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>>Seis días después.<<

Era temprano en la ciudad, y por temprano, quiero decir, que era el momento en donde aún los rayos del sol no decidían mostrarse.

El silencio tenía gran presencia en todos los rincones del gran hospital. Unos cuantos doctores estaban en el lugar a esas horas de la mañana, y la única persona que caminaba por los pasillos era un chico japonés que se llamaba Yuri Katsuki.

Caminaba a paso lento y seguro por todos los pasillos, subía y bajaba escaleras cuándo se lo permitían, puesto que aún tenía que transportar el suero consigo.

Una vez ya no lo necesitó tanto como para llevarlo a todos lados, días después, los especialistas decidieron que ya era hora de que se levantara, y caminara por su cuenta. Eso es justo lo que hacía, caminar por los pasillos cada mañana.
Esta era una buena forma de matar el tiempo, pero luego regresaba a su camilla, pues era obligación.

Las pruebas, los diagnósticos, las resonancias y todos los demás exámenes, habían resultado positivos para su bienestar. Efectivamente, Yuri estaba recuperándose de las heridas y las secuelas del accidente, pero lamentablemente, no de su amnesia.
Estaba frustrado consigo mismo por que sentía que no estaba avanzando a ninguna parte con ello.

Estaba estancado, y no había mucho que se pudiera hacer. A Yuri le habían dicho que podía jugar juegos para la mente, como un juego memorice o ajedrez. Pero él nunca fue bueno en ello, así que optó por la primera opción.

Al principio pareció una buena idea, pero ya comenzaba a aburrirse. De todos modos, muchas veces del día el doctor y una enfermera habían ido a verlo jugar, como ejercicio que pacíficamente, era una evaluación extra para los médicos.

Ejercitó la mente por varios días más, hasta los médicos decidieron que Yuri estaba apto para recordar cosas y que se encontraba en perfectas condiciones, así que le dieron una noticia que cambió su estado anímico.

—Entonces... ¿Cómo salió la última evaluación? —Preguntó el azabache.

—Señor Katsuki, si sigue así, estipulamos que en ocho días ya estaría listo para salir del hospital. Sabemos que son varios días, pero le damos está lapso de tiempo para verificar correctamente lo que ocurre con usted, hacer un par de análisis más y hacer un diagnóstico final.

— ¿De verdad? ¿Iré a casa?

—Felicidades. —El doctor le sonrió y estrechó su mano.
—Déjame decirte que eres muy afortunado. No cualquiera sobrevive a un accidente así de grave. Conocemos a pocas personas como tú, pero aún así debemos evaluarte para estar seguros. Eres un chico con suerte.

— ¡Así está perfecto!, ¡muchas gracias doctor, de verdad!

—Pues estamos para eso, es nuestro trabajo, pero para mí es más una vocación. —Dijo.

—De verdad, se lo agradezco.

—No hay de qué. —Volvió a decir, para luego retirarse de la habitación.

Yuri sentía ganas de levantarse de allí y salir corriendo de la felicidad y la emoción. Saltar, gritar o algo era menor, sentía tanta felicidad que sentía que explotaría o algo muy parecido a ello.

Una parte de ella era por el alta, porque saldría de ese aburrido lugar, y la otra, era porque conocería el exterior. Y su nuevo hogar.

Conocería Rusia por fuera de los límites del "centro de tratamientos, recuperación y rehabilitación"; sería libre de caminar por la calle y vestir algo más que una simple ¿bata?, ¿delantal? Bueno, aquella vestimenta extraña que los pacientes usaban.

Memorias De Nuestro Pasado. ➸Victuri/ CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora