15. Infierno.

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El olor a azufre y putrefacción invadió su nariz, mientras veía a unas criaturas de pesadilla saliendo de las raíces del árbol.

Ni leyendo todos los libros ni buscando en internet se habría preparado para lo que vio. En la mayoría de la información bibliográfica aparecían pocas imágenes de demonios, la mayoría ilustrados como seres alados, con cuernos y realmente feos, él en persona los había visto ya con la forma humana del huésped poseído, o la sombra en el loft de Derek. Pero jamás hubiera imaginado que realmente eran así. El bestiario que poseían trataba de ilustrar a la mayoría de esas criaturas, pero los dibujos no les hacían justicia.

Seres con alas y aspecto de serpiente con patas, y no cualquier serpiente, una jodida anaconda, la serpiente más grande que se conocía. Varios perros del infierno habían salido y eran incluso más feos de los que se imaginaba, estaban peor que los perros zombie de Resident Evil, podría decir que incluso los de esa película estaban bonitos.

Había algunos otros que se veían como humanos, pero sus ojos negros los delataban.

—No podemos dejar que salgan de aquí— susurró Stiles, sabiendo que los lobos le oirían. Talia lo miró y asintió, tomo su forma lobuna de nuevo y aulló antes de lanzarse contra esos seres. La manada completa le siguió.

El castaño corrió a encontrarse con Dean, que lo envolvió en un abrazo antes de darle un arma y una daga. El rubio estuvo a punto de abrir la boca, pero su hermano menor negó.

—Me lo dices después— Dean asintió antes de dar media vuelta y correr junto a su padre, que luchaba con uno de los demonios con apariencia de serpiente.

Stiles solo se concentró en uno. Si lograba acabar con él podría cerrar la puerta, si el demonio que la abría dejaba de existir todo lo que había hecho se lo llevaría con él. Esperaba que la literatura tuviera razón, ya que por lo que recuerda lo que usaron en contra de él no le había afectado en nada.

El nogitsune entrelazó sus manos frente a él y levantó las cejas hacia Stiles. El castaño escuchaba la lucha a su alrededor, pero él estaba realmente concentrado en lo que tenía enfrente.

Stiles esbozó una sonrisa confiada cuando sintió el poder corriendo por sus extremidades superiores. No le importaba lo que pudiera suceder con él, pero estaba seguro de que no permitiría a esa cosa seguir andando tan campante por el mundo.

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Cora, junto con Laura, habían derribado a uno de los perros del infierno, ambas sabían que vendrían más, saldrían más dentro de poco del agujero en el suelo y debían cerrar la entrada con urgencia.

La loba de pelaje rojizo se limpió el hocico con el césped, para quitarse la sustancia viscosa y verde que era la sangre del demonio antes de buscar a Stiles con el olfato. El humano se las estaba arreglando bastante bien contra su copia, usando sus poderes al máximo, pero había algo que estaba mal, el nogitsune apenas si se defendía y parecía estar disfrutando de la situación.

Sin dudarlo echó a correr, ayudando en su camino hacia Stiles a su manada, mordiendo y derribando a su paso lo que se encontrara.

Aceleró al ver a su cuñado caer. No iba a permitir que esa noche muriera la persona que más quería su hermano. Recordó la promesa que le hizo a Derek una noche, hace ya tantos años, de que cuidaría de Stiles cuando estuvieran juntos, pasaba mucho tiempo en la casa del castaño, porque ese chico era su amigo y el compañero de su hermano.

El demonio se encontraba de espaldas a ella, colisionó contra él con toda la fuerza que fue capaz, mandándolo así al suelo. Stiles se puso en pie rápidamente y miró a Cora, que asintió antes de que ambos miraran hacia el frente. El nogitsune se levantó mientras se limpiaba la pernera del pantalón.

—No importa lo que pase, hay que acabarlo— le susurró el humano. Cora miró hacia el césped, no quería pensar en eso, no sabía si Stiles sabía sobre el vínculo que ahora tenía con el demonio.

El nogitsune rio fuertemente antes de echar a correr hacia la pelea en el claro.

Loba y humano se quedaron desconcertados, pero lo siguieron.

Lydia profirió un grito que dejó aturdidos a los lobos, pero también afectó a los demonios, momento que aprovecharon los cazadores para cargar contra ellos definitivamente. Cora soltó un gimoteó que distrajo a Stiles de su carrera.

La loba alentó su paso y miró hacia el centro del claro. Donde yacía el cuerpo de su tío. El lobo gris había quedado encima del cuerpo de otro demonio, con unas garras atravesando su pecho. El demonio había tenido fuerzas para matarlo antes de sucumbir.

Stiles buscó con la mirada a Lydia, que se agarraba la cabeza con ambas manos mientras estaba arrodillada en el suelo. Un dolor en el costado lo desconcentró. La sangre estaba empapando su sudadera y la pierna le dolía horrores.

En ese momento le quedo todo claro.

El nogitsune había hecho la unión de su esencia con él.

Trató de llegar hasta Lydia, que estaba llorando en ese momento y trató de levantarla, la chica era un blanco fácil ahí. Un fuerte dolor en la cabeza lo hizo detenerse en su lugar, al tiempo que la pelirroja levantaba la cabeza y gritaba de nuevo.

—¡Allison!

El grito lo hizo taparse los oídos por su cercanía a ella. Lydia reaccionó segundos después y se levantó para ayudar a Stiles a enderezarse, pasó un brazo sobre sus hombros y con la mano libre se limpió las lágrimas.

Los dos fueron testigos de cómo el nogitsune atravesaba el pecho de la cazadora, igual que lo había hecho con Derek.

El demonio volteó hacia ellos al sentirse observado, comenzó a caminar en su dirección mientras intentaban retroceder. Incluso Lydia podía sentir lo débil que estaba Stiles.

—¡No pueden matarme! —exclamó con voz gutural— ¡soy un demonio de mil años, no pueden detener esto!

Talia se estaba aproximando por un costado, acechando al demonio y Stiles sabía que lo escucharía.

—Pero no puedes ser dos criaturas a la vez— el nogitsune se detuvo.

—¡Ahora! — gritó y vio a Talia abalanzarse con las fauces abiertas.

Se soltó del soporte que era Lydia en esos momentos y sacó la daga que tenía en la parte trasera del pantalón. Sin dudarlo la hundió en el pecho del demonio. La alfa lo soltó, mientras el castaño se separaba. Vio fragmentarse el rostro del demonio antes de caer de bruces.

A sus espaldas un último grito de Lydia lo hizo caer de rodillas.

Su nombre sonó como un eco mientras llevaba una mano a su propio pecho. 

Everybody wants to rule the world.Where stories live. Discover now