33. Falsedad

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-¿No hay otro distribuidor?- preguntó Altair sentada en la silla de Marcelo.

-No, o bueno, no sé. Ese es con el que papá ha distribuido desde los inicios.- dijo viéndola seriamente.

-Tienes que tener cuidado. Hay mucho dinero pasando de una cuenta a otra.- dijo Altair mientras veía los estados de cuenta.

-Imposible.- dijo Marcelo mientras tomaba los papeles que Altair le tendía -Francesco es el que está a cargo de eso y no creo que él esté traicionándome- dijo y Altair asintió.

Con el ceño fruncido caminaba de un lado al otro. Pensaba una y otra vez en que era lo que estaba pasando porque él estaba cien por cuento seguro que su beta no lo traicionaría. Había algo más y él debía descubrirlo antes de que perdieran más dinero.

-Cariño, no le sigas dando vuelta a eso. Tan pronto llegue Francesco le pides una explicación y todo se aclarará- dijo Altair tan pronto impidió que Marcelo siguiera caminando. Marcelo le sonrió y dejó un beso en la frente de ella.

-Es que si Francesco se atrevió a jugarme sucio no vivirá para contarlo.- gruñó Marcelo y Altair abrió los ojos

-No me gusta que hables así- murmuró ella mirándole fríamente.

-Lo sé mi amor pero no puedo permitir ser la burla de alguien.- dijo acariciaba sus brazos -¿Me dejas solo?- preguntó y ella asintió -Si ves a Fran que venga rápido al despacho- dijo y ella volvió a asentir y luego de darle un beso salió.

No tenía nada que hacer así que pensó que era buena idea caminar por los alrededores de la villa. Últimamente estaba quedándose sin aire sin razón aparente. Le estaba preocupando pues de todo lo demás se sentía bien pero caminaba largos tramos y ya estaba que se moría. Nunca le había pasado eso, era gorda pero no era que tuviese una vida sedentaria. Porque entre el correteo de trabajar con Marcelo y las noches, que eran todas, movidas entre ellos dos quemaba muchas calorías.

Cuando llegó a su habitación se puso unas botas sin tacones y se hizo una trenza en su cabello. Aunque ya estaba comenzando a hacer frío, mucho, en las noches por el día hacía unas calores del mil demonio. Buscó un sombrero, para taparse del sol, y una gafas. Parecía mamá cuando iba con sus hijos a la playa, cubriéndolos del sol aunque el día esté nublado.

Stella y Camelia estaban en la cocina con Paula, una española quien ayudaba con la comida. Todas las noches la familia Bendetti se reunía en el comedor para cenar. Un par de días después había conocido al resto de la familia. La tía Sofía, su esposo Salvatore y sus hijas Flora y Savanah. Les habían caído muy bien, Salvatore era un poco tímido pero se veía que era un buen hombre. También conoció a la esposa de Alessandro, Tiana, que la verdad le había parecido muy irrespetuosa, y a su niño Alejo. Era un solcito, se parecía mucho a los Bendetti, con rostro varonil y mandíbula muy fuerte.

-¿Han visto a Francesco?- preguntó Altair y ambas negaron.

-¿Que pasó?- preguntó Josh llegando a la cocina.

-Ven, hablamos afuera.- dijo con una sonrisa -Si lo ven díganle que Marcelo lo busca urgentemente- dijo y Josh frunció el ceño.

Altair arrastró a su mejor amigo hasta el exterior llevándolo por la cosecha de los olivos. Era la más que estaba lejos de la casa principal y era perfecto. No quería que alguien se enterara pues eso eran las finanzas de la empresa.

-Alguien ha estado pasando dinero de más al distribuidor de vinos y quién está a cargo de eso es Francesco- dijo con cautela -Marcelo está seguro de que no es Francesco pero si llega a ser él lo matará.- dijo y Josh abrió los ojos preocupado

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora