Posiblemente, la primera impresión que a cualquier persona que llegase viva allí le diese el vestíbulo superior de la sede de la Port Mafia fuese positiva. De la misma forma, el primer adjetivo que se asentaría sobre esta en cabezas ajenas podría ser el de "impresionante". Dazai debía disentir. Ante aquel ostentoso vestíbulo, a él lo que siempre se le vino a la mente fueron los aires de grandeza desesperados de su arquitecto. Por supuesto, había aprendido a callarse aquella opinión por no ser políticamente correcta. Además, estaba seguro de que los muchachos que lo acompañaban también tildarían la estancia de asombrosa, como el resto del mundo.
Ryunosuke todavía tenía los ojos enrojecidos y la voz ronca. Su hermana menor, a su lado, se abrazaba a su brazo, como ese gatito tímido que desconfía de todo. Osamu no se veía capaz de sentir compasión por ellos. No iba en su código genético, por eso se limitó a guardar silencio y dejarlos contemplar el lugar en paz. Con los ojos abiertos como platos, aferrándose al abrigo que Dazai le había regalado al mayor de los hermanos como si este se tratase de un bote salvavidas, los dos niños miraban a todos los rincones de la habitación que sus ojos podían abarcar. Siendo la primera sala lujosa que habían visto en su vida, su fascinación era comprensible. Y el sitio lo ameritaba, después de todo. Aquel vestíbulo imitaba las escalinatas de un palacio europeo. Coronado por una gran escalera y tapizado por una alfombra granate, si les hubieran dicho que allí vivía el mismísimo conde Drácula, no les hubiera costado creerlo. El propio Osamu se sentía tentado a creer en aquellos cuentos cada vez que entraba a dicha sala o cada vez que -como en tantas ocasiones había hecho en su infancia- se sentaba a leer novela negra en uno de esos incómodos peldaños de mármol. Sus lugares favoritos para disfrutar de una buena lectura siempre fueron ese y el mullido sillón del antiguo despacho de Mori. Por desgracia, no sólo buenas vivencias rodeaban dichas plazas. Al fin y al cabo, no habían sido ni una ni dos las veces que el recién ascendido ejecutivo se había caído rodando por las escaleras y había terminado con una pierna o un brazo escayolados.
-¿Por qué estamos aquí? -Cuestionó la pequeña Gin, soltando el brazo de su hermano y volviéndose para encarar a Dazai.
-Principalmente, para seguir viviendo. -Contestó el joven suicida con una sonrisilla petulante en los labios-. Necesito a tu hermano.
-Todavía no me has dicho por qué precisamente yo. -Masculló el mayor de los hermanos Akutagawa. Aún tenía la voz ronca por sus aullidos.
-No hay una respuesta para eso. -Respondió con simplicidad-. Tu poder es llamativo y poderoso, al menos de momento, dale las gracias.
Sin embargo, Osamu callaba más de lo que hablaba. No es que se sintiese igual que Mori cuando lo acogió a él. De hecho, no tenía muy claro si llegaría a sentir afecto alguno por ese "perro sin corazón", pero algo le había llamado la atención. Y estaba tanto en su habilidad como en sus respuestas. Akutagawa quería dotar a su vida de un sentido. Inconscientemente, Dazai había visto su propio deseo en esos ojos negros, su anhelo más profundo y desconocido para el mundo, incluso para sí mismo. Ambos habían aceptado la invitación a la mafia por la misma razón. Era la aspiración que le quitaba las ganas de vivir cuando debería dárselas. Y, lo más gracioso e hipócrita de todo, es que le había prometido a Ryunosuke justamente eso que él tanto anhelaba y que no creía poder encontrar nunca.
-¿Cumplirás tu promesa? -Masculló el muchacho como si emitiese un gruñido.
-¿Crees que traería aquí a alguien que puede matarme sólo motivado por ofertas vacías? -Inquirió él a su vez, cruzando sus vendados brazos y enarcando sardónico una ceja.
Sin embargo, ambos sabían que gran parte de esa proposición no era más que humo, un engaño que respaldaba los juramentos. No es que Dazai le hubiese mentido descaradamente, sino que Akutagawa no tenía forma alguna de matarlo. Podría intentarlo, sí -es más, lo había hecho-, pero nunca daría resultado. Y es que, al menos por el momento, si su querido Rashomon resultaba inútil, él quedaba desarmado.
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Mafia Black [BSD fanfic]
Fanfic"Con sólo la luz de la luna iluminándolo, miraba al calmado mar de Yokohama desde aquel balcón. En su mano se consumía lentamente un cigarro de la marca que ese hombre alguna vez fumó. No había llegado a darle ni una triste calada. Sus ojos castaños...