Prólogo

1.5K 164 104
                                    


El único sonido en la sala de espera es el de su pie dando con el suelo repetidas veces, la recepcionista llega a pensar que el pobre joven luce tan desesperado que podría llegar a hacerle un agujero al suelo. Se ve desaliñado, ansioso, al borde de las lágrimas y... ¿Qué hace un adolescente a las cuatro de la mañana en una clínica viéndose tan angustiado y solitario? La chica se pregunta cuántas tazas de café habrá tomado, o si en serio está tan ansioso que ha mordido todas sus uñas hasta la cutícula.

De todos modos ella se levanta de su puesto de trabajo y se encamina hacia él. Es tarde, nadie requiere de su servicio ahora mismo, el joven está solo y sólo sabe que no tiene ni la más mínima intención de asustarlo, así que intenta acercarse a él con cautela y de frente, así él podría verla.

— ¿Disculpa? —su voz resuena contra las paredes, él sube su mirada paranoica hacia ella. No hay prácticamente nadie alrededor, hace frío y algo de compañía sabía que al chico no le vendría mal. Está llegando a sus nervios con el solo comportarse de esa manera—. ¿Estás bien?

El pelinegro pestañea repetidas veces, afirmando todo lo que ha pensado. Está desesperado y muy ansioso. Quizá es algún familiar el que está allá adentro, siendo atacado por las manos de aquellos doctores a los que, sinceramente, les tenía miedo. Dejar tu vida en manos de alguien más, joder. Eso sí que es tener cojones.

Ella se sienta a su lado. Tiene miedo de que piense que ha ido a coquetear con él o algo, sólo ha sido curiosa, considerada y le preocupaba el chico en cierta forma. Nadie debía sentir tanta ansiedad en su vida, y ese muchacho estaba perdiendo la cabeza.

—Mi nombre es Kristin —le sonríe, intentando transmitirle tranquilidad. Acaba de cumplir veinte, y su sueño no es exactamente el ser recepcionista en una clínica, pero mientras la paga siguiese siendo buena, con gusto se quedaría—. ¿Tú cómo te llamas?

Él vuelve a pestañear varias veces, y esta vez traga sonoramente, como deshaciéndose del nudo en su garganta.

—Ge-Gerard.

—Muy bien, Ge-Gerard, no quiero ser entrometida, pero no luces nada bien. ¿Quién está allá dentro? Si se puede saber, claro.

Gerard la observa, no se ve como alguien a quien deba temerle. Pero su labio tiembla, sus manos, sus pies. Tiene un nudo en la garganta y si habla entonces romperá en llanto. Sin embargo, lo intenta.

—Mi-mi novia, mi novia está- allá dentro. Ella- tiene- va- está dando a luz a- nuestra hija- ella- —y el llanto le gana, comienza a sollozar y antes de que se dé cuenta, su rostro está siendo víctima de un diluvio.

Kristin busca qué hacer, le ha desesperado ahora de sobre manera. ¡Dios! ¡Él luce tan joven! ¿Y su novia está dando a luz a su hija? Su primer instinto es abrazarlo, así que lo hace, rodea los hombros del pelinegro con sus escuálidos brazos.

— ¿Y por qué no estás allá con ella? Lo más que necesita es tu apoyo.

Se siente una estúpida luego de decir eso. Sabe cómo es todo en esa jodida clínica. Todos son unos corruptos que bien pueden ver a una persona desfalleciendo tal cual hace Gerard ahora mismo y no se acercarían ni a preguntar el porqué de su angustia. Todos son unos estúpidos insensibles. Pero ahí está ella, y Gerard tendrá un hombro sobre el cual llorar mientras pase su catástrofe.

Si es que ésta llega a acabar.

—Mi familia está- en la otra sala d-de espera —en medio de su llanto sus hombros se encogen y es algo difícil comprenderle su voz amortiguada, pero Kristin hace lo posible por escucharlo—. Me dijeron que sería mejor que estuviese solo, para- calmar-me. Ellos no me dejaron entrar. Dijeron q-que era muy riesgoso, que Li-Lindsey estaba muy grave y-y que era posible que n-no sobreviviera, pe-pero que harían t-todo lo que pudiesen p-para salvarla.

parenting › frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora