6 Alexandra

1.5K 242 0
                                    

Mi manos sudan por la ansiedad que tengo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi manos sudan por la ansiedad que tengo. Estoy a la espera de que la secretaria de Nathan me escolte hasta su oficina y ver que me depara en la entrevista.

Aún no sé como acepte entrar en esto, me molesta engañar a Nate y temo el momento en que las cosas se salgan de mis manos y él se de cuenta que es un peón en el juego de ajedrez que impuso Lucas.

Aún no sé que voy a decirle, si inventarme algo por mi presencia en el despacho, claro está que no puedo decirle el que me encuentro de incógnito, eso está fuera de discusión. Debo pensar rápido ya están por abrir la puerta. Demasiado tarde.

Lo veo al frente de su escritorio, realmente se ve mucho mejor que antes o es mi voraz apetito hacia su persona que hace que mi cerebro lo realce más que de costumbre. Los años le han dado lo justo para realzar su belleza o es mi corazón que me hace verle con tanta adoración. Ambas cosas.

Lo veo escrutarme y su silencio me tiene en tensión, no sé a que atenerme porque no refleja lo que piensa y si me despide con cajas destempladas. Me lo tendría bien merecido.

Estoy tan atenta a cualquier gesto, que no me pierdo la sonrisa que me regala. Siento como mi aliento sale de mi, porque no me he dado cuenta que he aguantado la respiración en todo ese tiempo. Me relajo.

Camino hasta a él y de reojo veo como su secretaria sale del despacho bajo la orden de él.

—Hola Nate.
—Alex...

Un temblor recorre mi cuerpo, al registrar su voz que envuelve mi ser y me calienta haciendo mojar mis bragas.

Me hace indicación de que me siente en el sillón mientras se acomoda en el contiguo.

—La vida te está tratando bien, Nathan.
—Es cierto, no me puedo quejar.
Me responde tranquilo.
—Me alegra mucho一 me quedo mirando mis manos antes de hablarle. —Te estarás preguntando el por qué de mi visita.
Le veo un brillo en los ojos antes de responderme.
—En parte, si. No te lo voy a negar.
Su respuesta me saca una sonrisa y busco acercarme a él antes de soltar mi supuesta razón.
—Es la primera vez que me estoy tomando unas vacaciones, se que suena raro y en tu cabeza flotará la frase con un gran signo de interrogación ¿Qué pitos toco aquí?
Lo veo asentir y me lanzo con la excusa.
—Verás, estoy buscando un guía para visitar lugares emblemáticos... —Me detengo, porque siento que será mejor decir mi verdad —¡Nah! Lo que quiero realmente es tu compañía, estar contigo, como antes.
Lo miro directamente a los ojos para ver su reacción a mis palabras. Enmudece y se retrae, es un rechazo a toda regla. Siento que debo irme.
—Lo siento, se que no...debería estar aquí y presentarme como si nada hubiera pasado.
Me levantó de la silla y de momento siento su mano en la mía.
—¡No! No te vayas, discúlpame tú a mi.
En ese momento, la secretaria entró y así disipó mi incomodidad. No le presté atención a lo que me dijo, más si a lo que respondió Nate. Se iba lo que resta del día, conmigo.

No se lo que piensa su asistente, ni me importa. Sólo veo como toma su chaqueta del respaldo del sillón y toma mi mano para salir del despacho.
Me pregunta cuando salimos por la puerta.
—¿Dónde te hospedas?
—He alquilado un apartamento, ya que mi estadía será un poco larga. —Le aclaré —no me había tomado antes unas vacaciones en toda regla.
—Entiendo, me parece perfecto —es su respuesta.
Quedó pensativo después de eso, luego salimos del edificio y él amablemente me abrió la puerta del carro. Que diferencia desde cuando lo conocí. Ahora tiene hasta chofer, entiendo que quieran investigarlo, pero yo no creo que él tenga algo que esconder.
De momento veo el silencio en el auto y me percató de su ceja alzada, es cuando reacciono y doy mi dirección.

—Cadem Town, por favor.

Sentí como el auto se puso en marcha y entrábamos a una charla animada, pero igual no me sentía cómoda. La sensación de engaño por parte mía me estaba quemando por dentro.

Deseaba realmente que la situación fuera otra, que en verdad estuviera por retomar nuestra relación sin ningún artificio o engaño para buscar un fin.
Al final llegamos a la zona de mi apartamento, donde el carro de detuvo y Nathan fue el primero en bajar seguido por mi.

Ya dentro de el edificio en pleno recibidor, empezaba mi anillo de seguridad  Joshué, el conserje.

En realidad el edificio en completo era nuestro centro de operaciones, cada compañero tenía su propio apartamento producto de una inmejorable estrategia para introducirnos sin ser detectados, pasando como cualquier paisano de la ciudad.

Joshué, el hombre más experimentado del conjunto, sería el encargado de investigar y revisar cuanta persona ajena llegara al edificio y dilucidar el posible peligro que representara para la operación que llevamos acabo.

También es el ejecutor principal, si comprobaba su premisa, a pesar de su edad no era menos que el resto y de ahí nuestro más grande respecto. Además de eso era más bueno que el pan, cuando no estaba de servicio.

Subimos hasta mi piso y al salir de el ascensor recorrimos el pasillo hasta la puerta de mi sitio, con un gesto galante me pidió las lleves de la cerradura y abrió la puerta.

Entramos en el apartamento y mi mente andaba en mil revoluciones, no sabía como afrontar lo que mi corazón deseaba expresar, pero sobretodo quería que él me tomara como un tren y me pasará por encima, necesitaba respirar su aroma y sentirme llena de él, perderme entre sus brazos y me hiciera olvidar aunque fuera un sólo intante que lo estaba utilizando.

Le pedí que se sentara en el mueble, mientras me dirigí a la nevera y le serví un vaso de zumo, un recuerdo muy palpable de sus gustos. Todo para hacer un poco de tiempo que se agotaba y no debía perderlo.
Le entregue el vaso y con un suspiro me senté a su lado y empecé a tejer mi telaraña, con el temor de lo incierto al no saber lo que el destino nos deparaba

—Nate, no estoy aquí de casualidad. Vine a buscarte, vine a pedirte perdón.

En recepción, el teléfono es descolgado por Joshué, quien le informa a su jefe.

—El plan está en marcha, Lucas.

—El plan está en marcha, Lucas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Serie ley y pasión libro 4 Inténtalo tú #NewCreativestarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora