El hielo resonando dentro de un vaso de cristal, el olor a chocolate negro y a tabaco, las luces de color cálido, las voces femeninas entrenadas en conservatorio que cantaban la tonada sonante... todo parecía indicar que estaba en el Lupin. Error. Aquel era un local de corte similar, con ese mismo regusto inglés. Sin embargo, si tomamos la sede de la Port Mafia como punto de referencia, ambos pubs estaban en direcciones enfrentadas. Cerca de su clínica clandestina que hacía tiempo no visitaba, se hallaba ese sitio. The Dancing Girl, por mucho que sonase a nombre de burdel, era el bar favorito de Mori.
Mirando al infinito, encontrando tal concepto en el fondo de su bebida, el líder de la mafia reflexionaba en silencio. Aquella noche era importante, quizá decisiva. Había dejado su abrigo en el perchero, la mujer que trabajaba de barista se lo había recogido. No se había deshecho de su sombrero, eso sí. El ala negra camuflaba su rostro. Aun así, ella sabía que trataba con el jefe. Y también lo supo su visitante en cuanto arribó al bar, derechito desde el Lupin. Odasaku no pareció sorprendido por la similitud entre ambos establecimientos. Se limitó a dejar su gabardina en manos de la única empleada presente y a acercarse a la barra. Fuera del horario laboral, no hizo reverencia alguna ni inclinó la cabeza. Un vaso fue dejado frente a él sin preguntar. Por el tono oscuro y el fuerte olor a colonia, seguramente se tratase de vodka negro. Suspirando, se sentó. No bebió, pues intuía que la sobriedad sería un arma necesaria en la charla que se avecinaba.
-Gracias por venir, Oda-kun.
-No hay de qué, aunque no podría ignorar semejante invitación ni queriendo.
-En parte me alegra, pero no quiero hablar contigo como tu jefe.
-¿No?
Moviendo el vaso en círculos, fijó su mirada en el doctor. Sin Elise cerca, pensó que jamás lo había visto tan serio. Y es que su gesto era absolutamente solemne, como si estuviera perdido en unos pensamientos de importancia suprema, frente a la cual su presencia era tan ínfima como la de una hormiga. Y tenía razón. El médico pensaba y pensaba. Se debatía entre la lógica, lo mejor para la mafia, cierto amargo arrepentimiento y el destino de quien consideraba su hijo.
-No. Te he llamado como padre de Dazai-kun.
El pelirrojo tragó saliva, permitiendo que se prolongase el silencio. Aquello lo asustaba incluso más. Y de alguna forma tenía una idea sobre el tema que Ougai quería tratar.
-Tú también te has dado cuenta, ¿verdad, Oda-kun?
-¿Darme cuenta de qué?
-De la evolución de Dazai-kun, de su falta absoluta de humanidad. De en lo que se ha convertido.
-Mori-san...
-Ahora mismo, Dazai-kun es un monstruo despiadado. -Fríos y graves, sus ojos violetas se fijaron en el contrario-. No puedo culparlo, por supuesto. Durante toda su vida he potenciado la frialdad y el pragmatismo. Soy el culpable de lo que es. Además, en la mafia no se puede sobrevivir de otra forma. Nadie dura con las manos limpias.
-Posiblemente sea cierto. -Concedió Oda-. Pero algunos somos felices con mantenernos en el escalafón más bajo si con ellos no traicionamos nuestros principios.
-Ese es el mayor problema. Dazai-kun no tiene principios de ningún tipo. Ahora mismo, mientras hablamos, está torturando o asesinando a alguien de la manera más cruenta posible. La lista de actos sangrientos que ha cometido le revuelve las tripas hasta a algunos de mis subordinados más veteranos. Y es un crío de no más de dieciocho años.
-Lo sé. Soy consciente de todo ello y...
-Y quieres a Dazai-kun tal y como es. Yo también sé cosas, Oda-kun.
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Mafia Black [BSD fanfic]
Fanfiction"Con sólo la luz de la luna iluminándolo, miraba al calmado mar de Yokohama desde aquel balcón. En su mano se consumía lentamente un cigarro de la marca que ese hombre alguna vez fumó. No había llegado a darle ni una triste calada. Sus ojos castaños...