Capítulo 13

21.1K 55 6
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La luz que inundaba la habitación arrancó a Evan del profundo sueño, recordando al mismo tiempo la noche anterior, cuando ella y Jaidan se hicieron uno para la eternidad, aunque se sentía diferente y un poco dolorida, como si no hubiera hecho ejercicio en toda su vida. Pero se sentía feliz de voltear y ver a Jaidan recostado y descansando a su lado cubierto por una sábana delgada que ambos compartían para cubrir sus cuerpos desnudos.

Entonces, recostada sobre su pecho, por primera vez, tuvo la oportunidad de examinarlo bien. Su rostro parecía más joven, relajado. Sus labios, gruesos y perfilados, estaban ligeramente abiertos, y el pelo, limpio y brillante, alborotado.

Fascinada, Evan recordó todo lo mágico de la noche anterior en el jardín, lo que le hizo sonreír. Por un instante creyó que todo había sido producto de su imaginación, pero verle allí, precioso, dormido, como un niño pequeño, le aseguró que todo lo vivido fue tan real como un pellizco.

—Te amo —le susurró al oído y siguió contemplando su imagen—. Mientras pueda hacerlo, usaré mis ojos para dibujarte en mi mente, usaré mis labios, usaré mis manos y, luego, cuando ya no quede nada... seré eterna con tus recuerdos.

Los ojos de Jaidan se abrieron lentamente. Evan rio al verlo, ya que parecía confundido; después le sonrió.

—Buenos días —le dijo él desperezándose.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Evan.

Jaidan alargó su mano y le acomodó un mechón rebelde detrás de la oreja.

—Sin heridas —le contestó.

Evan frunció el entrecejo al no entender su respuesta.

—Es cuando el amor llega —repuso—, justo a tiempo. A veces parece un verdadero misterio, pero el verdadero amor, el que sí es correspondido, cura y te deja sin heridas. Sin ti yo hubiera sido una canción sin terminar.

Evan sintió un nudo en la garganta y quiso decirle algo, pero Jaidan le cubrió la boca con una mano, suavemente, para impedirle hablar, y durante un largo instante simplemente se miraron el uno al otro. Cuando el nudo se disipó, ella susurró:

—Aquí, ahora y por siempre...

—Hasta más allá de la muerte —continuó él.

—Te amaré perfecto e imperfecto... —siguió ella.

—Mi bello pecado —finalizó él.

Evan se acurrucó sobre su pecho y lanzó una mirada hacia la ventana para ver el cielo.

—¿Crees que, si tuviéramos la oportunidad de salir de la Tierra, nos salvaríamos? —le preguntó.

APOCALIPSIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora