23 (Parte 2)

1.6K 208 163
                                    

Yuri tenía su nariz y orejas completamente rojas, al igual que su acompañante, Victor.
El viento estaba fresco y ellos seguían paseando por todo San Petersburgo, donde el sol había salido pero el frío persistía.

Había tanto que ver, tanto que saborear, oler y tocar. Es que sin duda, Victor sabía que esa ciudad era preciosa, pero jamás la había disfrutado en su máximo esplendor. Nunca había tenido la oportunidad de ver el lado artístico y turístico de allí.

Habían ido a almorzar hace unos pocos minutos a un pequeño restaurante, donde aún Yuri intentaba pronunciar el nombre de la calle principal y junto a Victor, todavía seguían intentando averiguar qué comprar para su amigo el cumpleañero.

Con algo de frío pero mucho más optimismo, salieron del restaurante luego de comer y debatir aquellas ideas de presentes que a Plisetsky podrían gustarle. Era el azabache quien daba más ideas, pero principalmente el de cabellos platinados quien las negaba rotundamente, puesto que era él quien conocía más al rubio.

—¿Qué te parece una caja de chocolates?

—¿Una caja de chocolates, Yuri? Es el regalo que más se usa cuando no sabes qué regalar.

—¡Me estoy rindiendo, Victor! Quiero darle algo especial, no quiero terminar dándole un par de calcetines. Quiero darle algo que realmente aprecie.

—Podríamos seguir buscando los jeans ajustados...

—¿Por qué no darle un Maneki Neko? (1)

—¿Hablas de aquellos gatos que mueven la pata saludando hacia arriba y abajo? Es un poco anticuado...

—¿Por qué no? Dan buena suerte.

—No lo creo, Yuri.

El japonés comenzó a frustrarse. Era tan difícil conseguir algo, era tan malditamente difícil que ya no tenía idea de qué más le podría servir.
Siguieron caminando por varios minutos y Yuri ya se estaba cansando de buscar sin obtener resultado.

Habían llegado a un lugar muy lindo, donde había un gran parque lleno de gente, un extenso jardín y no muy lejos de allí, se veía una enorme catedral.
Miró alrededor de la calle y pudo notar una gran multitud en una esquina.

—¿Victor, qué hay allá? —Le preguntó señalando con su dedo índice el lugar que mencionó.

—Aquí siempre hay presentaciones callejeras, estamos cerca de la catedral de San Isaac, y éste es su jardín.

—¿Presentaciones? —Luego de decir ésto, guardó silencio, escuchando la música que provenía de allí. —¡Victor, vamos!

—¿No quieres ir a ver los rega-

—¡Vamos! —Le interrumpió, tomando el brazo derecho del ojizarco y llevándolo al lugar de la multitud.

La música inundó sus oídos, y la gente aplaudiendo al compás del ritmo también. Junto al ruso se colaron entre la multitud para poder ver mejor aquella actuación callejera.
Podía escuchar guitarra y acordeón juntos en una sola melodía.

Había un hombre vestido de rojo que silbaba cada vez que una mujer daba una vuelta. Eran ocho parejas de baile las que Katsuki contó. Todos avanzaban por turnos y zapateaban, haciendo ruido que iba a juego con los instrumentos musicales.

—Es cultura rusa, son bailes típicos. —El peliplata le dijo al contrario.

Maravillado, Yuri asintió con la cabeza mientras observaba detenidamente a cada uno de los bailarines. Los muchachos, (a excepción del que silbaba) llevaban una vestimenta azul a juego con pantalones negros; y las muchachas, vestidos rojos y blancos con tacones del mismo color.

Memorias De Nuestro Pasado. ➸Victuri/ CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora