12

808 109 101
                                    

En todos sus años como soltero, siendo el mejor padre para sus hijas e incluso intentando el ser mejor amigo para la única persona que no le había dado la espalda cuando sus padres supieron que tendría gemelas; jamás se vio en la posición de estarle sonriendo a la pantalla de un bendito teléfono. Puede imaginarse desde el punto de vista de su amigo, luciendo patético y en la quinta nube del ensueño. Bob presiona sus labios viendo al tatuado, no quiere decirle nada, prefiere observarlo y luego burlarse de él. Frank es alguien que merece todo lo que le está pasando, a ojos de Bob. Como mejor amigo, lo menos que quiere es estallar su burbuja. Lo ha visto pasar por mil y un cosas, sólo tratando de sacar a sus hijas adelante. Porque ni siquiera sus padres han llegado a ser testigo de ello.

Así que sólo decide mirarlo hasta que Frank se percate del peso que ejerce su mirada sobre él.

— ¿Qué? —espeta cuando intercambia miradas con el ojiazul.

— ¿Cuándo se supone que voy a conocer al famoso Gerard?

El tatuado frunce el ceño.

— ¿A qué viene Gerard en esto?

—Le sonríes a tu teléfono. Lo más cliché que puedas imaginar. Su historia es muy típica, y de por sí ridícula, pero eh, ¿quién soy yo para juzgar? Usualmente este tipo de cosas se ve en las relaciones heterosexuales, no gays. Son como... una nueva versión de lo antiguo. Y mejorada, si se me permite decir. Como si estuviesen trayendo todo lo típico de las relaciones normales del otro lado del arcoíris.

—Si tu primo no fuese el que nos tiene trabajando aquí, yo sin dudas te golpearía, Robert —dice calmada y pausadamente, pero el rubio barbudo no desciende sus comisuras. Le gusta esto de molestarlo. Hace mucho que no lo hacía, toda la molestia que en algún momento tuvo para Frank, la descarga en Lily y Cherry. Si no puedes con uno, puedes con el otro. De todos modos, no hay alguien que no ame al tío Bob.

—Si quieres que pare de decir cosas que tengan que ver con arcoíris, mejor búscate otro mejor amigo. Extrañaba molestarte, enanín. Esto del tal Gerard parece que va en serio.

—Es que en serio me gusta, Bob —suspira restregando su rostro con ambas manos, el rubio sonríe—. Es... asombroso, ¿comprendes? Tenemos cosas en común, nuestras hijas se llevan bien las unas con las otras-

—Se siente como una familia —sonríe su amigo, Frank frota sus brazos por encima de su camisa, asintiendo.

Pensar en Gerard le revuelve la existencia. Es increíble lo que el pelirrojo ha logrado hacerle sentir en tan poco tiempo. Lo cautivó desde el inicio y no se arrepiente de haber continuado con ello. No obstante, no quita el que tenga miedo. Familia... Ellos dos y sus hijas, formarían una familia. Algo que de por sí él nunca tuvo, y que sus hijas tampoco tuvieron. Quiere con toda la honestidad posible ir hacia él. Gerard es una de las mejores cosas que le ha pasado en años, probablemente desde que tuvo a sus hijas entre brazos. Ni siquiera Jamia entra en el concepto.

Se estremece al recordar el nombre de la madre sus hijas. No desea pensar en ella justo ahora, está siendo feliz. Jamia no puede arruinar eso. No de nuevo. Ha tenido suficiente con el quitarle a su hijo. Es ridículo lo mucho que siente extrañarlo cuando el niño probablemente ni siquiera se acuerda de quién es él.

» ¿Cuándo se lo dirás a Cher y Lil?

Frank se paraliza. Decírselo a sus hijas... Suena más fácil y sencillo de lo que realmente es. Con Gerard lo ha hablado, el querer comentarles que se quieren el uno al otro, porque admite que le encanta mirarlo a los ojos y decirle que lo quiere, que el ojiverde le sonría y le regrese el sentimiento a como dé lugar. No comprende el por qué se esconden. No deberían.

—Hasta ahora nos estamos escondiendo —hace una mueca, Bob frunce el ceño pestañeando repetidas veces.

— ¿Cuál es el punto de esconderse? Se quieren, ¿no es así? —Frank muerde su labio, asintiendo nuevamente—. Frank, no están haciendo nada del otro mundo, es completamente normal. Cherry y Lily deben entender que su padre también tiene sentimientos, y hormonas, que puede que sus gustos estén algo retorcidos, pero que tú también mereces una vida.

El tatuado chasquea con su lengua.

—Nos escondemos porque no creemos que ellas estén preparadas para vernos juntos, Bob. Mis hijas no tienen ni la menor idea de mis gustos sexuales, no me han visto con una pareja jamás, puede que sea vergonzoso para ellas o para Bandit, y siempre has estado tú, ¡pero yo no voy a volver a intentar algo contigo!

—Tampoco quiero intentar nada, lo dejamos en claro, ya deja tu idiotez. No hay razón alguna para que ustedes se escondan, y créeme que es mejor que lo hablen si no quieren continuar mintiéndoles. Sé que ya cogieron, fui a tu casa el jueves, bien pensado el poner una corbata en el pomo de la puerta.

El avellana toma el objeto más cercano, una caja de lápices va a caer en la frente del rubio que a duras penas si ha logrado terminar con su guiño de ojo. Agradece internamente que ninguno de los lápices caiga al suelo y que al menos haya logrado el hacerle daño. El ojiazul muestra el dedo medio como insulto sobando la parte afectada de su rostro.

— ¿Qué mierda hacías en mi casa en la madrugada?

—Iba borracho, pero comprendí la seña. Suerte que las chicas no estaban porque me quedé dormido en la cama de Lily —se estremece—. Desperté a la hora de ustedes haberse ido, pero me despertaron varias veces. Dile a Gerard que gima menos alto, por favor. Lo hicieron de nuevo como a las cinco de la mañana, ¿es que nunca se cansan?

—Jódete, Robert, sólo tuvimos esa noche porque le mentimos a Bandit, Lily y Cherry, ¿está bien? No pretendíamos desperdiciarlo. Y que gima todo lo alto que quiera. Gime para mí, no para ti.

Bob rueda los ojos, negando con la cabeza.

—Los dos son unos idiotas. Idiotas enamorados. Les está quemando las neuronas, no tienen razones para esconderse. La juventud de hoy está metida en el tema de los gays, hay marchas y todos están luchando por sus derechos. Son uno más entre el montón. Esto es el 2016, Francisco.

—También es divertido —el tatuado hace un puchero—. Se siente como si fuese adolescente otra vez. Escapar y esconderse. Es divertido.

—Fue lo mismo que hiciste con Jamia y ya a los quince tenías gemelas —el rubio alza sus cejas irónicamente, Frank rueda los ojos, subiendo sus pies a su escritorio—. Tener diferentes gustos es una de tus ventajas. Pero eres más idiota que Gerard, ¿sabes?

—Defender a mi hombre o golpearte por llamarme idiota a mí también —murmura el tatuado, simulando una balanza con sus manos—. Las dos —rápido toma otro marcador, lanzándolo al rubio nuevamente, éste pega en su mejilla. Bob carraspea—. Vuelve a llamarlo idiota y te lanzo el escritorio.

— ¡Agresivo! Dije que eres más idiota porque, además de estarte escondiendo de tus hijas, también te estás escondiendo de él. No sé cuándo piensas decirle que Jamia regresó. Cherry y Lily tampoco lo saben. Frank, no es por nada, pero quieras o no, tus hijas tienen una madre, y puede que sea una jodida bruja, pero tiene derecho a ver a sus hijas, ¿sabes?

—Yo también tengo derecho a ver a Miles, ¿no crees? —el tatuado ladea su cabeza, bufando—. Gerard no tiene por qué saberlo, y Cherry y Lily mucho menos. Hemos sido nosotros por los últimos ocho años. Ocho años en los que a duras penas ha llamado, Bob, tú más que nadie sabe lo que Jamia ha hecho. Lastima a nuestros hijos, y si los lastima a ellos, me jode es a mí.

Presiona su mandíbula, restregando sus ojos con sus dedos. Las lágrimas de coraje se han formado antes de lo esperado y ahora su mandíbula tiembla. Bob suspira, levantándose de su puesto. Aquí es cuando su papel de mejor amigo sale a escena. Lo presiona con fuerza entre sus brazos hasta que sus sollozos cesan, entonces suspira.

—Quiero a Gerard, Jamia no lo va a arruinar. En algún momento Cherry y Lily tienen que saber lo que siento por él, al igual que Bandit, pero justo ahora no quiero pensar en más nada. Jamia sabe que si quiere ver a mis hijas, ella me tiene que dejar ver a Miles también. Esto no debería ser así. Merezco tener a mis hijos, Bob. Lo merezco.

Bob asiente y vuelve a abrazarlo. Él mismo sabe que Frank lo merece, merece a Gerard. Pero como buen padre, merece tener a sus tres hijos, ni uno más ni uno menos. Y es jodido que una persona tan maliciosa como su ex esposa pueda lograr hacer sentir su vida tan miserable, sin siquiera estar ahí para observarlo.

parenting › frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora