37. Balde de agua fría

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Altair y Marcelo estuvieron varios minutos en aquella posición. Altair lloraba y el alfa también lo hacía. Ambos estaban bastante asustados, el alfa no la daba a entender solo Altair podía, de perder al otro. El alfa cayó cansado al suelo y Altair también pero ella aún no soltaba el agarre. Jamás pensó que estaría así con un lobo pero como amaba eso.

En el tiempo que llevaban jamás había tenido la oportunidad de tocar o abrazar al lobo y se sentía muy cómoda y feliz. Sonrío cuando el hocico del lobo le dio, con cariño, para llamar la atención de ella. El alfa la hizo sentarse de modo que ella estuviese en sus patas delanteras. Con su hocico daba de toques en el vientre de ella y gruñía bajito.

-¿Que pasa?- preguntó Altair riendo.

Volvió a darle un golpecito y pero esta vez dejó su cabeza en el vientre mientras ella usaba una de sus patas como almohadas. Altair estaba viendo con una sonrisa lo que hacía el lobo. No sabía que era lo que tenía tan feliz al alfa. Quizás era la alegría de tenerla sana y salva, no sabía. Acarició su pelaje y escuchó un leve ronroneo.

Segundos después el pelaje fue desapareciendo y las garras también. Sus brazos se aferraron a la cintura de ella y Altair frunció el ceño cuando sintió como el cuerpo de Marcelo se estremecía sollozando. A ella le preocupó grandemente pues jamás había escuchado un llanto así y menos en él. Altair alzó el rostro de Marcelo y la miró preocupado.

-Me estás preocupando. ¿Porque lloras así?- preguntó viéndolo expectante.

Marcelo la sorprendió llenando su rostro de besos hasta qué llegó a los labios de ella. No fue uno apasionado sino uno mezclado con emoción y desbordando amor. Besó reiteradas veces los labios de ella haciendo que mirara a Marcelo confundida. Pero aún así amaba que él la besara con tanta felicidad reflejada.

-Dime porque estás un minuto llorando desconsoladamente y al otro me besas tan feliz- miró ella sin entender.

-T-Te amo...te amo tanto Al- casi grita mientras la vuelve a besar rápidamente.

-Yo también pero dime...-

Marcelo estaba de rodillas mientras tenía a Altair tomada de las mejillas. Una mano de Marcelo se plantó en el vientre de ella y con una sonrisa cerró sus ojos y lo escuchó. Escuchó los primeros latidos del corazoncito de su bebé. La sonrisa que brotó de sus labios era una genuina. Disfrutar de los latidos de su bebé se había convertido, instantáneamente, en uno de los momentos más hermosos de toda su vida.

Jamás pensó que fuera posible que él pudiera crear vida con Altair. Sí, sabía que podía tener hijos y todo eso pero al Altair ser humana, sus posibilidades habían disminuido. Bueno en realidad no estaba seguro.

-Amore mío...- llamó con una sonrisa en los labios.

Altair sonrió pero la verdad era que no sabía la felicidad de la que gozaba Marcelo. Él le acarició lentamente las mejillas y casi suelta una carcajada. En realidad Marcelo estaba que no cabía en sí mismo por la alegría que sentía.  La besó nuevamente y Altair se separó. Ya necesitaba saber porque tanta felicidad. Había pasado mucho tiempo, desde que Camelia Josh y los demás los habían encontrado, que había dejado de pensar en que tanta felicidad era porque el peligro había pasado.

-Dime, por favor. Ya no es gracioso- dijo y Marcelo soltó una carcajada.

-V-vamos a ser papás- dijo y la abrazó ayudándola a poner de pie.

Altair no soltó ninguna palabra y hubiese caído al suelo si Marcelo no la hubiese tenido sujeta a él. La noticia le había caído como un balde de agua fría. No se esperaba una noticia como esa. No se esperaba que saliera embarazada de un hombre lobo. ¿Acaso eso era posible?

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora