5. Sucesos extraños.

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La paz que se respiraba en el pueblo era demasiado buena para ser verdad, llevaban meses sin altercados ni con criaturas ni con cazadores, y ellos sabían muy bien lo que significaba: la calma antes de la tormenta. Pero mientras durara lo disfrutarían.

Era por eso que se encontraban en el lago que estaba a un par de kilómetros de la mansión Hale y por estar en medio de la espesura pocas personas lo conocían.

La manada completa se encontraba a las orillas del lago, algunos montando las casas de campaña, otros encargándose de arreglar la comida y después estaban Jackson y Stiles, a quien iba persiguiendo el rubio después de que el castaño lo aventara al agua y le arruinara el peinado que se tardó casi una hora en arreglar. Derek los miraba con una sonrisa desde la orilla, porque a pesar de lo maduro que parecía Stiles a sus veinte años por dentro seguía siendo ese adolescente del que se enamoró.

Jackson alcanzó a Stiles y lo empujó, cayendo los dos al agua. El castaño sacó la cabeza y comenzó a carcajearse, Jackson lo miró mal y le aventó agua al rostro. El chico de lunares solo se rio más fuerte antes de levantar una mano y hacer que una pequeña pared de agua se alzara detrás de él.

—No lo harías— Jackson entrecerró los ojos— me podrías ahogar con eso ¿sabes?

Stiles se encogió de hombros.

—Te sacaría antes— y dicho eso dejo caer la pared de agua sobre su mejor amigo. Jackson soltó un chillido antes de zambullir la cabeza. Stiles miró a su alrededor cuando se dio cuenta que el rubio no estaba en el mismo lugar. Un par de metros alejado de él Jackson se asomó y le mostró el dedo de en medio.

Ambos chicos salieron del agua poco después. Derek los miraba con una ceja enarcada y traía dos toallas en las manos, una se la tendió al rubio y con la otra envolvió a Stiles en un abrazo.

El ruido de un auto cerca alertó a los lobos, ya que no estaban esperando a nadie más.

Derek se tensó entre los brazos de Stiles y miró en la dirección en la que veía su novio, se separaron un poco y caminaron para reunirse con Talia, el coche ya no estaba tan lejos.

Jackson sacó un par de dagas de su mochila, con los años había aprendido a manejarlas, mientras de las manos de Stiles salía un humo azul muy tenue.

Talia se encontraba en la punta de la formación que había adoptado la manada, mientras olisqueaba el aire y notaba que había un olor conocido, pero otros dos no lo eran en absoluto y era eso lo que los tenía tan alerta.

Una camioneta negra llegó a la linde del bosque, estacionándose cerca de los demás coches y de donde bajó Chris Argent, seguido de una chica, que Talia identificaba como Allison, la hija del cazador y otro chico con la mandíbula algo chueca.

Los tres caminaron hacia la manada con una sonrisa que poco a poco desapareció al notar la tensión en el ambiente.

—¿Qué sucedió? —preguntó el cazador, mirando a cada uno para cerciorarse de que no estaban heridos. Edward Hale se acercó para ponerse frente a Talia.

—Eres un bastardo Argent— Chris los miró sin entender y Edward soltó una carcajada— habías dicho que no vendrías y de pronto escuchamos una camioneta y había olores raros. — dejó que el cazador uniera los puntos antes de esbozar una sonrisa de disculpa— nos pusiste a todos en alerta.

—Lo siento —se rascó la nuca— no pensé que les caería tan de sorpresa, apenas hace rato decidimos venir— se señaló a él y a los chicos que tenían una mueca muy parecida a la del adulto.

Everybody wants to rule the world.Where stories live. Discover now