No estoy deprimida.

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Elizabeth cuenta.

El vuelo duro una eternidad para mí, intente dormir por varias horas sin lograrlo, pero aun asi fingí para que no me traigan la comida del avión, no me gustaba y aparte, aunque esto suene bastante extraño. No tenía hambre.

El hecho de que algo así me pase, me asustaba, yo siempre tenía hambre y siempre encontraba una razón para sonreír, pero ahora mismo me costaba tanto, que creo que no conseguiría nada. Y por si acaso, yo no estoy deprimida, son solo los cambios de clima.

Cuando finalmente llegamos, por la ventana del avión pude ver la hermosa ciudad de san francisco, el cielo estaba completamente nublado, y estaba lloviendo. Sentía la humedad esponjar mi cabello, por lo que tuve que volverlo en una coleta antes de parecer una chica sacada de una película de los ochentas.

Finalmente a eso de las tres de la tarde recién pude salir del aeropuerto, tuve que hacer unos trámites y mi maleta tardos otro siglo en aparecer, o bueno creo que dio como unas tres vueltas en la cinta esa, pero mi mente estaba literalmente en otro lado. Creo que si estuviera en una película de terror, ni si quiera me daría cuenta que estoy en una película. Así de extraña me encontraba.

Al final decidí no comprar ningún paraguas, quería mojarme, quería empapar mi rostro para que las gotas de la lluvia se confundan con las lágrimas que volvían a salir, pero poco después estas pararon.

Antes de tomar un taxi, un maullido llamo mi atención, me acerqué a ver y era una caja que a un lado decía “Llévese un gatito”, la caja se encontraba completamente mojada, cuando mire dentro un pequeño gato blanco con manchas negras, y ojos oscuros, estaba ahí. Lo saque inmediatamente y lo oculte debajo mi saco. El gato no maullaba, pero sentía como temblaba.

Tome un taxi, le di la dirección que Mark me había explicado, y llegue a un imponente edificio minimalista de unos diez pisos. El señor del taxi me ayudo con mi maleta, yo seguía ocultando al gatito que más bien había dejado de temblar. Cuando entre un aviso en grande a un lado del edificio, decía que las mascotas no están permitidas. Pero el gato no maullaba y me negaba rotundamente a dejarlo en la calle, aparte yo siempre quise un gato.

El portero del edificio abrió la puerta y el metió la maleta.

-¿Señorita Elizabeth Clark? -Pregunto el portero con una sonrisa en el rostro.

-Si ¿Sabía de mi llegada?

-El señor Mark llamo esta mañana y dijo que por favor la condujera a su departamento. Solo sígame por favor.

El portero avanzo hacia el elevador, y me llevo al último piso. Cuando salimos había un gran pasillo, pero solo una puerta.

-El señor Mark Adams vive en el pent-house, aquí tiene la llave, y espero disfrute. -Dijo mientras me entregaba las llaves y volvía a entrar al elevador.

-Gracias.

Me dirigí al departamento agradecida que durante el camino que el gato ni se movió ni maulló… Un momento, si el gato no hacía nada entonces ¡¿Murió?!

Entre al departamento rápidamente sin siquiera ver a mi alrededor, tire mi maleta a un costado, y saque al gatito de mi saco, deje salir un gran suspiro cuando me di cuenta que solo estaba dormido, y algo mojado también.

Subí mi mirada pudiendo apreciar el maravilloso departamento de Mark, era gigante. Su departamento era minimalista al igual que el edifico, los colores que predominaban era el negro y blanco. Más hacia el fondo, había una terraza en la cual había un par de asientos, con una mesita que las separaba y bajo techo. La vista desde ahí era alucinante, y por esos pocos segundos me olvide que estaba triste. -Solo triste, pero no deprimida.-

Déjame olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora