Capítulo Uno: Reencuentros

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JUDAH

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JUDAH

El delicioso olor del chocolate caliente invade mis fosas nasales disparando miles de emociones en mi paladar, el cual no tarda en comenzar a desear por un poco de aquella bebida tibia que tengo entre mis manos. Llevo la taza a mi boca probando un poco del líquido marrón, relamiendo mis labios para hacer el deleite más placentero. 

Mis ojos suben lentamente hacia mi acompañante, quien no deja de sonreírme negando con la cabeza. Sus ojos cafés me hipnotizan por unos cuantos momentos los cuales me hacen no querer romper el contacto visual. Las comisuras de sus gruesos labios suben formando una sonrisa, volviendo a llevarse su taza a la boca. 

Posee una de las sonrisas más bellas que alguna vez he presenciado, llena de inocencia y dulzura. Sus mejillas poseen un rubor natural que se intensifica cuando se sonroja gracias a los más mínimos cumplidos que le hacen sobre su persona. Aquellos ojos cafés, quienes tienen unas pestañas inmensamente largas que besan sus mejillas cada vez que parpadea. Ella es simplemente bella por donde le veas.

Parpadeo debido a que mis ojos no soportan más la picazón. Repito mi acto varias veces gracias a que ya no me encuentro con la bella muchacha de ojos cafés. Ella está ahí en donde se supone que mi acompañante debería estar; sus ojos avellanas mirándome con aquel brillo particular de ellos. Sus labios suben ofreciéndome una sonrisa, haciéndome entrar en un bello trance del cual no quiero despertar. Abre la boca para hablar, mis oídos emocionados por volver a oír la melodiosa voz que posee.

—Judah —salgo de mis pensamientos al escuchar la voz de mi mejor amiga, recordándome el lugar en el que me encuentro —, ¿te encuentras bien?

Niego con la cabeza no siendo capaz de mirarle a los ojos. Moriría por poder decirle que todavía no le he olvidado por completo a ella, que a pesar de todos los intentos que hago por borrarla de mi vida, es como si su recuerdo se impregnara con fuerza en mi corazón, lugar del cual parece no querer irse. Sé que es masoquismo por mi parte; masoquismo por insistir en una relación la cual no ha hecho que traerme más que problemas.

Felicidad también te ha traído, me recuerda aquella voz en lo más profundo de mi subconsciente. Muerdo mi labio inferior pensando en que la balanza se encuentra igualmente dividida. Por más sufrimiento que haya pasado, también me he encontrado con mucha felicidad con los pequeños momentos que he vivido a su lado.

—No Natty, no me siento bien —respondo dándome por vencido.

Me obliga a mirarle a los ojos, ellos mirándome con mucha paciencia. Estira su mano derecha poniéndola sobre la mía, dándole un ligero apretón. Sonrío sin poder evitarlo, una forma de mostrarle mi agradecimiento al estar conmigo y tenerme paciencia para que poco a poco comience a olvidar a aquella mujer por completo.

—Soy tu mejor amiga, y sabes que siempre vas a poder contar conmigo —me recuerda, guiñándome un ojo —. Yo voy a estar aquí todo el tiempo que tú necesites para recuperarte de aquellas heridas que esa mujer dejó en ti. 

Judah ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora