Abrí de golpe mis ojos, pero de la misma manera en que los abrí los cerré nuevamente ya que la luz que entraba por la ventana de la habitación me encandilaba mi vista. Me tape con mi antebrazo derecho mis ojos y gruñí.
- Al fin despiertas, mi niña - escuche a mi costado izquierdo y una mano cálida tomo la mía que parecía que estaba muerta
- ¿Qué me paso? - mire a mi madre luego de que mis ojos se adaptaran a la luz
- Tuviste un accidente, Elena, Damon y tú estaban en la feria y dijeron que de pronto dijiste que te sentías mal, trataron de llevarte al auto pero dicen que te pusiste histérica y que no los reconocías. - las palabras se le atoraban en la garganta por las lagrimas que nuevamente bajaban por su rostro, le apreté de la mano para que se tranquilizara y le sonreí de lado.
- Saliste corriendo luego de eso, y para mala suerte un carro iba pasando y te atropello lanzándote algo lejos - Damon me veía con preocupación en sus ojos, a su lado se encontraba su novia y mi mejor amiga
- ¿Cuánto tiempo tengo dormida? - Elena me ayudo poco a poco a incorporarme y pegar mi espalda al respaldo - Gracias
- No hay de que, buga. Tienes tres días desde el incidente. Tu mellizo a estado como loco, y ni se diga de mi hermano, aunque no quiera confesar que te ama lo hace - me sonrió burlona a lo que inmediatamente le regañe con la mirada
La puerta se abrió estrepitosamente dejándome ver a Hunter, Mike y Dan, el ultimo ya harto de que los dos primeros solamente estaban estorbando en la puerta, agarro vuelo y les empujo haciendo que se cayeran de bruces. Menos Dan que quedo casi de pie gracias a su hermana.
Solté una carcajada por las barbillas rojas de Hunter y Mike, para que Dan luego empujara a su hermana hacia su novio, Damon. Y venir rápidamente a tomarme de la mano y mirarme como solo él sabía hacerlo.
- ¿Te duele algo? - acaricio mi rostro haciendo que cerrara los ojos por su suave tacto, para luego sentir su frente contra la mía.
- Fuera manos Blake, que estoy presente muchachito irrespetuoso. - comento mi padre con su ronca e imponente voz
- Lo lamento, señor - tartamudeo y se alejo solo unos pocos centímetros de mí
- Te darán de alta hoy, hija. Tu tío Stephen a estado viniendo a verte- me comento con una sonrisa cálida en sus labios
Y con aquellas palabras, fue como si me clavaran un clavo en la cabeza, o como si con el martillo me hubieran golpeado. Me solté bruscamente de Dean para tomarme mi cabeza y hacerme para en frente
<< Aunque estés en una dimensión diferente, seguiré aquí. Pero debes darte prisa o moriré dentro de ti. Necesitamos regresar a nuestra dimensión>>
Luego de ello ya no me dolía la cabeza. Pero, ¿Dimensión? ¿Qué era aquella voz? ¿Quién está dentro de mí que puede morir? Todos me miraban con preocupación saliendo por sus poros, les sonreí levemente para tranquilizarles y más o menos funciono.
Eran las cinco de la tarde y ya me habían dado el alta, solamente tenia que usar un yeso en mi brazo izquierdo por un mes y estarme curando las heridas para que no se me infectaran, mi novio estuvo todo el tiempo ayudándome con cualquier cosa que necesitara. Y de recompensa le besaba o nos poníamos cariñosos, cosa que a mi padre no le gustaba.
Mi Dean aparco fuera de nuestra casa y entramos, obviamente como siempre de lo caballeroso me abrió la puerta principal para que pasara primero y lo hice. Me quede plantada en la puerta esperando algo, pero sinceramente, no se que es lo que espero. Dean me vio raro, estiro su mano hacia mi para que la tomara y así lo hice, me guio hasta la cocina donde estaba adornado con miles de cosas, cartelitos hechos a mano, serpentinas, entre otras cosas, pero algo no me cuadro.
Un letrero. Un nombre. Eider.
¿Quién era Eider? Mire a Dean con los ojos bien abiertos y luego de nuevo a donde estaba ese cartel. Ya no decía ese nombre, ahora decía "¿Quieres casarte conmigo?".
- ¿Entonces, que dices. Nos casamos? - me susurro en el oído a lo que con mis lagrimas cayendo por mis mejillas asentí gustosa hacia el besándole.
<< Vaya mierda de dimensión>>
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Agatha. La Alpha Suprema
LobisomemMi vista se encontraba nublada. Cataratas corrían de mis ojos hacia mis mejillas, bajando un poco más, algunas deteniéndose en mi boca y dándome un sabor salado, algunas pasaban de largo y caían sobre mi diminuto regazo. Mi pecho subía y bajaba rápi...