Capítulo 20: De copas

763 122 29
                                    

-¿Qué hace un chico como tú en un bar como este?

Dazai se atragantó con su bebida al oír eso que pretendía ser un saludo dirigido hacia su persona. Instantáneamente sus ojos viraron hacia su recién llegado interlocutor. Su memoria prodigiosa le permitió descifrar en un suspiro de qué le sonaban esos cabellos rojos y esos honestos ojos grises. Recordaba haberse chocado con él en ese día horrible, la resaca de su primera borrachera, un par de meses atrás. Automáticamente torció el gesto, no queriendo rememorar nada relacionado con su emancipación forzosa. Y al ver esa mueca de casi asco, el otro enarcó una ceja. Se aguantaron la mirada como si estuviesen solos en el mundo -que lo estaban, pero únicamente en el pub-. Ni el camarero se hallaba presente ni había más clientes en las mesas o en la barra. Quizá habían huido al ver como miradas clara y oscura se declaraban una guerra silenciosa. Y ni siquiera la suave música de ambiente, ese jazz de procedencia americana de los años veinte, hacía menos tensa la situación.

El Lupin era un bar distinguido, un lugar con clase de obvia y pecaminosa ambientación europea, por mucho que estuviese regentado por simpatizantes de la mafia. Normalmente, no habrían dejado pasar a un crío como Osamu, cuya carita de ángel lo traicionaba a pesar de su altura. Mucho menos le habrían servido alcohol. Sin embargo, en los barrios bajos todos sabían quién era ese chico, ese chaval siniestro y peligroso, ese muchachito lleno de vendas de explicación desconocida. Aunque Dazai estimó que el hombre frente a él no debía tener claro con quién estaba hablando. Al fin y al cabo, nadie en su sano juicio tendría el valor de mirarlo y enfrentarse así a él si poseyese la información suficiente. Como si se tratase de un adolescente cualquiera, el pelirrojo lo contemplaba yendo a sus ojos casi en busca de una explicación. ¿Eran intenciones de regañarlo eso que veía en su mirada? El joven ejecutivo quiso echarse a reír. Realmente, o no lo conocía o estaba loco. Aunque ignoraba lo que esos orbes cristalinos veían de verdad. Él veía a un infante en un hospital, debatiéndose entre vida y muerte, en una cama demasiado grande para tan diminuto tamaño. Y lo comparaba silencioso con el elegante y hermoso jovencillo de traje negro que entre sus finos dedos de artista sostenía un vaso de cristal como un pintor toma su pincel. Comparaba esa expresión de sufrimiento con la sonrisa burlona y embustera que ahora exhibía. Y recordaba también al muchacho enfurecido con el que se topó. Sí, sí, hace dos meses más o menos, día arriba día abajo. Porque aunque sus capacidades para memorizar no fuesen igual de precisas, Odasaku jamás olvidaba a quien veía al borde del llanto.

-Qué frase para ligar tan sumamente cliché. -Se mofó el moreno-. No eres muy original, ¿eh?

-Hablo en serio. -El hombre se sentó en el taburete contiguo, apoyando un brazo en la barnizada madera de la barra y sosteniéndole la mirada-. Eres un crío. Y esto es un antro de mala muerte, no deberían haberte dejado pasar.

-No soy un crío, señor "Me dejo barba de tres días para parecer más mayor".

-¿Qué edad tienes?

-Quince.

-Todo un adulto de pelo en pecho, por supuesto. Dime que te estás tomando un refresco.

-Es whisky. Y porque no tenían aguarrás. -Masculló Dazai, dándole el trago más largo que pudo, como si aquello fuese una competición.

-¿Por qué le sirven whisky a un niño?

-¡No soy un niño! -Osamu infló las mejillas y frunció el ceño, provocando que el otro se echase a reír ante tan cómica y tierna imagen. Y notando que sus propios gestos eran un argumento de peso que rebatía sus palabras, se puso serio y pasó a actuar con cierta parsimonia heredada-. Por si acaso no lo sabes, soy uno de los líderes ejecutivos de la Port Mafia.

-¿Dazai Osamu, el estratega suicida?

-Exactamente.

-Me lo imaginaba. No hay nadie en la mafia que no haya oído tu nombre o los rumores que corren sobre ti.

Mafia Black [BSD fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora