49. Bendito sábado

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Altair se convirtió en loba y Marcelo quedó fascinado por como era. Era realmente hermosa y sintió como su lobo aulló al ver a su mate. Aquel color blanco tan hermoso y tan puro le había dejado sin habla. Si de por sí Altair era hermosa su loba era perfecta.

La omega agachó su cabeza dándole una reverencia al alfa y Marcelo solo la veía embobado. Acercó su mano para que ella lo olfateara y sonrío al ver la reacción de ella. Inmediatamente la loba se acercó a él restregando su hocico en su pecho.

-Hermosa- dijo Marcelo con una sonrisa y posó su frente en el hocico de la loba.

Minutos después la loba flexionó sus patas delanteras y Marcelo, como pudo, se trepó en ella. Se aferró al cuello de la loba y se encaminaron a la viña.

Francesco y Josh eran los que estaban esperándolos a las afueras de la villa principal. Josh sonrió al ver a la loba blanca con un Marcelo en el lomo. Desde lejos se podía percibir la felicidad de la omega y la de su mejor amiga. Francesco se acercó y ayudó a bajar a Marcelo quien soltó un quejido. Altair se convirtió en humana y le sonrió a su mejor amigo.

-¿Estás tranquila?- preguntó abrazándola y ella asintió.

-Ahora. Porqué el susto que me dio fue grande.- negó mientras suspiraba -verlo tirado allí con ese color de piel. Me dejó sin aire, te lo juro-

-No me imagino que sentiste- dijo mientras caminaban hacia el sofá donde estaba la mayoría de la manada.

Altair vio como Matías estaba casi encima de su papá. El niño no quería que desapareciera otra vez. Lo había extrañado tanto que al verlo entrar se le había olvidado todo tipo de enojo con su padre. Así que ahora su cachorro estaba sentado en el regazo de Marcelo y recostado en su pecho.

-¿Te sientes mejor?- preguntó Camelia y él asintió mirando a Altair. Tendió su mano llamándola y ella se sentó junto a él.

Muy poco le importaba que su familia los viera. Muy poco le importaba verse completamente débil ante su mate, pero necesitaba tenerla junto a él. Su brazo se coló por su espalda y la tomó de la cintura. Sus garras se enterraron en la suave piel de su esposa y sonrió viéndola.

-¿Quien pudo haber sido que te haya hecho esto?- preguntó Francesco y él negó viéndolo.

-No lo sé. No recuerdo muy bien pero iba caminando desesperado y lo último que recuerdo es que sentí un ardor en el brazo. Cuando vi las venas negras supe que iba a morir- habló y sintió como un escalofrío recorrió a Altair haciéndola temblar junto a él.

-N-No hables así- pidió Altair visiblemente afectada al imaginárselo en el suelo tirado y sin vida.

Marcelo acarició la piel de ella y la atrajo más a su cuerpo. Cuanto había extrañado sentir el cuerpo de su mate, de su ahora, omega, de su esposa junto al suyo. ¡Ni se imaginan! Había sido un cobarde al huir luego de convertirla pero es que en cuanto reaccionó y vio lo que había hecho un miedo le recorrió todo el cuerpo. No podía aguantar un rechazo.

Verla convulsionando había sido muy fuerte para él. Supo lo bruto e idiota que había sido por convertirla. Él no quería hacerle eso a su mate. Él no quería que ella sufriera y lo odiara por convertirla en eso que tanto miedo le dio en un principio. Pero al ver que no tuvo vuelta atrás decidió huir.

Había sido los peores cinco meses de su vida. El lazo, con cada día, se reforzaba más y más, y es que al convertirla en loba intensificaba todo, su lazo, su dependencia, su esencia en fin todo. Se sentía malditamente culpable y no tenía el valor de volverla a ver a los ojos. Él no merecía estar, otra vez, frente a Altair, pero en ese momento que la vio fue el momento clave para saber cuan equivocado estaba.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora