Extra

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Dedicado a ringosmile porque no conozco a nadie que ame ésta fic tanto como ella. Gracias por tanto, Joy, te amo un montón♥



                  Las luces están apagadas, cada quien está en su lugar y el silencio es tormentoso para su ansiedad, pero Gerard no evita sentir esa corriente eléctrica atravesarle el estómago. Considera chistoso que, siendo que lo han hecho un par de veces ya, todavía sienta ese ápice de nerviosismo infantil. Las fiestas sorpresas no son lo suyo, y aun así, si es por ver la cara de entusiasmo de sus hijas, entonces todo ese nerviosismo vale la pena. Ellas lo esperan, pero siempre actúan como si no tuviesen la menor idea. Y justamente esa, es su parte favorita.

Siente unos pasos resonar por la sala, es cuando la mano de Frank hace presión en la suya indicándole que es momento de saltar de su escondite.

— ¡Sorpresa!

Las luces se encienden y ellos salen, asustando al par de castañas que, para saber que estaban ahí, actúan bastante sorprendidas. Bert suelta los globos de helio, Mikey y Bandit lanzan serpentinas, Kristin se encarga de hacer sonar los silbatos junto a Rowan en sus brazos, y su trabajo se basa en encender las velas de los pasteles que sostienen Frank y Miles mientras Jamia corre a abrazar a sus hijas. Claramente Bob las abraza después, olvidando que debía ayudar a Bert con el resto de los globos. Ray termina ayudándolo y Bert le da una mala mirada al rubio, pero decide desviar su atención a Cherry y Lily. Gerard se acerca una vez todos recibieron su abrazo porque, lo mejor para el final, ¿cierto?

Mueven las mesas al jardín trasero cuando acaban de cantar el cumpleaños feliz y ambas gemelas limpian los restos de crema pastelera que les quedó en el rostro gracias a la broma otorgada por Miles y patentada por su padre. Un poco después, amigos cercanos y Frances llegan. Pronto todos están completos y con grandes sonrisas embozando sus rostros. Observa a Frank ir de allá para acá con la cámara, haciéndole competencia a Jamia y queriendo tomar cada momento del cumpleaños veintitrés de sus hijas, a pesar de que le prometió a su esposo que no haría algo como tal. Pero en siete años de matrimonio logras tomar uno que otro hábito similar al de tu pareja, entonces es Gerard quien toma las fotos de los Iero y busca los ángulos adecuados porque todo debe ser perfecto, joder.

Bandit le sonríe, arrebatándole la cámara para posarla en un trípode y hacer de esas grandes fotos familiares donde todos luchan por caber en el recuadro. Esas fotos pronto terminarían enmarcadas y formando parte de la decoración en la mesa de centro de la sala, o en las repisas. O simplemente en el buró a un lado de su cama. Una para Frank y una para él, de cada lado. ¿Acaso podría pensar algo mejor?

La celebración continúa tranquila, las fotos sobran y bastan y su mano nunca suelta la de su esposo, a excepción de cuando Bandit requiere de una sesión de fotos especial junto a su padre y sus hermanos, entonces Frank vuelve a su lado y besa el costado de su cabeza, entrelazando los dedos en lo largo de su cabello y bajando a acariciar su vello facial crecido, deja que el tatuado haga lo mismo con el suyo. Alrededor de las diez con veinte de la noche la celebración empieza a culminar, y el Way menor arrastra a su hermano lejos del círculo que formaron para conversar.

— ¿Ahora qué, Mikey? —ladea con fastidio. Ciertamente molestia también. Las reuniones familiares dejaron de ser frecuentes cuando las chicas superpoderosas se mudaron y sólo quedaron Frank y él vagando por la casa. De eso harían tres años por lo cual añora ese tipo de reuniones. Mikey rueda los ojos.

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