10. Corre

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El demonio lo había dejado ahí, aturdido en el suelo, y se había ido, se había esfumado después de que viera la forma que había adoptado y que era idéntica a él.

Desde hace un buen rato que había dejado de llorar, por la furia y el coraje que le había provocado el nogitsune y la frustración de no poder hacer nada, porque no sabía cómo salir de esa prisión donde lo había metido.

Recargó la cabeza en la pared y sopesó sus opciones, si era lo suficientemente listo podría engañar al demonio y salir de ahí, pero, ¿cómo engañas al maestro del engaño? Eso eran los nogitsunes, seres que les gustaba jugar con tu mente y deformar tu realidad.

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Un quejido lo hizo enderezarse en la incómoda silla donde estaba sentado y se acercó al chico que comenzaba a abrir los ojos.

—¿Derek? —su voz sonó ronca por la falta de uso. El pelinegro soltó un suspiro y tomó entre sus manos la del castaño.

—Aquí estoy— susurró, se volteó un poco y Stiles alcanzó a ver a Sam, completamente dormido en la otra silla, al pie de su cama. El pelinegro lo llamó hasta que se despertó y cuando lo hizo se acercó a su hermano y depositó un beso en su frente a modo de saludo.

—Nos tenías muy preocupados— Stiles esbozó una pequeña sonrisa como disculpa— iré por el médico— ambos asintieron y lo vieron salir.

Derek se acercó a él y hundió la nariz en su cuello, aspirando el olor del chico.

—¿Qué haces Sourwolf? Me causas cosquillas —el lobo se separó y sonrió sinceramente, no había rastro del olor a azufre que su padre siempre dijo que detectaba en los demonios. Solo olía a vainilla, café y a galletas recién hechas.

—Te extrañé, estos dos días fueron muy duros al verte así, Sti— el chico ladeó la cabeza.

—¿Así?

—Estuviste en coma dos días, y sin ti, sin tu voz ni tus ocurrencias ni tu risa pensé que me volvería loco— Stiles lo jaló un poco, para hacer que sus rostros quedaran a la misma altura y lo besó, despacio y sin prisas, ambos saboreando la unión de sus bocas.

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No pudo evitar las lágrimas que corrieron con libertad al escuchar la risa del nogitsune rebotando en la habitación, ni tampoco al sentir la excitación de éste.

Sabía que la parte que el demonio controlaba había salido del hospital hace más de una semana, porque había ido a visitarlo de nuevo, al pequeño lugar donde había confinado a su consciente, lo dejó tener un atisbo de su cuerpo, posicionándose frente a un espejo y dándole un poco de libertad para que pudiera observarlo, ya no tenía el aspecto enfermo que el demonio dijo que tenía, no había ojeras ni palidez. Y fue cuando se dio cuenta que podía sentir todo lo que ese ser sentía, en menor intensidad, pero lo hacía como si fueran sus propias sensaciones y emociones.

El demonio consiguió lo que quería.

Había conseguido la lujuria de Derek.

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Debía ser una ronda de rutina, una revisión al bosque, en busca de la persona que había atacado la comisaría y ahora la casa de los Winchester, alguien había colocado una trampa en la cocina, esperando, seguramente, llevarse a alguien por delante, pero Isaac, el miembro más reciente de la manada, había detectado la esencia de azufre mucho antes que los demás.

El chico detuvo a todos en el salón y caminó hacia la cocina, donde vio un hilo justo a la mitad, que a la hora de manipularlo con una caña de pescar causó la explosión en el lugar. Nadie había resultado herido, afortunadamente, pero era por eso que se encontraban todos los demás en la mansión de los Hale, y él junto a Sam estaban revisando los alrededores.

Iban por el sendero, alejados un par de metros uno del otro, para abarcar más terreno. Un movimiento llamó la atención del lobo. Algo venía corriendo hacia ellos.

Derek se acercó un par de pasos, alertando a Sam, y ambos se quedaron estupefactos cuando Stiles apareció frente a ellos. Venía de la dirección opuesta a la mansión.

—¿Sti? —el castaño se detuvo a unos pasos de Derek y éste pudo ver los cardenales que el chico tenía en el cuello— ¿Qué haces aquí? ¿Quién te hizo eso? —trató de tocarlo, pero el chico se alejó de su mano. El lobo la dejó caer y lo miró interrogante.

—Corre— dijo entrecortadamente— Derek, corre, aléjate de mí y no dejes que nadie se me acerqué, les haré daño —por un momento el lobo pensó que había perdido el control de sus poderes, pero cuando vio como sus ojos se volvían completamente negros un segundo y al siguiente veía de nuevo el brillo de cordura dio un paso atrás, arrastrando a Sam con él.

—¿Stiles? —preguntó de nuevo. El chico lo miró, sus ojos eran completamente negros en ese momento.

—No, no, Stiles hace mucho que se ha ido— Derek negó con la cabeza y retrocedió.

El chico soltó un grito de dolor y cayó de rodillas

— Corran, no podré mantenerlo a raya mucho más— y ahí estaba otra vez esa mirada color avellana, esa que él tanto amaba.

Derek se quedó en su sitio, con el gesto descompuesto por la sorpresa, pero Sam lo tomó de la playera y lo hizo correr. Ambos miraron hacia atrás, para ver al demonio que había poseído a Stiles ponerse en pie y limpiarse el pantalón, alzó la mirada y les sonrió, antes de que volvieran a mirar hacia el frente.

Derek volteó una última vez, antes de llegar al inicio del sendero. Ya no había rastro del castaño.

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—Es Stiles— Sam resopló— un demonio poseyó a mi hermanito— se desplomó en una de las sillas, mientras Derek entraba a la casa y se quedaba de pie, sin saber qué hacer.

Un demonio había poseído al amor de su vida y no lo había notado, ¿cómo es que no lo había hecho? Estaba tan aturdido que no notó a Cora abrazándolo sino hasta que lo hizo demasiado fuerte y pensó que podría romperle una costilla.

Cuando sus sentidos dejaron de estar embotados reparó en que Noah y Claudia lo miraban con compasión, ambos sabían que no era la primera vez que sucedía, no eran la primera pareja que pasaba por algo así y que una parte no se daba cuenta de lo que le sucedía a la otra. Pero ya habría tiempo para hablar de ello, por ahora necesitaban enfocarse en encontrarlo.

Aunque no fue necesario invertir tanto tiempo, él los encontró primero.

La puerta se abrió con calma, como si una leve brisa lo hubiera hecho. Stiles caminó con parsimonia, observando a todos. Chris Argent levantó un arma, apuntando al demonio que ocupaba el cuerpo del castaño, y Noah Winchester apuntó con la suya al otro cazador.

—Baja tu arma, Argent— dijo con voz amenazadora. Sam también apuntaba al otro cazador.

—Él ya no es tu hijo— respondió, sin cambiar de postura.

—Lo sé, pero hasta que no averigüemos cómo separarlos no le harás nada.

Derek caminó hasta quedar frente al arma de Chris, haciendo de su cuerpo un escudo.

—Quítate, Derek.

—No— respondió el licántropo.

Stiles rio y se mordió el labio inferior.

—Son tan lindos que podrían causarme ternura— el demonio bufó y miró la espalda de Derek— pero por ahora solo lo necesito a él. —Stiles sonrió y miró a Claudia— Fuiste una gran madre para él ¿sabes? —antes de que la manada pudiera reaccionar, el demonio dejó salir humo gris de sus manos, causando que todos quedaran inmóviles y se acercó a Derek.

—Tenemos un asunto pendiente— dijo muy cerca de su oreja, les dio una última mirada a todos y chasqueó los dedos, haciéndolos desaparecer, llevándose a Derek con él. 

Everybody wants to rule the world.Where stories live. Discover now