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— ¡¿En serio?!

— ¡De verdad! Jamás había visto nada igual, me refiero a que, sí, he visto a chicos llevarles serenatas a chicas, pero este niño estaba muy metido en su tarea, ¿sabes? Como si en serio lo quisiera.

—No me digas que aun así lo rechazaste, Gerard, por favor.

— ¿Qué? No. No en ese momento.

— ¿Entonces qué pasó?

—Bueno, un día Bandit llegó bastante molesta del colegio, no quería cenar y tampoco salir de su habitación. Entre Mikey, Ray y Bert logramos que nos dijera y fue... —gruñe, sacudiendo su cabeza.

—Cuando supiste que se trataba de Bronx quisiste ahorcarlo —sonríe Frank—. Es increíble.

—Claro que es increíble. Lastimó a mi hija de alguna forma. Bandit no soltó ni una lágrima, pero eso fue en mi presencia. Quién sabe si llegó a llorar por ese niño.

— ¿El día después de la fiesta no le dijiste nada? ¿A Bandit?

— ¿Qué se supone que le iba a decir, Frank?

Frank chasquea con su lengua.

—Gerard, son adolescentes, no son estúpidos, hay un punto en el que llegan a saber más que nosotros, debes dejarlos ser, ¿entiendes? Algo como un balance. Eso lo aprendí a las patadas.

—Pues supongo —suspira el pelirrojo—. De igual forma, hace un tiempo que no oía sobre él. Llegué a conocer a su padre, un completo idiota —bufa—. Sólo espero que no se vuelva a meter con Bandit o si no se las verá seriamente conmigo.

El tatuado suelta una sonora carcajada que por una parte hace sonreír a Gerard, pero no comprende de qué se está riendo con exactitud, hasta que el avellana consigue regularizar su risa.

—Porque un escuálido teñido de rojo es bastante atemorizante. De eso puedo estar seguro.

— ¡Eh! —se queja el ojiverde, lanzándole por encima uno de los sobres vacíos de azúcar. Han terminado sus cafés hace una media hora, pero eso no les impediría seguir conversando—. Tenía que hacerlo o de lo contrario Bandit se iría contigo. No iba a permitir que mi hija se fuese con un extraño.

— ¿Cómo dices? —ríe Frank nuevamente—. ¿Conmigo? ¿Qué es lo que tengo que ver yo con todo esto?

—El día de su cumpleaños, cuando la llevé al colegio, le pregunté que qué quería como regalo de mi parte. Es algo que siempre le pregunto en su cumpleaños, y es algo que siempre responde con lo mismo —termina por apuntar con su índice a su cabeza.

— ¿Ella hace que tiñas tu cabello a su gusto?

—A su total gusto —suspira—. No creas que ya por ser costumbre no me preocupa. En los últimos diez años he tenido mechones rojos, mechones azules, lo he tenido completamente negro y largo, luego negro y corto, entonces fue blanco y luego negro de nuevo, hasta ahora.

—Vaya —alarga el tatuado lanzando un silbido—. ¿En ningún momento has sido rubio?

—Planeo preguntarle lo mismo el año que viene, así que posiblemente lo sea en un futuro —se ríe junto a él.

—Vale, sigues sin decirme por qué tu hija quería venirse conmigo.

— ¡Me amenazó! Cuando supe lo que quería me negué, pienso que en algún momento va a dejarme calvo, pero Bandit es de las personas que no insisten sobre una petición, así que dijo que estaba bien si no quería teñirme el cabello, pero que entonces se iría con el "padre genial de Lily y Cherry" —hace comillas en el aire, los dedos de Frank van a disimular su sonrisa, fallando en el intento—. Todo porque le dijeron algo sobre "instrumentos y muchos tatuajes", y que eso era más genial que teñirse el cabello.

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