¿Te vas?

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 Andrew cuenta.

 Al día siguiente de la fiesta me desperté con un tremendo dolor de cabeza -y no exactamente por la bebida- mi garganta estaba irritada, con escalofríos, y mi nariz fluía como una cascada en plena primavera, un estado encantador -nótese el sarcasmo- lo único bueno era que al menos hoy no tenía trabajo.

Mientras bebía mi te en el cómodo sofá, alguien toco a la puerta, me levante con cierta pesadez, me cubrí con una manta, y me coloque unas pantuflas.

Al abrir, me encontré con Elizabeth. Muy bien, mi día iba mejorando.

-¡Edizabeth!

-¿Edizabeth? ¿Estas resfriado?

-Do, estoy de madavilla.

-¿Hiciste lo que te dije anoche?

-Do, estaba buy cadsado y me dodmi.

-Das pena ¿Tienes antigripales?

Negué con la cabeza, ella alargo su mano y la puso sobre mi frente, vaya su mano es muy suave, tan suave como un conejito… creo que tengo fiebre.

-Estas ardiendo en fiebre.

-Aud asi be veo bien.

-Iré a la farmacia, tu metete a tu cama y espérame ahí.

-Di quiedes id a la caba codmigo solo tedias que decidlo.

-Estas realmente mal, ahora vuelvo.

Todo lo que decía me costaba hasta a mí mismo entender, menos mal que Elizabeth si me entendió, por qué sinceramente sonaba bastante mal.

Me metí a la cama y me cubrí con un edredón, prendí mi celular que contenía unos cuantos mensajes de mi madre y Emily, que no pude leer muy bien porque al parecer hasta mis ojos se irritaban por la luz de la pantalla.

Después de un tiempo, Elizabeth llego, entro a mi habitación con un vaso de agua unas toallitas para la fiebre y una bolsa de medicamentos.

-No puedo creer que te resfriaste.

-Es tu culpa.

-No hubiera pasado si anoche me hubieses hecho caso,

-No hubieda pasado dada si tu do hubiedas huido bajo la lluvia.

-Antes de oír más de tus quejas, toma este medicamento.

Me hizo sentar un poco puso la tableta en la punta de mi lengua y luego me dio el vaso de agua para tragar aquel medicamento, luego empapo un poco las toallitas y la puso sobre mi frente, después de un buen momento yo ya me encontraba algo soñoliento.

Elizabeth se levantó y no pude detenerla, el sueño ya me estaba ganando, mis párpados se cerraban lentamente  hasta que caí completamente dormido.

4 horas más tarde…

Abrí mis ojos lentamente, me senté sobre la cama y vaya que me sentía mucho mejor, mi nariz ya no fluía tanto, mi cabeza paro de doler y en si todo el malestar general se fue.

Me levante de mi cama y me fui directo hacia la cocina, donde me encontré con Elizabeth, ella se dio cuenta de mi presencia y se giro para observarme.

 -¿Cómo te sientes?

-Mucho mejor y…

-¿Qué pasa?

-Mi voz… ¡Mi voz volvió!

-Sí, ahora si te entiendo mejor -volvió a alargar su brazo a mi frente -la fiebre bajo.

Déjame olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora