La cama había perdido la comodidad que acostumbraba tener por las mañanas. Evan tenía el cuerpo adolorido sin explicación alguna. Sentía cada una de sus extremidades débiles a comparación de otros días y dolores punzantes en el vientre le impedían levantarse.
—«¿Serán mis últimos días?» —se preguntó—. «¿Es posible que no logre sobrevivir esta noche?».
Se sentó penosamente. Le dolían todas y cada una de las partes de su cuerpo en especial el vientre.
—Es inútil, he buscado por todos los rincones y ya no hay más analgésicos —dijo la voz seca de Jaidan—. Visitar la farmacia del hospital sería muy arriesgado. No quisiera dejarte sola.
Evan se volvió hacia Jaidan y supo que su gesto era preocupado.
—Lamento tener que preocuparte —la voz de Evan chirrió como papel de lija—. ¿Ya no quedan más píldoras?
Jaidan negó con la cabeza.
—Lo único que pude encontrar fue un libro de tisanas medicinales que solían usarse en épocas pasadas —dijo abriendo el libro casi en la mitad—, parece haber sido un ejemplar amado de algún herbolario.
Evan tosió.
—¿Crees que puedas encontrar las hierbas adecuadas en el bosque?
—Eso espero —contestó pasando las hojas—, parece ser muy útil, describe cada clase de hierba, sus propiedades, beneficios y trae fotografías que me ayudarán a dar con las adecuadas.
Un inesperado dolor agudo obligó a Evan a llevarse las manos al estómago. Lanzó un grito ahogado.
Jaidan la miró alarmado.
—¿Estás bien?
El dolor se desvanecía, pero Evan era consciente de una sensación acida en las paredes de la garganta y de un extraño aturdimiento.
—Náuseas.
—¿Eso es posible? No has comido nada en dos días —indicó Jaidan—. Probablemente los pepinillos te hicieron mal.
Evan se encogió de hombros.
—Intenta no hablarme de comida —se deslizó fuera de la cama y aterrizó en el suelo arqueando la espalda—. Quisiera salir un rato a caminar.
—Puedes acompañarme a buscar las hierbas para preparar la infusión. —Miró a Evan más de cerca—. Haré todo lo posible para aliviar tu dolor.
Evan asintió.
—¿Alguna planta en mente? —le preguntó.
—Por lo pronto, jengibre y cardamomo —respondió—, creo haberlos visto a pocos metros de acá.
Evan le miró, perpleja.
—¿No serán alguna clase de veneno?
Eso atrajo la atención de Jaidan, que lanzó una carcajada.
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APOCALIPSIA
ParanormalPara Evan y Jaidan el tiempo es un lujo inalcanzable. Algunos dirían que se juntaron en el momento equivocado y que el mundo es realmente injusto. Desafiando todas las leyes y profecías, la pareja, por sus propios medios de estadía y soledad i...