40. El lobo perfecto

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Para Marcelo, ver a Altair en el suelo inconsciente había sido como si hubiese corrido por un camino y al final de este hubiese una pared de concreto. Estaba completamente destrozado al verla allí, tirada. Además de que gracias a eso podía perderla a ella y/o su cachorro y eso no era algo de lo que estuviera feliz.

-Marcelo llévala, con cuidado, a la habitación de ustedes y recuestala en la cama. Subo ahora- dijo Stella rápidamente yendo a un cuarto junto a la cocina.

Marcelo pasó una de sus manos por la espalda y la otra por la parte posterior de las rodillas de ella y se levantó. La preocupación seguía latente aún escuchando el latir de sus corazones.

-Quiero que recojas tus cosas y te vayas- masculló Marcelo viendo directamente.

-Pero Marcelo no hice nada.- él negó y ella replicó -Ella se tropezó, yo solo le pedí perdón. Tienes que creerme. No me hagas esto por favor- suplicó ella.

-Adelántate- le pidió Camelia a Marcelo. Sofía le siguió subiendo las escaleras -Vamos a hablar Lucía- dijo y le indicó el despacho.

Lucía asintió con la cabeza y caminó sin esperar a su madre. ¿Que haría si Marcelo hablaba enserio? No tendría a donde ir y solo era una adolescente. ¿Que sabía ella de como era el mundo fuera de la manada? Entró al despacho y se sentó con sus manos agarrando su cabeza.

-Dime Lucía, ¿que fue exactamente lo qué pasó?- preguntó Camelia tan pronto cerró la puerta del despacho. Le explicó todo lo que había pasado con Altair.

Camelia abrazó a su hija consolándola. Sabía que no mentía además que por muy malo lo que había hecho, su hija sería incapaz de atentar contra la vida de alguien. Ella la conocía bastante bien y podía asegurar que ella no haría nada en contra de alguien. Solo estuvo en el peor momento y peor lugar.

-Hablaremos con Marcelo. Cuando pase todo hablaremos y aclaramos todo- añadió Camelia acariciando el cabello rizado de su hija.

***

Marcelo recostó, con cuidado, a su mate en medio de la enorme cama. Sofía solo se quedó en la puerta corrediza que dividía la habitación, como tal, de la pequeña sala. Estaba preocupada pero no más que Marcelo, eso era más que obvio. Observó a Marcelo tratando de abrazar a Altair o por lo menos tenerla cerca de él pero se notaba los movimientos algo torpes que hacía para no lastimarla. Stella llegó y Sofía suspiró aliviada.

-Por lo menos aún se escuchan- dijo acercándose a la cama Stella.

Las mangas de su camisa estaban remendadas buscando que no les fuera de impedimentos. Subió la camiseta gris que llevaba ella y tocó el vientre. Estaba duro y no era bueno que estuviese así. Pues eso solo significaba una cosa, era tiempo de la llegada. Stella hizo un sonido de desaprobación y Marcelo le miró rápidamente.

-¿Que pasa, nonna?- preguntó asustado él con una de las manos de Altair entre las suyas.

-El bebé ha estado muy incómodo y la caída ha sido el detonante para querer salir- anunció con una sonrisa -Tenemos que hacerla reaccionar y explicarle que es tiempo de que el bebé nazca y sobretodo decirle que será un lobato y no un humano. O bueno si será humano pero no en estos momentos- dijo Stella.

Todos ellos sabían que lo que Altair tenía en su vientre no era humano, completamente. El latir del corazón de un cachorro como tal es mucho más rápido del de un humano. Así que todos supieron, desde el primer momento, que el linaje de los lobos seguiría intacto. Todos estaban muy felices al enterarse de eso pero no querían decirle a Altair. No sabían cómo reaccionaría al decirle porque era quizás algo perturbador. Porque una cosa era estar de acuerdo con tenerlo si era un lobo pero otra muy distinta era saber que sí sería lobo.

Tú, mi alfa「 Heart of Wolves I 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora