10. Extraño

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Aquel domingo había sido uno muy entretenido para ambos. Para Marcelo fue un momento clave para su vida y para Altair había sido un momento inigualable. Ambos se intercambiaron números de teléfonos y cada mañana Altair recibía un mensaje de buenos días y lo mismo al terminar el día. Marcelo se estaba comportando como un adolescente pero no podía evitarlo. Altair sacaba lo más dulce y adorable de él. Un parte muy escondida de él.

Desde aquella fiesta, Marcelo buscaba cualquier pretexto para estar cerca de Altair. Ese miércoles Marcelo había ido a la villa donde Altair y Josh se quedaban para pedirle azúcar. Para Altair fue completamente cliché pero adoró ver el nerviosismo que cargaba él esperando por la azúcar.

-¿Q-quieres quedarte? Josh se fue hace unas cuantas horas y no sé si regrese- le preguntó Altair tendiéndole unos sobresitos de azúcar -Esto es lo que tengo-

-Vale, me quedaré para hacerte compañía- dijo Marcelo con una sonrisa mientras entraba.

Esa tarde habían tenido varios temas del que hablar y mientras Altair cocinaba Marcelo no perdía ni pies ni pisadas a su mate. ¡Es que le era imposible! Su mate se movía por la cocina como si fuese suya. Muy embobado se imaginó a ella en su villa cocinando para él y sus hijos. Definitivamente no dejaría que ella se fuera de Italia. No podía permitir que ella se fuera dejándolo desvalido y sufriendo.

-¡Marcelo!- gritó Altair frente a él con el ceño fruncido.

-¿Ah?- preguntó él

-Que la cena ya está. ¿Quieres comer?- preguntó y él se aclaró la garganta.

¿Cuanto tiempo estuvo embelesado mirándola? ¿Cuanto tiempo estuvo pensando en una vida junto a ella? ¿Cuanto tiempo estuvo pensando que ella era la mujer más hermosa de todas? ¿Cuanto tiempo estuvo mirándola con el deseo de tenerla junto a él?

Mucho tiempo...

-S-sí...- habló y ella asintió con una sonrisa girándose para ir a servir dos platos de comida.

Altair colocó ambos platos en la mesa, de cuatro sillas, del comedor dejando a Marcelo en una esquina y ella se sentó frente a él. Había hecho unas sopas para calentar sus cuerpos. El día había amanecido soleado pero de medio día abajo las condiciones del clima habían empeorados. Parecía que en cualquier momento se desataría una gran tormenta. Y si eso era así, Altair esperaba que Josh llegara temprano.

Le temía a las tormentas y nunca había pasado una a solas. Sería una tortura que esa noche sea su primera. Aclaró su mente, no quería preocuparse por eso cuando tenía al sexy italiano haciendo gemidos de satisfacción. Al parecer había quedado fascinado con las sopas. Altair veía como Marcelo se saboreaba cada sorbo al llevárselo a la boca y tuvo que tragar duro. Su imaginación había volado muy alto al pensar en como Marcelo podría verse cuando llegara al extásis.

-¿Cuando vuelves a casa?- preguntó él ansioso por escuchar su respuesta.

-El viernes- susurró Altair mientras jugaba con la cuchara.

-Sabes que podrías quedarte...- dijo Marcelo algo desesperado.

-Sí, sé que me ofreciste llevar tus cuentas pero es imposible así de la nada. Tengo que decirle a mi familia. No puedo decir nada más que me quedaré en Italia porque un extraño me ofreció trabajo- dijo Altair dejando caer la cuchara haciendo un sonido fuerte.

Marcelo tragó fuerte, el sonido de la cuchara él lo escuchaba más agudo. Además él quería que ella se quedara pero tampoco quería ser un hombre imponente con ella. Con los demás si podía pero con ella no. Ella debía escoger sus desiciones y aunque se comenzaba a sentir algo decepcionado respetaría su decisión.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora