8. Una mirada llena de esperanza

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Dedico este capítulo a @ArlethYanina

Flotaba en la nada.
No era nada ni quería ser-lo.
Ninguna misión, ningún objetivo.
Flotar sin rumbo lo era todo.
Ni grandes cosas, ni siquiera las pequeñas.
No era necesario respirar, ni sangrar, ni luchar.
Mucho menos vivir.
Soy una nanoalma flotando por el espacio, sin conciencia ni destino, sin fracasos.
Y ese es ni destino único, la nada, ser una mota de polvo energético. Una gota de energía vital que algún día formaría parte de otra cosa.

Ahora formaba parte de todo, de todo y de nada.

Mi punto de encaje fue volviendo a su posición natural. Podía sentirlo, podía notar su crujido en mi percepción y como mi conciencia volvía a su estado predeterminado.
Mi cuerpo seguía flotando. Era mi cuerpo y volvía a ser Schneider, el que corta, Sargento del séptimo Escuadrón y lugarteniente de Klaus Stark, el ensordecedor. Kriger de clase Beta de la TrapiGuard Inc.
Leyenda emergente.

El líquido con 2-cb había echo sus efectos, me sentía renacido, oí gente alrededor, flotando, tarde algunos segundos en recuperar el foco completo de la visión.

Había un tipo flotando y gimiendo. Sheyla y Adrien, compartían su miembro en una felación a dos bocas. Me había acostado con esas dos ginoides incontables veces. Eran propiedad de Katsura, junto a la mayor parte del edificio cristalino Zero Gravity Bar. Dos chicos besándose mientras daban vueltas sobre si mismos, flotando, en la otra parte de la sala. Seguramente hijos de algún cargo importante en alguna metacorporación.
Me deslice hasta la salida, necesitaba un trago y quizás buscara compañía también.
El club estaba lleno como de costumbre, pase por varias salas, la de asfixia y demás juegos sexuales, la de juegos de hyper-realidad, viajes oníricos y otras de gravedad cero. Incluso había una simulación para sentirse un auténtico Kriger, para los que nunca pudieran llegar a ello o fueran demasiado cobardes para intentarlo.

La sala roja del pecado estaba vacía, parece que era pronto para el desenfreno sexual en grupo.
Tome la plataforma elevadora y me dirigí a la última planta, mientras subía y admiraba las vistas de la megapolis, veía mi propia imagen reflejada, incluso parecía un lugar hermoso con todas esas luces y reflejos. Pero cualquier simulación, recreación o percepción artificial era mas bella que nada que pudieran ver mis ojos orgánicos.
Mi mirada ocultaba bien los horrores vistos y perpetrados. No estaba seguro de si mis ojos siempre habían sido verdes. El color de la frescura y pureza, se usaba en laboratorios y centros sanitarios.
Nada que ver con la mirada de los ojos que veía reflejados.
Los héroes y sus leyendas se construyen con sangre.
Esa es la verdad. Había aprendido eso hacía tiempo.
El día de mi Primera Orden.

La última planta estaba llena, había algunos jóvenes de la Muramasa elit al fondo pasándolo bien, y al lado directamente opuesto cadetes de la Masamune Inc.
Unos cuántos civiles de linaje importante, bebiendo en la barra, bajo las holoproyecciónes. Reconocí algún miembro de la Abwehr, putas, putos y ginoides conocidos, y bastantes caras nunca vistas, humanas, de ambos sexos.
Parecía que seria una noche muy entretenida. Las luces de colores vivos iluminaban la inmensa estancia según el ambiente que quisieran crear, un gran recipiente translúcido que separaba la barra del resto del local, contenía extrañas formas de vida que flotaban y se movían ágilmente por el líquido, las había grotescas y de muchos colores, otras incluso bellas, moviéndose majestuosamente por todo el interior de la barra.
Parecían ajenas a que estaban atrapadas en realidad, pero, si uno no conoce otra cosa. No puede saber si es libre o no.
Varios cadetes de la TP estaban celebrando, algunos los conocía.

-Herr Schneider, bienvenido de nuevo ¿desea tomar alguna cosa? Katsura me ha dado orden directa de invitar al primer trago.

-Ponme H2o puro del norte, Takeshi.

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