28. Cuenta conmigo

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El vuelo de vuelta a casa había sido una tortura. Marcelo no dejó que ella se fuera retrasándola, aferrándose a ella. Había perdido, el día anterior, el vuelo pues la inconsciencia, que le embargó cuando Marcelo la reclamó, le había durado la noche y el día entero casi tarde. Marcelo ya se estaba preocupando pues lo más que podía durar en aquel estado eran ocho horas y eso era muy exagerado pero ella había estado durmiendo casi veinticuatro horas. Lo único que le daba un poco de tranquilidad era que aún podía sentir su lazo.

El ardor que sintió en su pecho estaba siendo insoportable cuando había sido hora de abordar. No podía soportar tanto tiempo así, lejos de él. Se estaba comenzando a sentir un poco mal y sabía a que se debía. Su lazo estaba haciendo mella en sus corazones y estando en el avión no podía estar tranquila. Altair rápidamente llamó a Marcelo en cuanto aterrizaron. La azafata le había regañado pues todavía no habían dado la autorización para que usaron los aparatos electrónicos. Pero aquella mujer de cabellos rojos no sabía la urgencia que tenía Altair por usar su celular.

-¿Llegaste bien?- preguntó Marcelo con un tono de voz decaído.

-Sí, todavía estoy en el avión- dijo con el mismo tono de voz del italiano.

La mujer que la había regañado anteriormente la fulminaba con la mirada pidiéndole que colgara. Estaba comenzando a odiar a la azafata y la azafata no sabía que en vez de recibir odio de una sola persona estaba recibiendo de dos. Marcelo había jurado que si él estuviese allí la azafata se refugiaría debajo de los asientos por el miedo que sentiría.

-Te llamó cuando salga. Esta mujer me está haciendo enojar- anunció Altair y Marcelo asintió -Te amo, lobato-

-Pero me llamas en cuanto salgas y también te amo, amore mio- sonrió al escuchar el apodo. Estaban claro que no era un lobato, todo en él era grande y nada era diminuto. Nada.

Altair sonrió por lo lindo y embriagador que se escuchaba aquellas palabras de sus labios. La voz profunda y ronca de él tenía un efecto instantáneo en su cuerpo y eso le hizo juntar sus rodillas. Colgó con una sonrisa en sus labios y levantó la vista encontrándose con la fulminante mirada de la azafata. Se contuvo bastante para no enseñarle el dedo de en medio dejándole saber que no era de su agrado compartir aire con ella pero lo que si no pudo esconder fue su gesto. La miraba con el ceño fruncido y los labios en una fina línea totalmente seria y solo recibió una hipócrita sonrisa.

-Perra- susurró pero esta vez no cuidó esconderse. La miró y solo procuró decir esa palabra tan lenta para que ella pudiese leer sus labios.

Sonrío al ver el rostro lleno de furia de ella y por último le rodó los ojos. Claramente estaba muy enojada, ya estaban en tierra su teléfono no debía provocar ningún problema. La idiota no tenía ni la remota idea de que era lo que estaba pasando ella y su pareja. No sabía que Altair y Marcelo debían vivir con el ardor en su cuerpo, con la ansiedad y las tristeza constante mientras estuvieran lejos.

Altair se levantó casi sin fuerza y tomó su bolso. Tomó su abrigo y se lo puso, el frío que estaba sintiendo le calaba los huesos. Las demás personas la miraban con el ceño fruncido pues la temperatura que estaba haciendo afuera era realmente alta. Nadie llevaba un abrigo cuando las temperaturas pasaban las 89F. Pero era imposible sentir frío desde que se había separado de Marcelo. Parecía que estaba a punto de enfermarse.

-A 701 2ND ST. NE. Por favor- dijo mientras cerraba la puerta del taxi. El taxista asintió y encendió el cronómetro.

Casi cuarenta y cinco minutos después el auto se detuvo frente al edificio de apartamentos donde Josh vivía. Sólo esperaba que no se hubiese mudado pues de verdad quería arreglar las cosas con él. Luego de pagarle al taxista subió los tres escalones y entró a la recepción. Saludó a la portera y luego de preguntarle como se encontraban sus hijos Marta le había enseñado cuan grande estaban sus gemelos. Tomó algo cansada, más de lo usual, el ascensor y subió al apartamento de Josh. Suspiró y tocó la puerta rezando para que su mejor amigo esté y le abra la puerta.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora