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Las llaves tintineaban al momento de abrir la puerta con suma cautela en caso de que el mayor estuviese en casa, mas no lo encontró. Victor seguía afuera.

El perfecto nombre para describir lo que el azabache sentía era alivio. Si él se daba cuenta de que había salido sería un problema. Y no porque Victor fuese el tipo de persona que te hace mil preguntas por cada acción que haces al punto de apresarte, sino por el miedo del Katsuki.

No conocía del todo al ojizarco, y eso no le gustaba. Quería conocerlo más, pero por alguna razón se frenaba al momento de preguntarle algo, sólo por su inseguridad.

-Muy bien, te traje a casa. Ni una palabra de ésto. Victor jamás sabrá que dejaste el departamento.

-Sí, claro. -Murmuró. -Gracias por traerme de vuelta.

-Y la próxima vez que quieras salir sabes donde encontrarme. Pero por favor, no vayas sin un mapa o algo, casi te pierdes. Sabes que estoy para hablar cuando quieras.

-Gracias. Que llegues bien a tu hogar.

Se abrazaron como despedida y la puerta fue cerrada nuevamente, para dejar a Yuri en su soledad una vez más.

El rubio suspiró por detrás de la puerta. Estuvo demasiado cerca.

Yuri no podía saber nada, claro estaba. Como era por su salud, por más que quisiera decirle todo no podía hacerlo. Temía que le diera un colapso o algo, cómo casi sucede.

Gracias al cielo sólo lloró y ahora él piensa que todo fue un invento macabro de su mente, la mente que lamentablemente era engañosa y jugaba sucio con su corazón.

Se había emitido una orden de no salir a las calles y mucho menos a pie

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Se había emitido una orden de no salir a las calles y mucho menos a pie.
La tormenta que cruzaba por Moscú y San Petersburgo iba a durar una semana completa, y la lluvia parecía no cesar.

La puerta había sido abierta, dejando pasar al mayor, siendo alegremente recibido por Makkachin quien ahora estaba siendo acariciado y mimado por su dueño.

-¡Hola, muchacho! ¿Cómo está el mejor perro del mundo? -Le saludó mientras revolvía su suave pelaje.

El caniche ladró dos veces y rodeó al peliplata moviendo su colita de felicidad. -¿Dónde está Yuri, Makkachin? -Le preguntó y se puso de pie. -¿Yuri?

Caminó hasta llegar a la cocina, donde le esperaba un aroma delicioso y una persona sonriéndole.

-Bienvenido de vuelta, Victor. Esperaba que llegaras pronto. -El azabache le recibió.

-¡Hola Yuri! -El mayor apresuró el paso y prácticamente corrió para saludar de un abrazo al japonés.

-¿Cómo te fue? -Inmóvil, le preguntó. Se había quedado como estatua al toque del mayor, puesto que aún no se acostumbraba a ello. Aún era raro.

Memorias De Nuestro Pasado. ➸Victuri/ CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora