3. Guerreros de la Vieja Guardia (Reloaded)

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—Y dime proyecto de leyenda, ¿quieres enfrentarte a un Krieger de la Vieja Guardia?

—¡¿De la vieja Guardia?! ¡¿De que coño hablas?!

— Vaya parece que Stark se a olvidado de contarte porqué ahora sirve a la TP, en vez de seguir formando parte de la Vieja Guardia.

Kazuya sonrió burlonamente y giró la espada cuántica con un movimiento fluido, ¿era esa la Blutgebein de las leyendas?

Activó la absorción de nanoalmas y el campo cuántico del arma. Me hizo un gesto para que lo atacara. Su compañero o discípulo se disponía a pasar al ataque contra los novatos, pero el viejo lo detuvo.

—Chico, he luchado y sangrado al lado de Stark mucho antes de la primera batalla de las Guerras de Sangre entre Muramasa y Masamune. ¡¿dices no creer quien soy?! Veamos de que estas echo, veamos si haces honor a nuestra estirpe, veamos si eres digno de esas historias que se cuentan.
¡Aquí tienes una leyenda!

—Que mejor que matar una, para convertirse en otra, ¡despídete de tus nanoalmas viejo!

Me dispuse para el ataque, activación del campo cuántico, integración de nanoalmas, no tenia ni idea de si era realmente él o no, pero pensar que mentía me daba fuerza. Lo vería con mis propios ojos en unos instantes.

Avancé con el campo cuántico al máximo, le di una estocada dirigida al hombro para cortarlo por la mitad, bloqueó con facilidad con su arma, y contraatacó con un rápido corte que esquive por poco. Ambos atacamos, y nuestras espadas cuánticas chocaron, destruyendo parte del suelo por la energía soltada. La azotea se había convertido en una peligrosa trampa. Miembros cortados por todas partes, sangre pegajosa y los limites de la azotea desmoronándose al vacío. Al parecer la estructura de la edificación no estaba preparada para aguantar la violencia del campo cuántico.

Los novatos miraban atónitos y el joven parecía estar seguro del resultado de este enfrentamiento.
Nos separamos unos metros para recuperar aliento.

—Así que... ¿has escuchado de mis hazañas, viejo? —intenté recuperar algo de aire mientras obtuviera algo mas de información. Era muy fuerte y rápido, pero no parecía ser Kazuya la leyenda, Hermano de Armas del Coronel Mayor, Klaus Stark. ¿Porqué se ha echo pasar por muerto? ¿Y porque nos atacaba a nosotros la TP?

—Claro, ¿como no iba a seguir la trayectoria del pupilo aventajado de mi querido hermano?
Schneider, el que corta, en tan solo 3 años has conseguido llegar al rango beta, de echo chico, ya eres una puta leyenda viviente, pero, ¿por cuánto tiempo?

—Mi leyenda sera eterna, viejo —alcé mi espada en posición frontal y me preparé para otro ataque.

—Noble empresa, aunque efímera. ¿Es eso una Blitz?

—Si, una de segunda generación.

—Vaya, ya no se fabrican espadas cuánticas como esas. Difícil blandirla, pero una vez te haces con el control es un arma temible. ¿La has heredado o quizás la has robado a algún pobre desgraciado que no era hábil en su manejo?

—Eso no es de tu incumbencia, y ahora, debes dejar paso al futuro viejo. Os deseo suerte en los días del mañana —cargué el campo cuántico al máximo y ataque directamente a las piernas. Como supuse, paró la estocada dejando descubierto el torso para un mandoble rápido. Cargué las nanoalmas que esos nanosegundos de ventaja me permitían y le aseste el golpe de grácia.

La energía estalló, sentí como el olor a carne quemada invadía mis fosas nasales y reculé para ver el resultado de mi ataque.

No había duda de que estaba herido de muerte. Todo estaba suspendido en un silencio sepulcral. Kazuya seguía de pie, el codo izquierdo colgando del brazo y un profundo corte en el pecho, seguía sujetando impasible su gran espada con el otro brazo, la sangre flotaba a su alrededor junto a una aura extraña, como si el tiempo se hubiera detenido. Las partículas de sangre que aún flotaban en el aire volvieron a juntarse y a introducirse en su cuerpo, el brazo volvió a juntarse por el codo con el resto de la extremidad. El gran corte empezó a absorber energía hasta volver al estado natural. Los novatos murmuraron algo, y se pusieron a mi alrededor en formación de defensa.

—¡Sargento Schneider! ¡Lucharemos junto a ti, y si nuestro destino es morir, así sea!

—¡…Sargento mejor morir cubierto de gloria, que vivir en la vergüenza! — exclamó el otro, todos asintieron y se dispusieron atacar aún sabiendo que no tenían ninguna oportunidad. Había infravalorado a esos novatos, su valentía les honraba, y merecían al menos, tanta gloria como yo.

—Muy listo chico, fingiste concentrar toda tu fuerza cuántica en un ataque principal, para volver a atacar enseguida con una estocada mortal, combinada con fuerza cúantica y nanoalmas. —levantó la legendaria Blutgebein— Siento decirte que me dejé herir para ver tu potencia de ataque en un segundo mandoble —rio a carcajadas— y la cantidad de nanoalmas, que eras capaz de desperdiciar.

—¡¿Que clase de habilidad es esa?! ¡¿Eso es lo que es capaz de hacer un guerrero de la Vieja Guardia?!

—¿No conoces la recuperación cuántica? Ya veo, como ves, ser una autentica leyenda tienes sus ventajas, pero esta habilidad no se aprende. Debes aumentar la resistencia molecular de tu cuerpo con algunas mejoras, deja que te muestre las habilidades de un auténtico krieger de la Vieja Guardia.
¡Tebas! —se dirigió al chico probablemente su pupilo— Diviértete con esos cadetes pero no los mates.

—Si eres un Hermano de Armas, ¿por qué vas en contra de tu juramento?!

—No voy en contra de ningún juramento, Sargento Schneider. La Vieja Guardia esta por encima de juramentos de la TP.

Kazuya levantó su espada y un haz de luz roja lo impregno todo, no podía moverme, no podía respirar, mi vida paso en unos nanosegundos por mi conciencia aumentada y recordé la primera vez que cargue algo en mi club neurológico, ¿por qué recordaría eso ahora? Los misterios de la mente son incomprensibles a veces.
Levanté mi Blitz para protegerme. Grité a los novatos que se apartarán, y entonces, cuando estava preparado para sentir mi destino, una aura azul invadío mi campo y paró el ataque.

Era él.

Meister.

Klaus Stark, Coronel Mayor de la brigada general de la TP.
Krieger Alfa.
La leyenda por la que me alisté, la leyenda por la que decidí la gloria y la muerte. En vez del anonimato, la vulgaridad y una vida mísera, pero vida al fin y al cabo.

Primera OrdenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora