8. Tú eres mi mate...

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Josh se había levantado confundido cuando escuchó el sonido del portón abrirse o cerrarse, no sabía bien. Estaba muy cansado y la verdad era que muy en el fondo tenía un presentimiento muy malo sobre ese hombre y con los que vive. No sabía si vivía solo o tenía familia pero como quiera ese presentimiento no se le quitaba. Así que no podía dejar que su mejor amiga se vaya a meter a la boca del lobo.

Se desperezó y se bañó rápidamente. Se puso un suéter azul sin cuello con una camisa a cuadros azul, roja y blanca, unos mahones rasgados azul claro y unas converse blanca. Se peinó, o más bien, hizo el intento y se fue. Había llamado un taxi para que lo llevaran pues caminar hasta aquellos viñedos sería un deshidratamiento seguro. El sol estaba en su pleno apogeo y tampoco era que le gustaría llegar todo sudado y apestoso.

Primera impresión ante todo.

El taxi se estacionó al lado abajo del portón. Había sido algo extraño ese viaje. Conocía que la mayoría de los italianos eran muy picaflor y coquetos pero el taxista era mas allá de coqueto. No paraba de decirle una frase que juraría que no se le olvidaría ‪"Sei tutto cio 'di cui ho bisogno"/"Eres todo lo que necesito". No era un chico gay así que el viaje le fue muy incómodo. Aunque no tenía ningún problema con ellos. Se juró no volver a llamar un taxi y se dijo a sí mismo que era mejor llegar todo sudado y apestoso a soportar el trato de aquel hombre.

-Cabrón- dijo y le enseñó el dedo del corazón con una mueca de fastidio.

Se negó a pagarle y eso le estaba creando problemas. Lo supo cuando aquel hombre, obviamente más alto que él, se bajó de su auto y con el rostro lleno de enojo. Se arrepintió al ver que no podía ganarle si aquel hombre comenzaba una pelea -Chi pensi di essere per non pagarmi/¿Quien te crees que eres para no pagarme?- gritó aquel hombre mientras lo tomaba del cuello de la camisa.

No se necesitaba saber italiano para saber cuan enojado estaba aquel taxista. Cerró los ojos cuando vio que el hombre, de unos cuarenta y tantos de años, levantó su puño. Esperó con temor aquel golpe pues sabía que no podía hacer nada. Siempre odió ser un escuincle y enano en momentos como ese. Pero aquel golpe nunca llegó y agradeció en silencio. Sólo escuchó una voz que lo hizo temblar, pero no de miedo y eso lo puso en alerta.

-¡Lascialo in pace!/¡Déjalo en paz!- gritó y Josh abrió los ojos para ver al dueño de esa voz.

Aquel hombre rubio y de ojos azules había sido, para su pesar o su salvación, su héroe y lo agradecía. Se levantó del suelo rápidamente al ver que el que lo salvó casi mataba al taxista, se acercó y tomando de los brazos a Francesco -¡Ya, para!- gritó Josh y automáticamente Francesco se detuvo.

La respiración de Francesco estaba acelerada y tenía sus puños llenos de sangre. Estaba a punto de convertirse en lobo pero no podía hacerlo. Ese chico era uno desconocido y no podía permitir poner en peligro la manada. Francesco se sentó en una piedra y trató de recomponerse. Jamás le había pasado algo como eso. No perdía tan fácilmente su autocontrol.

Josh caminaba de un lado al otro muy nervioso. Nunca le gustó ser partícipe de peleas y menos por su culpa. Odiaba que las demás personas se pusieran en peligro por su culpa. Las gotas de sudor estaban bajando por su frente y sentía como quería devolver lo que había desayunado.

-¿Estás bien?- preguntó Francesco viéndolo profundamente.

Josh negó. No, no estaba bien tenía que aceptarlo. Pudo haber sido peor. Quizás hubiese sido él el que estuviese en el piso todo ensangrentado a punto de morir o peor, quien sabe. Francesco se levantó en furia, nuevamente, y estuvo a punto de ir a caerle a golpes y destrozarlo por completo pero las manos de aquel chico, en su pecho y enviando cargas eléctricas por todo su cuerpo, lo detuvo abruptamente.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora