23

585 99 77
                                    

Bandit da un salto sobre su puesto, Gerard frunce el ceño. Observa a su hija hiperventilar y a Kristin sonreír. ¿Por qué Kristin está sonriendo? ¿Y por qué Bandit está hiperventilando? ¡¿Y por qué él no está sonriendo e hiperventilando con ellas?!

— ¿Se puede saber por qué tanto escándalo? —pregunta con el fastidio dibujándose en su semblante. Bandit reacciona, saliendo de hiperventilar para lanzarse a los brazos de la rubia que la recibe gustosa—. Bandit.

— ¡Positivo! —exclama la castaña.

— ¿Positivo? —alza una ceja. Bandit se separa de Kristin para extenderle un objeto. Siente marearse al percatarse de qué se trata y debe sostenerse de la encimera de la cocina— ¿Po-positivo? —sus ojos se abren, su hija asiente. De sus delgados dedos le arrebata el objeto— Dos rayas. Conozco dos rayas. Ah, mierda, positivo. ¡Positivo!

Es él quien está hiperventilando ahora, debe sentarse para no caer.

En su vida ha tenido sólo dos pruebas de embarazo en manos, la primera: cuando Lindsey le dijo que estaba embarazada. Le entregó una pequeña caja con el objeto adentro y un papel, ambos asegurando que serían padres adolescentes. Y la segunda: justo ahora, y por más que no hay un papel con una prueba de sangre que lo asegure un cien por ciento, esas dos rayas rojas no las olvidaría nunca y las reconocería en donde sea.

Kristin está embarazada.

Su hija junto a su cuñada cambian la celebración por la preocupación, empezando a preguntarle mil y un veces si se encuentra bien, mas sólo puede hacerle señas en negación agradeciendo para sí mismo que hayan comprendido el que necesita silencio. Repentinamente volvió al momento en donde Lindsey le dijo que estaba embarazada. La misma emoción, los mismos saltos, los mismos gritos. Mientras que él se quedó literalmente parado en una esquina viendo todo pasar frente a él. Claramente antes lo comprendió mucho menos que ahora, Kristin tiene una razón para estar feliz, pero en aquel entonces, Lindsey estaba por cumplir dieciséis y un bebé parecía ser todo lo que ella quería.

Cuando sale de su trance es que puede abrazar fuertemente a su amiga, Bandit se les une luego. Le repite lo mucho que la quiere y que siempre podría contar con ellos, después de todo, ahora son más familia de lo que eran antes. Mikey aún no lo sabe, quería que fuesen los primeros en saber y compartir su emoción. Kristin podría ser feliz, y a pesar de que su mejor amigo se vio afectado ante la ruptura con su hermano y éste quedó como un imbécil, siente que la felicidad de la rubia lo hace valer. Bert llega un rato después, mientras Bandit y su cuñada hablan sobre temas de bebés en los que no es partícipe.

Al verlo lo abraza fuertemente. Han pasado un par de semanas desde que viajó y otro par de días desde que llegó, es normal extrañarlo cuando suele verlo merodeando por ahí la mayor parte del tiempo.

— ¿Embarazada? —sus ojos se abren, Gerard asiente presionando sus labios. El pelinegro jadea—. Mierda, ¿por qué no me lo dijiste? Debo ir a felicitarla.

— ¡Eh, eh, eh! Detente —con su brazo evita su paso cuando quiere adentrarse a la casa. Bert exhala bajando sus hombros, regresa a apoyar los codos en una de las mesas del jardín—. Necesito hablarte sobre algo.

—Pues que sea rápido, porque en serio merece ser felicitada. Descontando que está embarazada del idiota de Mikey, esa parte la puedo omitir, Kristin se lo merece.

—Estamos conscientes de eso, pero quería preguntarte otra cosa —Bert hace un mohín, él suspira—. ¿Cómo está Ray?

Bert hace una mueca de lado.

—La última vez que lo vi estaba considerando lo que Bandit le había dicho —el pelirrojo frunce el ceño.

— ¿Sale con la madre de su amigo?

parenting › frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora