Jaidan prefirió subir a la terraza y contemplar el cielo para intentar despejar la mente. Había sido muy estricto al decirle a Evan que no quería ser interrumpido, pero ella sabía que su actitud era solo una pose que había adoptado para ocultar lo que realmente sentía: miedo.
En la penumbra, las enormes habitaciones vacías que se atravesaron en su camino hacia la terraza parecían tan desiertas como escenarios teatrales; el mobiliario, cubierto con telas blancas, se alzaba bajo la tenue luz como icebergs saliendo de la niebla. Cuando subió por la torre y abrió la puerta, el aroma golpeó a Evan con suavidad: el intenso olor oscuro de la tierra y el aroma más potente y pegajoso de la hierba del bosque.
—¡Vaya! —Se fue volviendo despacio hacia Jaidan—. Esto es muy bonito por la noche.
Jaidan sonrió burlón.
—Siempre las tragedias te hacen apreciar los pequeños detalles de la vida.
Evan se estremeció, aunque no tenía nada de frío. Repentinamente guardó silencio y su rostro mutó de expresión, parecia preocupada.
—¿Qué estamos haciendo? —preguntó—, quiero decir... no somos una pareja feliz que está de vacaciones. ¿Cómo haremos que esto funcione día a día? Estamos solos los dos, esperando a que el mundo colapse.
Jaidan se encogió de hombros y se volvió hacia ella.
—Ninguno de los dos lo sabe —contestó—, y es mejor así.
—¿No sientes miedo? —tomó aire—, me refiero al saber que algún día todo esto desaparecerá.
—Supongo que no —respondió—. Esto se basa en la muerte. Todos sabemos que en algún momento tendremos que morir, pero desconocemos la hora y el día. Además, ¿Crees, que en este punto de nuestras vidas, podría si quiera, sentir algo tan básico como el miedo?
Evan se hundió de hombros e hizo una mueca.
—Depende de cada uno.
Él alzó los ojos hacia ella y sonrió.
—No seas pesimista —siguió Jaidan, como adivinando sus pensamientos—. Yo no puedo ser condescendiente con el miedo. —Sus ojos estaban sombríos—. Y estoy seguro que, si ambos llegamos hasta este punto, vivos, juntos, es por algo bueno.
—Eres humano ¿Por qué no quieres tenerle miedo a lo que pueda sucedernos? —insistió.
—Porque no quiero que olvides lo diferentes que son nuestras circunstancias. Si tú mueres, y yo vivo, no me quedaría nada en este mundo. Tú eres toda mi vida —contestó—, nunca volvería a ser feliz. Y de ser el caso, preferiría estar muerto.
Evan estuvo a punto de objetar, pero Jaidan le puso un dedo en los labios.
—Es diferente para ti. No digo que tu vida sea más fácil que la mía. Pero, allá arriba, Él sabe que mereces continuar si es que esto se arregla. Yo, por el contrario, he cometido graves errores. Tengo el alma sucia, no soy digno de nada... —hizo una pausa—. Nadie me necesita de verdad —dijo, y no había autocompasión en su voz.
ESTÁS LEYENDO
APOCALIPSIA
ParanormalPara Evan y Jaidan el tiempo es un lujo inalcanzable. Algunos dirían que se juntaron en el momento equivocado y que el mundo es realmente injusto. Desafiando todas las leyes y profecías, la pareja, por sus propios medios de estadía y soledad i...