KHALESSI
Sus manos se dirigen a mi rostro, sin darme unos segundos para reaccionar debido a que junta sus labios con los míos sin pensarlo mucho. Su boca y la mía se reclaman en uno de aquellos besos los cuales suelen dejarte sin ninguno tipo de aliento, robándote cada pequeña partícula del aire que respiras. Decir que lo amo con cada una de mis fuerzas es muy poco para describir cada una de las emociones que él me hace experimentar con cada uno de los roces de su gran y trabajado cuerpo. La idea de volver a sentir mis manos recorriendo aquella figura no hace más que prender puro y excesivo deseo en mí.
Sus manos, las cuales hace segundos se encontraban en mi cintura, descienden hasta mis muslos obligándome a saltar para así acomodar mis piernas en sus caderas, acercándome más a su cuerpo. Sus dientes se aprisionan alrededor de mi labio inferior, tirando de él con el monto preciso de delicadeza. Abro los ojos al encontrarme con todas mis hormonas esparcidas por los lados de la habitación, deseando con muchas ganas que se deshaga de cada una de las prendas de tela que llevo puesta cubriendo mi cuerpo, el cual está más que ansioso porque sus grandes y expertas manos lo recorran haciendo quemar cada parte de mi piel.
Las carcajadas salen de mi boca sin poder evitarlo cuando dirige sus besos a mi cuello, provocando que estos sonidos de felicidad se vean apagados cuando vuelve a atacar su boca con la mía. Esta vez no reprimo mi jadeo cuando siento una de sus manos colocarse debajo de mi pantalón, mis manos aferrándose a su castaña cabellera. Alejo su boca de la mía con el propósito de mirarle a los ojos, un gruñido saliendo desde su garganta al quitarle el placer que le proporciona tener sus labios sobre los míos.
Sonríe al igual que yo, acercándose un poco más a mí hasta tener su frente sobre la mía. Rozo mi nariz con la suya pensando en que soy la mujer más feliz del mundo solo cuando lo tengo a él a mi lado. Tener su cuerpo contra el mío me recuerda que no estoy sola, que la persona a la que más necesito en este momento se encuentra a mi lado, y que no se va a ir hasta ambos quedar bien por completo. ¿Cómo hice para merecer todo esto? ¿Tanto me debía el destino que con él me pagó?
Le devuelvo aquella bella sonrisa que tiene en el rostro, volviendo a juntar mis labios con los suyos esta vez en un apasionado beso el cual su boca continúa sin tener ningún problema, pidiendo por mucho más de lo que está obteniendo en este instante. Sus dedos empiezan a desabrochar de los botones de mi blusa, mis manos se dirigen a su chaqueta marrón quitándole la prenda. Me encuentro solamente con mi ropa interior blanca de encaje cuando comienza a llevarnos a la segunda planta de la casa, caminando por todo el pasillo hasta llegar a mi habitación.
—No tienes ni idea de cómo te he extrañado —me susurra depositando un camino de besos húmedos por todo mi cuello. Le ayudo a quitarse la prenda blanca que cubre su marcado torso, encontrándome con aquellos abdominales los cuales me fascinaron desde la primera vez en que volví a verlo —. ¿Admirando la vista? —pregunta pícaro, alzando una de sus cejas.
Imito su acto al percatarme de que su voz se encuentra ronca, mostrándome señales del deseo que está tomando su lugar en cada una de sus venas. Niego con la cabeza y muerdo mi labio inferior colocando mi mano derecha detrás de su nuca, acercando su boca a la mía sin permitirle hablar más. Su mano derecha se dirige hacia mi espalda, acariciándola y subiendo con demasiada lentitud hasta encontrar el broche de mi sujetador. Se deshace de la prenda encargada de cubrir mis senos, los cuales se queda admirando por muchos segundos en los cuales puedo ver sus ojos moverse de lado a lado.
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Judah ©
RomanceTrilogía Prohibido #1 Se dice que el primer amor jamás se olvida a pesar de los años, que deja una gran marca en tu corazón volviéndolo el recuerdo más puro de todos, haciendo recordar aquel sentimiento como la primera vez que lo experimentaste. Y...