43. Mi superhéroe

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Siete años habían sido escritos al libro de su vida. Siete años llenos de envidiable felicidad. Siete años abarrotados de amor. No sabía que podía sentirse tan feliz como lo hacía. Su vida había dado un giro contundente, para bien, y estaba agradecida porque no se había empeorado.

Tenía a Marcelo a su lado que era un sueño de hombre. Marcelo era el tipo de hombre con el que la mayoría delas las mujeres sueñan, obviando lo de ser lobo. Toda mujer busca atención, comunicación, amor, confianza y sobretodo fidelidad en una relación y Marcelo tenía todas esas cualidades y más. Altair estaba disfrutando de esas cualidades a más no poder.

-Hoy será la primera caza de nuestro pequeño- dijo Marcelo mientras desayunaba.

-Prométeme que se cuidarán- dijo Altair preocupada.

No tenía que sentirse así de preocupada pues no se irían ellos dos solos. Francesco, Alessandro y Salvatore, además del omega que tenían de ayudante. Altair sabía que no les pasaría algo, mientras más lobos mucho mejor, pero no podía evitarlo. Y sí que era inevitable pues al ser madre y mate pues era algo obligatorio preocuparse. Pero creía mucho en Marcelo y en su promesa.

Marcelo tomó la mano de Altair y la acarició con su pulgar -Te lo prometo- dijo con una sonrisa en sus labios.

-Sí, mamá. Papá y yo volveremos. Además ¿quien te va a defender? Yo soy el superhéroe de mamá y tengo que defenderte- dijo un risueño niño de cabellos rizados, al igual que su padre. Matías se levantó y abrazó fuertemente a su mamá -Prometido-

-Ves, luego ¿quien te defenderá?- preguntó Marcelo -y una promesa no se rompe así de fácil y llevaré conmigo un superhéroe- añadió riendo al ver a Matías sentado en el regazo de su madre -¿Verdad cachorro?- preguntó y Matías se giró para ver a Marcelo y asintió.

-Sí, papá- dijo muy seguro de sí mismo y con una sonrisa, de esas que mataban a Altair. Definitivamente había heredado la bonita sonrisa de papá. Aunque la suya era bonita la sonrisa de Matías era una copia exacta de la de Marcelo. Así que tendremos un rompecorazones en casa.

-Lo sé pero no puedo evitar preocuparme.- habló tomando de las mejillas a Matías -Mamá te adora y también adora a papá y mucho como para perderlos- dijo Altair haciendo un puchero.

Marcelo se levantó en silencio y se acercó a donde se encontraba su mate y su cachorro. Acarició el cabello de ella y luego el de su hijo -Yo también los adoro y no permitiría que algo nos separe- dijo besando la frente de ella y luego besó la de su cachorro.

Altair suspiró derrotada. Sabía que era algo tonto pero aún seguía preocupada. Desde que Marcelo le había dicho, el día anterior, no podía evitar sentirse así, una opresión en el pecho no la dejaba estar en paz. Hasta tuvo una pesadilla durante la noche, había mucha sangre y su hijo y su mate no estaban por ningún lado. Salvatore, Francesco y el ayudante estaban en el suelo ensangrentados y sin vida.

No le había dicho nada de esa horrible pesadilla a Marcelo y es que no quería preocuparlo. Confiaba en él y en su palabra. Y como le había prometido tantas veces, él, su hijo y los demás lobos volverían a casa luego de una buena cacería.

-Ve a jugar en lo que llega tu maestra.- dijo Marcelo a Matías quien asintió y se fue después de convertirse en lobo.

Aún, su lobo, seguía siendo pequeño pero no tan pequeño que digamos y aún seguía siendo inexperto con las transformaciones. Seguía cambiando sin ningún control y todavía el mundo no estaba preparado para que un niño se convierta en lobo. Así que ambos, Altair y Marcelo, habían decidido tenerlo en "home school" pues era lo mejor para los demás y para el bienestar de su propio hijo. Matías aún no se controlaba y no querían que fuera el centro de las burlas por sus compañeros. El niño era un amor y pensar que pudiese pasar por algo como eso le hacía tener ganas de arrancarle la cabeza de un mordisco, y eso que no era Marcelo. Lo de ella sería algo dulce al lado de lo que Marcelo estaba dispuesto a hacer por su cachorro.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora