El contrato.

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Andrew Cuenta

Me tire a mi cama, empezando a recordar todos los sucesos del día de hoy y déjenme decirles que la bienvenida de Elizabeth fue increíblemente inolvidable, es decir sabía que las mujeres caían a mis pies fácilmente pero jamás tome esa frase como algo tan literal. Me asuste un poco cuando ella ya no se movía y como todo el caballero que soy la cargue y la recosté en el sofá, le coloque una bolsa de hielo, y cuando vi su rostro me quede mirándola, ella tenía cabello ondulado, algo enredado, no estaba con maquillaje, pero se veía tan bonita. Mis ojos bajaron a la altura de sus labios, me daban ganas de besarlos, morderlos... Me aleje rápidamente antes de hacer algo inapropiado y me fui directo a la cocina.

Después de comer, ella despertó y ella creía que yo era un anciano. Me di cuenta antes de que lo dijera ya que en la cocina había dos libros de cocina para ancianos. Luego tuvimos una charla bastante agradable, le di el contrato y la bese en la frente, cosa que no hago nunca, las únicas mujeres a las que besaba en la frente era mi madre, mi hermana y mi fiel asistente Joanne, la cual ya tenía 45 años y estaba casada, pero la consideraba una segunda madre.

Mis pensamientos sobre ella no cesaron en toda la maldita noche, hasta que al fin pude quedarme dormido, al menos le di el contrato y esta vez no cometería los mismos errores que las últimas tres veces.

Al día siguiente, apenas me levante me fui a dar una ducha, me afeite, y me puse una camisa blanca con un pantalón negro, al salir de mi habitación mis fosas nasales se vieron inundadas por un olor delicioso -¡Panqueques!- Salí de mi cuarto corriendo, Elizabeth estaba tomando jugo de naranja, sé asusto por como aparecí, produciendo que ella diera un gran escupitajo, y tengo que admitir que fue muy divertido.

-¡Andrew!- se veía asustada, confundida y algo enojada, creo que puse mucha emoción de parte mía.

-Perdona, es solo que el departamento huele a panqueques y hace años que no los cómo, me emocione un poco y... -¿por qué le estaba dando explicaciones? Ella no es mi madre... ¡oh, no! ¡Olvide llamar a mamá! -Perdona Elizabeth tengo algo que hacer primero.

Ella me dio una mirada de completa confusión mientras yo corría a mi habitación, busque mi celular, me fije la hora, ya eran ya las diez, así que seguro estaba despierta, marque su número rápidamente. No tuve que esperar ni un segundo para que mi madre conteste.

-¡Andrew!- estaba bien, no sonaba enojada -¿Dónde está tu llamada de anoche?- ahora si sonaba enojada.

-Lo lamento, llegue cansado y...

- ¿Y qué? ¿Crees que no estaba preocupada anoche?, de todas maneras sabía que harías esto. ¿Ya comiste?- me pregunto con un tono más maternal, mi madre podía cambiar de humor peor que una adolescente.

-Si mamá.

-¿Te bañaste?

-Sí...

-¿Te lavaste bien las partes privadas?

-¡Mamá! ¡Tengo 28!

-¡Eso no es cierto!, un adulto de esa edad no olvidaría llamar a su madre.

-¡Lo lamento!

-Disculpa aceptada, ahora dime ¿Cuándo vendrás por aquí?

-Yo creo que mañana, hoy sigo algo cansado.

-Claro, claro, una espera por su hijo toda una vida, pero este no tiene tiempo para ella y...- la interrumpí antes de que me dé un discurso.

-Pasare a las seis de la tarde ¿está bien?

-Está bien querido, te espero.-  y colgó.

Volví a guardar mi celular y fui a sentarme a la mesa donde Elizabeth seguía comiendo, me levante dos panqueques y me serví una taza de café.

Déjame olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora