4. El alfa

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(Se que no tiene rizos pero imagínenselo con ellos 😬)

Marcelo trataba de concentrarse en su trabajo. Necesitaba estar concentrado pues estaba a punto de decidir con cual de los dos prospectos a socios podía poner en sus manos la distribución de sus vinos al Oriente. Uno de ellos un lobo alfa y por consiguiente había mucha disputa entre ambos, el otro, un hombre de unos cincuenta años pero que le inspiraba poca confianza por qué presentía que este hombre tenía negocios turbios. ¿Pero como concentrarse cuando cada vez que, pensaba en la voz de aquella mujer de la noche pasada, se le aceleraba el pulso y sentía como su lobo aullaba de dolor en su interior?

Su mate, su lazo, su compañera de vida.

Sí, era su mate y Marcelo lo supo desde la noche en que volvió alterado y su abuela Stella lo vio dando vueltas, como león enjaulado, en el despacho. Ella había entrado a despedirse de su nieto, pues tenían una tradición de cada noche antes de dormir ir a despedirse de cada miembro de la familia. Pero Stella había visto a su nieto tan confundido, tan encerrado en sus pensamientos, tan preocupado, tan desesperado. Así que decidió hablar con él.

-Cuéntame porque estás así de desesperado- pidió Stella sentándose en el sofá victoriano junto a la librería.

Marcelo se sentó junto a su abuela y recostó su cabeza en el espaldar. Cerró sus ojos y suspiró cansado. Eso de verdad le estaba perturbando y haciendo que esté inquieto. Su abuela acarició su mejilla y él abrió sus ojos y trató de sonreír.

-Abuela, como te explico- dijo y entrelazó sus manos dejándolas encima de su estómago.

-¿Porque estás así de desesperado? Este no eres tú- dijo la señora de unos setenta y tres años.

-Cuando salí a dar un paseo por lo viñedos entre al terreno de Luka a comer de sus uvas.- dijo y su abuela lo vio desaprobatoriamente y el rodó los ojos -Sí abuela se que no debo hacerlo. En fin entre y cuando estuve a punto de comérmelas alguien, o más bien, una mujer me vio.-

-¿Llamaron a la policía o peor aún a Luka?- preguntó y negó.

-No me vio. Pero sí me sentí muy diferente. Siento una opresión en el pecho que no me deja en paz. La angustia me carcome por dentro y no sé que me está pasando. Sentí la necesidad de entrar y proteger a quién sea que estuviese allá dentro- dijo y se quedó mirando al techo -Y su olor, Dios, es tan hipnotizante. Su escencia me perturbó y no dejo de pensarla-

-Querido, encontraste a tú mate.- dijo su abuela con una sonrisa.

-Imposible. Ya yo no estoy para eso. Tengo treinta ya no hay posibilidad de que conozca a mi mate.- dijo negando incrédulo.

-Estás equivocado. Aunque no estés en la edad común que un lobo encuentre a su lazo no quiere decir que no la encontrarás. Tú alma gemela siempre será tú alma gemela. Y tu lazo está pocos minutos de aquí. ¿Es mujer o hombre?- preguntó y él contestó

-Mujer y una corpulenta- dijo en susurros.

-Eso no tiene que ver nada. Mate es mate y si esa mujer es tú mate será bienvenida en la manada-

-No es porque sea gorda pero jamás pensé que mi mate fuera así. Aunque no te niego, tiene un cuerpo increíble para ser una mujer gorda pero no sé-

-Siempre puedes rechazarla pero ya sabes las consecuencias- dijo Stella muy seria.

-Lo sé pero la cosa es que mi lobo no quiere. Está reacio a que yo la rechacé. ¿Y si es un humano o peor aún una cazadora? Que sé yo. Será el fin de todos. Será el fin de la manada.

Stella acarició los rizos de su nieto y este suspiró angustiosamente. Sabía que Marcelo se había resignado a encontrar su mate porque la mayoría de los lobos la encuentran antes de los treinta y él ya estaba por cumplir los treinta y uno. Todos, en la manada, también estaban resignados a no tener su luna y eso no era malo pero era necesario. Se necesitaba una manada completa y en esos momentos su manada esta incompleta. Sin su alfa, sin su luna.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora