Sangre sucia

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Era el día mas frío de la historia, el reino de Baekje estaba lleno de nieve pintada de gris por el agua sucia que se aventaba desde las ventanas, era la víspera de la helada mas intensa en una década, el aire congelado golpeaba la casa de citas y el centro de artes marciales, en el monte Namsan una joven mujer subía con su vientre a punto de dar a luz, tropezaba por lo resbaloso del piso, mientras su lágrimas caían de sus hermosos ojos rasgados para convertirse en hielo mientras caían.

Amaba con todo su corazón a esa cosita que llevaba dentro de ella pero si se atrevía a llevarla al burdel la matarían y de paso a la criatura que no tenía culpa de nada, al llegar a la cabaña alzó la mirada, observándola cubierta de nieve suspiró, abrió la puerta y tropezó con un pequeño escalón que había en la entrada, una anciana tuerta y de aspecto algo tenebroso, la levantó del piso con cuidado y la acostó en un montón de paja, la anciana empezó a hacer su trabajo sin hacer ninguna pregunta, todas las prostitutas iban a lo mismo, a dar a luz a esos angelitos que no podían tener cerca de ellas o bien a sacárselos antes de que fuera notorio que estaban en cinta, el dolor estaba matando a la inocente Miyajima una prostituta nipona que había terminado en un burdel de Baekje, pero no podía llorar, la mitad de sus lágrimas se había secado cuando la traficaron del imperio a Baekje y la otra mitad en el camino a la cabaña.

-Es hermoso- dijo la anciana viendo al bebé pequeñísimo de ojos rasgados brillantes e inocentes y cabello negro azabache para luego acercarlo un poco a su madre.

-No quiero verlo, aléjelo de mi- dijo Miyajima con las pocas fuerzas que le quedaban, y por fin dejando las lágrimas correr por su rostro, no sabía que le dolía más si el alma por abandonar a ese pequeño bebé o el cuerpo por el frio y el parto, lo único que le daba un poco de consuelo era saber que alguna familia iría por el a darle el amor y la vida que ella jamás podría darle.

-al menos ponle un nombre- dijo la anciana viendo al bebé con su único ojo, la madre secó sus lágrimas con una manta que la mujer le había puesto encima, la acercó a su nariz e inhaló el olor a hierbas -Donghae- dijo con la voz entrecortada mientras dibujaba una leve y triste sonrisa en su bellísimo rostro, se acercó para darle un beso en un brazo, luego salió de la cabaña caminando con dificultad y tropezándose ahora sin poder ver por las lágrimas acumuladas en sus bellos ojos, los días pasaron y el pequeño Lee Donghae crecía cada vez mas grande y hermoso mientras el futuro le deparaba algo maravilloso.

MIENTRAS TANTO EN NUBITREOS

-Eres una vergüenza para la familia real, ¡Ni siquiera eres capaz de tener un heredero para tu trono!- gritaba la Reina Amphieliece a su marido el Rey Giles de Cobham quien la miraba furioso, no era su culpa ser infertil, el no había querido que su estúpida tía la alquimista Nascimbene Ashraf lo maldijera para nunca tener hijos .

-¡No es mi culpa!- Gritó por fin azotando sus robustas manos llenas de anillos contra la mesa de roble -Además, esto es algo que tiene solución, podemos ir con la anciana de Baekje para adoptar sin que nadie lo sepa- dijo el Rey, su esposa volteó a verlo esperando que se retractara de lo que había dicho, al ver que no lo hacía se acercó a el y le dio una bofetada.

-¿Cómo te atreves a pensar si quiera que voy a manchar mi linaje con la sangre sucia del hijo de una prostituta?- dijo intrigada con lágrimas en sus ojos, a pesar de no querer aceptarlo era la única opción que tenían, respiró hondo y aplaudió dos veces llamando a su dama de compañía la señorita Marforde, una señora vieja y arrugada con sabios ojos ámbar.

-A sus órdenes alteza- Dijo Marforde evitando su mirada, la reina tragó saliva -Dile a los cadetes que estén listos mañana en cuanto salga la aurora- dijo ella y la anciana corrió levantándose su vestido magenta, estaba decidido irían a Baekje por su heredero. 

Larga Vida al Rey EUNHAE (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora