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Al rubio le habían dado las indicaciones de que un piso más abajo del pabellón donde Víctor estaba, en la habitación dieciocho de ese bloque, se encontraba Yuri Katsuki.

Katsuki es un japonés de veinticuatro años de edad. Es su rival de patinaje, pero también su compañero y amigo.
Se habían conocido hace dos años no tan formalmente, sino que fue algo incómodo.

Yuri Katsuki o "Katsudon", como le decía el rubio, estaba siendo un total mediocre cuando lo conoció, y eso hizo enfadar al quinceañero, puesto que sabía que el japonés tenía potencial y lo desperdiciaba.
Su primera conversación fue en un baño en el Grand Prix de Sochi. El ruso le gritó ofensas al japonés, puesto que había estado llorando dentro de uno de los cubículos.

En fin, volviendo a presente, el rubio bajó por el ascensor y al llegar a la sección de las habitaciones, se percató de que allí, en ese pabellón, realizaban las curaciones más urgentes, y las intensivas.
Caminó hasta la sección de las habitaciones y encontró la puerta dieciocho.

«Maldición, que no esté tan mal.»—Pensó Yurio, con angustia.

Abrió la puerta con cautela y vio que el japonés estaba con una enfermera que le hacía un chequeo, pero él no estaba despierto. La habitación estaba algo oscura, había luces tenues y las cortinas blancas estaban cerradas.

—Joven, disculpe pero estoy en medio de-

—Lo siento, pero lo conozco y llevo toda la noche en este hospital. No he dormido nada y de verdad estoy muy preocupado por él. No haré nada, me quedaré callado si es necesario. Sólo quiero quedarme un rato aquí. ¿Puedo?

—Muy bien. —La enfermera asintió haciendo que el menor pasara a la habitación. —Sólo siéntese en aquella silla de ahí. —Le señaló el lugar donde esta estaba y el quinceañero le hizo caso.

Miraba el pacífico rostro de su amigo, durmiendo como si nada hubiese pasado jamás. Tenía unas marcas en sus brazos, y unas heridas en el rostro, sin mencionar los moretones que poseía.

Sin duda verlo tan tranquilo le calmaba, pero también lo inquietaba.
No tenía idea de qué le preocupaba más; si no saber cuándo demonios despertaría o si llegaba a despertarse alguna vez y se daba cuenta de todo lo que estaba pasando.

Una vez la enfermera le dejó sólo con el japonés, éste tomó asiento junto a él.

Miró su rostro nuevamente. Pronto tendría cicatrices en la frente, y sus labios rotos le causarían molestia. Estaba bastante herido, y lo peor de todo, era verlo así. Dormido.

—Yuri Katsuki... De saber que terminarías así, hubiese venido antes aquí y no a ver al idiota de Víctor. —Suspiró. —Escúchame Katsudon. Tienes que despertarte porque si no lo haces voy a enojarme demasiado contigo y lo lamentarás.

Las máquinas hacían el mismo sonido una y otra vez, y aunque por un lado le desagradaba oír ese pitido repetitivamente, le alegraba al mismo tiempo saber que al menos estaba respirando.

—Un coma. Un jodido coma. ¿Es en serio? Eres un estúpido egoísta. Hay gente aquí que se preocupa por ti y tú estás durmiendo profundamente sin siquiera saber que pasa a tu alrededor. Maldito cerdo...

Seguía sin oír ni una palabra del japonés. Eso comenzaba a frustrarlo y a entristecerle cada vez más.

—Tienes que despertar... Escucha; Víctor, tu prometido... Él no se acuerda ni un poco de ti, y sé que tú puedes recordarle todas las cosas que ahora no recuerda, puedes hablarle de cómo pasó todo, puedes... Te necesita y yo... Yo también. —Una vez más, oyó el silencio.
Ese silencio que lo ahogaba y le hacía enojarse consigo mismo y perder el control de sus acciones.
Necesitaba que Yuri le hablara o algo; pero aunque hiciera cualquier cosa, no conseguiría nada de igual manera. Era inútil.

Memorias De Nuestro Pasado. ➸Victuri/ CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora