podía apreciar muy levemente por la delicada luz que nos proporcionaba la luna. Piel con piel hacia que nuestro momento de aparearnos se intensificara. Este sería nuestro momento. No solo podría darse la ocasión que pudiera tener su cachorro, si no que tendríamos que marcarnos.
Lentamente iba depositando besos; en mi frente, en mi entrecejo, mis dos parpados, mi nariz, mi mentón, hasta llegar a mis labios. Lentamente nos íbamos saboreando, entrelace mis brazos en su nuca apegándolo más a mí. Nuestros labios estaban en una dulce guerra, demostrándonos el compromiso que queríamos adquirir con el otro.
Me alzo haciendo que enredara mis piernas en su cintura, soltando un pequeño gemido al sentir su miembro rozar. Eso hizo que su dulzura se esfumara y me llevara hambriento a la cama. Sus manos recorrían mi cuerpo delicadamente y a la vez posesivo, dejando en claro quién era su dueño. Sus labios no se apartaban del hueco de mi cuello y parte de mi clavícula.
Su lengua paseaba por todo aquello, dejando uno que otro beso, sentí que se detuvo y gruñí.
- ¿Estás segura de esto? – se posiciono arriba de mi, sosteniendo su cuerpo por sus antebrazos y apartando algunos mechones de cabello que estaban a la mitad de mi rostro
- No puedo negar que siento algo de miedo – se bajo de mi y se recostó cubriéndose los ojos, me puse encima de él ahora yo, y fui depositando pequeños besos desde su mentón hasta su cuello- Te quiero, Simba. Y te amare. Porque siento que esa maldita chispa está creciendo en mí cada vez que estamos juntos, cada vez que sales con tus estupideces, las amo. Te amo con cada cosa que haces, cuando empiezas a inflar los cachetes cuando observas comer a Cristy por las expresiones de ella, cuando empiezas a gruñirle hasta a la mosca porque paso por al lado mío. Si llegara un momento en el que te empezaras a odiar, yo te amaría incondicionalmente hasta que vuelvas a amarte.
Se quito el brazo de sus ojos y pude volver a apreciarle totalmente
- Quiero dormir contigo. Y no me refiero al sexo, hablo de acostarme a tu lado, abrazarte, percibirte, sentir tus pies, tus muslos, acariciarte despacito y escuchar tu respiración; ver tus gestos, tus cejas, tus labios, tu cuello, tu cabello, todo. Y cuando todo esté en silencio, susurrar tu nombre para así saber que te has dormido. Quiero hacerlo y sentirme la persona mas afortunada de todas cuando abra los ojos y seas tú lo primero que vea, lo primero que respire y lo primero que ame cada mañana. Quiero dejar de soñarte y empezar a dormir contigo, por la eternidad que nos cubra. – todo lo había dicho en un hilo de voz, haciendo que mas lagrimas se acumularan en mis ojos
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Agatha. La Alpha Suprema
WerewolfMi vista se encontraba nublada. Cataratas corrían de mis ojos hacia mis mejillas, bajando un poco más, algunas deteniéndose en mi boca y dándome un sabor salado, algunas pasaban de largo y caían sobre mi diminuto regazo. Mi pecho subía y bajaba rápi...