Sin embargo, mientras más pensaba en la idea de los azotes mayor era esa extraña sensación dentro de mi, era algo parecido a la culpa, pero no..no podía ser, los sentimientos eran para débiles y yo me prometí jamás serlo, yo era Lee Donghae...Lee Donghae el Tirano, lo único que pasaba es que yo no quería tocar una espalda llena de cicatrices feas, si eso era todo.
A los pocos minutos mi verdugo tocó la puerta para informarme que ya había terminado, mordí mi labio, y estuve así cerca de 10 minutos, con todo y nada corriendo por mi mente, con torbellinos arrazando con mi cordura... y mi heterosexualidad al parecer...NO ESPERA ESO NO, yo era Lee Donghae, las doncellas estaban derretidas ante mi y yo por ellas.
Pero muy a pesar de eso, no pude evitar caminar hacia mi puerta, la abrí y como siempre estaba uno de mis sirvientes, esperando a escuchar algo interesante desde fuera
-Goltrat- dije y el chico se puso de pie con una mirada de terror pintada en su cara -Tranquilo, no te haré nada pero necesito que vayas por el doctor al pueblo dile que es urgente- dije y le di una bolsa de monedas de oro para que le pagara al doctor, el joven corrió pero se detuvo en seco
-Si gusta, yo puedo curarlo- dijo Goltrat inclinando su cabeza con una ladina sonrisa en su cara, no me gustaba gritarle a mis sirvientes pero es que a veces era realmente necesario
-QUE VAYAS POR EL DOCTOR- grité provocando que una de las antorchas puestas en el muro de piedra se moviera, respiré hondo y me dirigí a mi estudio, tenía algunos papeles que firmar y mi clase de latín sería en pocas horas, por ir pensando en barbaridad y media caí por las escaleras rodando hasta llegar al piso, me incorporé de rodillas y al ver hacia arriba me encontre con la sonrisa de mi confesor, Heechul, una de las pocas personas a las cuales podía llamar "amigo"
-Tenga cuidado príncipe, me parece que se ha tropezado con sus propios pensamientos hacia cierto criado- dijo con esa sonrisa, la cual jamás pude decifrar pero que decía demasiadas cosas
-Deja de decir bufonerías y ayúdame a levantarme ¿a caso te parece honroso ver a tu príncipe de rodillas?- pregunté arrepintiéndome al segundo de lo que había dicho, Heechul soltó una carcajada
-Pues si al príncipe le gusta por mi no hay ningún problema- dijo acariciando mi cabeza de forma lasciva con esa estúpida sonrisa en su cara, bufé y me levanté por mi cuenta
-Idiota- dije entre dientes, un golpe en mi nuca me hizo saber que Heechul si me había escuchado
-Respeta a tus mayores pez estúpido, mira que si sigues comiendo como lo haces serás un hermoso y gordo kraken- dijo riéndose mientras me seguía hacia la biblioteca, las horas pasaron y yo no podía concentrarme mi mente estaba en otro lado
-Donghae-
-Donghae-
-LEE DONGHAE TE ESTOY HABLANDO- me gritó Heechul
-¿QUE QUIERES? ¿qué no ves que estoy ocupado?- respondí de vuelta sacudiendo los papeles que tenía en mi mano, Heechul alzó una ceja, volteó los ojos y se levantó del sofá de oso, dirigiéndose a la salida de la biblioteca mientras movía la cadera como un gato
La clase de latín fue espantosa, no podía pronunciar nada bien, y del inglés ni se diga, era espantoso pero tenía que aprenderlo de una u otra forma, en las horas que estuve en la biblioteca solo me llegaron noticias de un nuevo brote de la peste bubónica, de brujas que eran quemadas y de un hombre que había salido embarazado...vaya estúpidez, eso era imposible, pero era entendible que el pueblo creara distracciones, después de todo el pueblo estaba patas arriba, dieron las 12 de la noche y yo nisiquiera me acordé de comer, había algo más perforando mi mente, me levanté del sillón, troné mi cuello y me dirigí a la sala del palacio, sentía que me movía por alguna fuerza extraña totalmente contraria a mi voluntad.
Me quedé parado en la entrada de la sala, tragué saliva y vi hacia el cuerpo tendido en uno de los sofás, dormía comodo y su pecho subía al ritmo de su respiración, me acerqué tratando de no hacer ruido, la luz de las velas junto con la luz de la luna iluminaban su espalda, me senté en un espacio libre y observé su piel, tenía un color hermoso, excesivamente blanco y suave, tomé el bote de manteca con llantén, puso algo en la punta de mis dedos y lo esparcí con cuidado sobre las heridas, el cuerpo se contrajo por el ardor, me percaté de que abrió ligeramente sus ojos y lo vi recorrer mi cara con cuidado para luego volverse a dormir.
Sentía algo moverse dentro de mi.
Y estaba seguro de que no eran parásitos.
Pero fuera lo que fuera debía hacerlo desaparecer.
ESTÁS LEYENDO
Larga Vida al Rey EUNHAE (EN EDICIÓN)
Fiksi PenggemarDonghae, príncipe directo a la corona de Nubitreos, es, sin duda alguna el príncipe más engreido y necesita un criado que complazca todos sus caprichos ¿será este criado capaz de abrirle los ojos?