Nueva

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Llegué antes de lo esperado, Jorge probablemente aún no debía haber llegado al aeropuerto, me límite a ir a la cafetería del aeropuerto a esperar, intentaba que a mi cabeza no se le vinieran las imágenes de la pasada noche, pero para mí mala suerte la escena se repetía una y otra vez, Eugenia, con otra. Pedí un cappuccino y me senté en una de las primeras mesas. Aún faltaba una hora para que Jorge llegara a buscarme. Amablemente él se había ofrecido a venir por mí, incluso me había dado un sitio para dormir y no podía sentirme más agradecida.

Pasada la hora recibí una llamada.

-Eva?

-Hey

-Disculpa la demora ¿ya llegaste al aeropuerto?-su voz sonaba entrecortada.

-Sí, llegue hace unos minutos-no quería hacer sentir mal a Jorge.

-oh, vale, estaré allí en veinte minutos ¿puedes ir a los estacionamientos?

-claro-colgó.

Era inevitable no estar agradecida con Jorge, pero aún así mi estado de ánimo no podía controlarlo, a veces quería llorar a más no dar, o a veces quería matar a golpes al primer ser humano que se cruzase en mi camino. Caminé hacia los estacionamientos con la pequeña maleta, había cogido lo primero que encontraba en mi habitación y había salido huyendo. Ahora me lamentaba, hubiera aprovechado golpear a la mujer que descasaba junto a Eugenia.

Cuando vi un coche azul acercarse supe inmediatamente que era el de Jorge, tenía su estilo, sombrio y gastado. Al bajerse del coche dudó de lo que sus ojos veían, Jorge estaba más alto y esbelto, el cabello negro y desordenado, ademas de llevar una barba de días le daba un par de años más.

-Lamento la demora Eva-me abrazó y no supecomo reponder-has crecido, han pasado años desde que no te veía.

-Tu tambien has crecido-le sonrío- y han pasado solo tres años, no hables como un vejestorio.

-Lo intentaré-subieron sus cosas al coche y partieron rumbo a la casa de Jorge.

-¿Qué has hecho estos últimos años?-Eva miró por la ventanilla-¿te encuentras bien?

-La verdad es que no-Jorge tomó una de sus manos en señal de ánimo-aún no quiero hablar de esto.

-No te preocupes, hablemos de otras cosas-dejó su mano libre- ¿continuaste con tus estudios?

-Mmm algo por el estilo-por el cielo pasaban nubes grandes que aveces tapaban el sol- lo intenté pero con..mi pareja tuvimos que trabajar un periodo y bueno..

-ahh vale-Jorge aveces le miraba-bueno, yo tampoco los seguí-río- cuando papá murió me dejó su taller de coches y ese es mi oficio hace ya un año.

-Me alegro por ti Jorge-estaban llegando a pequeñas residenciales-al menos en este momento estoy pensando entrar a alguna universidad, y estudiar algo rápido, me gusta aprender y quiero seguir haciéndolo.

-Si eso deseas te ayudaré-Jorge se estacionó- al menos en mis días libres podemos ir a buscar una uiversidad.

Reí ante su comentario y comenzamos a bajar mis cosas, entramos a una de las casas pintadas de café. Jorge no ganaba poco dinero, la casa contenía dos habitaciones que se hayaban en el piso superior y un baño compartido, más una pequeña cocina y un salón con televisión con cable.

-wow-Eva había bajado las escaleras hasta la cocina, Jorge había abierto una cerveza.

-¿te gusta?

-Es muy bonita-Eva se sentó en uno de los sofás- muchas gracias por recibirme, estaré siempre en deuda contigo.

-Para mi es un honor recibirte aquí-Jorge hizo una reberencia y Eva comenzó a reír.

El resto de la semana decidí dar paseos por algunos lugares de la nueva cuidad y disfruté para mi sorpresa de la compañía de Jorge, ambos buscamos alguna universidad que pudiera otorgarme una beca, mandamos algunas solicitudes pero ninguna había sido contestada para el fin de semana.

-Hey no te desanimes-estabamos sentados en el sofá- ya verás que alguna universidad te aceptará y seguirás tus estudios.

Solo hice el intento de sonreír.

La vida era bastante simple junto a Jorge, él trabajaba día por medio y siempre me dejaba algún dinero para comprar comida para la cena, por las noches nos quedamos horas completas hablando sobre temas banales que a ambos nos hacían reír, pero a la hora de ir a dormir yo lagrimeaba y no paraba de hacerlo hasta el amancer, aún dolía todo lo relacionado con Eugenia, y Jorge veía en secreto como intentaba levantarme y seguir con mi vida normalmente, pero mañana por medio veía ojeras mis ojeras en el rostro y el cansancio de haber llorado toda una noche. Sabía que mi amigo no podía intervenir en mi dolor pero hacía de mi vida más divertida contándome anécdotas y chistes antiguos. La mañana en que me levanté descansada y sin haber llorado en toda la noche, Jorge subió corriendo a mi habitación y le dijo las buenas nuevas.

-!La Universidad de Gales te acepto!-me quedé paralizada un tiempo hasta que asimiló lo que Jorge había gritado y fui a abrazarle.

-Muchas gracias Jorge-lloré en su hombro de alegría y Jorge, sin saber qué hacer me devolvió el abrazo.

Un mes después.

Me sentía como la primera vez en la secundaria, solo que esta vez las personas eran totalmente diferentes en pensamiento y vida. El campus de la Universidad de Gales era bastante grande y miles de hombres y mujeres aprovechaban de descasar en el pasto ante un buen sol que parecía prometedor para el resto del día. Había escogido estudiar literatura pedagógica pero aún así me hacían tomar algunas horas de matemáticas, no esperaba hacer amigos el primer día pero al momento de sentarme en una de sus primeras clases una mujer de su misma edad con rastas y cabello rubio comenzó a hablarle.

-Hey, ¿Qué tal?-ya no recordaba muy bien como ser sociable y solo respondí un seco "hola", al ver que la rubia con rastas no se alejaba de mi de en clase y que además me hablaba de diferentes temas me resignó a intentar escucharle y sonreír cuanto pudiera.

-¿Cuál era tu nombre?-la rubia volteó sus ojos.

-Soy Elisa-río-al menos te lo he dicho como dos veces hoy.

-Disculpa, Soy Eva- Elisa estiró su mano y la cogí.

-Un gusto Eva-ambas reimos.

El día pasó sin mayores complicaciones y cuando Jorge por la noche me esperaba con pizza y cervezas, no pude sentirme más feliz, hasta podría decir que Eugenia no paso por mi mente en todo el día, lo que porsupuesto era un gran avance.

El día siguiente llegó y me puse un vestido floreado y el cabello suelto, por primera vez volvía a relucir lo que antes era.

Elisa estaba esperándole afuera del campus.

-Qué tal Eva-me dió un beso en la mejilla-te ves guapa hoy mujer.

Reí ante su comentario, parte del humor de Elisa era utilizar palabras como "Mujer" al final de cada frase. Entramos a la primera clase, literatura, el día pasó volando y solo faltaba la última clase del día, matemáticas.

-Nunca fui una estudiante estrella en mates, pero tenerle aquí en la universidad no me lo esperaba.

-Yo tampoco-avanzamos a uno de esos salones acolchados y con butacas que iban de arriba a abajo, donde había una mesa y un pizarrón.

-Me aburro mujer-Elisa se acomodó en la silla- despiértame cuando llegue el profe.

Y minutos después por abajo una mujer de cabello rubio y figura esbelta apareció sonriendo. Yo observé atenta ante la figura tan conocida por mis ojos y casi me da un ataque al reconocer el rostro de la mujer.

-Buenas tardes-el silencio abarcó el salón-mi nombre es Eugenia y seré su profesora de matemáticas el resto del año.

-Oh dios- no creía lo que mis ojos veían. Me levantó y sali discretamente del salón.

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Enamorada de mi alumna (Segundo libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora