▪ Dia 2 ▪

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— Capítulo 7

No me he separado de Amanda, no recuerdo como llegue aquí, tampoco el pensamiento de él porque, estoy junto a ella. Quizás es el sentimiento de culpa de mí descuido en el campo de batalla. Sí. Quizás es eso.

Estaba sentada en el suelo con la espalda recostada en el soporte de la cama, e escuchado gente entrar, gente salir, gente quedarse y luego irse. Mientras que yo, me e quedado desde ayer aquí, esperando que despertará.

—¿Porque no despiertas?,¿Porque eres tan débil?,¿Porque cada persona que conozco siempre termina mal? — Cerré los ojos fuertemente, siempre me ocurre lo mismo — Abre los ojos...No me importa que eres o quien eres, ¡abre los ojos! No... No me lo perdonaría si... Si tu... Tu... —. Un nudo se formó en mi garganta, hace mucho tiempo no sentía está sensación de angustia.

Jale mis cabellos y escondí mi rostro entre mis delgadas piernas, ya no lo soportaba, necesitaba que ella despierte.

— Suté —La gruesa voz de Alexander llamo mi atención, aun así, no me digne a levantar siquiera la cabeza.

Mantuve silencio, el nudo en mi garganta no me dejaba hablar, y tampoco quería. Sentí el suelo temblar por cada paso que daba, llegó a mi lado y se sentó, Ladee la cabeza mirándolo con un solo ojo.

—Gracias por proteger a la manada —. Trato de tocarme, pero me aleje enseguida, no quería que él me tocará, no quería sentir ese extraño sentimiento de gusto cuando estoy en sus brazos.

— Es lo menos que podía hacer. — Suspire, trate de cambiar el tema de forma audaz. —Nos sabía que tenían espadas de Brillo Ultra Violeta — Recordé el tacto de aquellas espadas mirando mis manos, tan ligeras y fáciles de manejar.

— Nosotros no tenemos —. Levante la cabeza y lo mire extrañada.

— No juegues Conmigo Alexander. Cuando tome el par de espadas estas brillaban de forma descomunal ¿Cómo crees que decapite a la cabecera? — Rodé los ojos, ¿Cómo no conocía las armas que traían sus hombres?

— Suté, si te mentiría ya lo habría hecho, pero no tengo motivo para mentirte. Y créeme que no tenemos ese tipo de armas — Acabo diciendo, Suspiré con frustración y asentí lentamente.

Mantuvimos silencio, pero no era de esos silencios de los que te quieres escapar y salir de ahí, era cómodo y cálido, como si el supiera que no quería mantener contacto seguido con alguien.

Para mí, lo mejor era no compartir más de 20 palabras con otra persona, pero estando en esta manada se me hace complicado.

—Es.... —Llame su atención. —Mi culpa... Debí. Estar más atenta... Si tan solo...hubiera atacado con las manos— Cerré los ojos con fuerza, el frío invadió mi cuerpo y empecé a temblar, tense la mandíbula al sentir sus brazos rodearme.

Levante la mirada encontrándome con la suya, podía sentir su aliento chocar con mi rostro, en ese preciso momento todo pareció detenerse, mi corazón empezó a golpear con fuerza queriendo escapar de su encierro de piedra, mi rostro se tiñó de mil colores y Solté un jadeo de sorpresa.

—No es tu culpa— Su mano hizo un recorrido lento y paciente, paso de mis brazos a mis hombros, fue acariciando mis cabellos hasta por último acabar en mi mejilla, acarició la misma y quito una lágrima rebelde que había logrado huir de mí ojo.

Mantenía mi mirada en la suya, no quería que la quitará de ahí, trague en seco al ver como su rostro se acercaba al mío, nuestras respiraciones se habían mezclado y sólo faltaban centímetros para que nuestros labios chocarán.

Ninguno de los dos había cerrado los ojos, ninguno rompía el contacto visual.

Este es un sentimiento nuevo, un sentimiento que no me agrada para nada, en mi vientre se alojaban mil Mariposas que volaban de un lado a otro, mi rostro debe parecer un tomate y mi respiración es irregular, mi corazón parece querer escapar de mí pecho y huir sin dejar rastro.

- ALEXANDER -

No quise cerrar los ojos, estaba acariciando su mejilla con delicadeza, me acerqué a ella hasta poder sentir su frío aliento chocar contra mi rostro.

Sus hermosos ojos azules se mantenían abiertos expectantes a mis acciones, se nota que no a dado su primer beso y me siento orgulloso de ser el primero, porque a esta altura no la dejaré ir sin un beso.

Su rostro está muy sonrojado, no sabe controlar su pulso ante mis acciones, puedo escuchar su corazón bombear con fuerza y su piel está erizada ante mi tacto.

— No hare nada que no quieras—Susurre encima de sus labios, ella soltó un jadeo al tenerme tan cerca, tome su silencio como un acceso a sus labios. Posé mis labios encima de los suyos, puse una de mis manos en su nuca acercándola a mi sin lastimarla, cerré los ojos disfrutando lo suave que eran sus labios.

Entre abrí los ojos para poder apreciar su rostro, había cerrado los ojos e iba levantando las manos hasta que quedaron en mis mejillas, Ladeo un poco la cabeza correspondiendo mi beso.

Me sorprendí bastante y una felicidad tremenda me inundó, cerré los ojos y moví de apoco los labios creando un baile entre nuestros los mismos, que encajaban a la perfección.

La diosa luna creo a esta Cazadora a mi medida. Para que la amara, para que le enseñará el amor. Nos fuimos separando de apoco, fui abriendo los ojos de manera lenta, pero ella aún los mantenía cerrados.

—Suté... — Murmure su nombre, ella por su parte de apoco fue abriendo los ojos, sus hermosos ojos azules, su mirada choca con la mía, sus ojos tenían un brillo especial con un sentimiento que trataba de ocultar—¿Fue tu primer beso? —. Ella asintió tímidamente, junte nuestras frentes sin dejarnos de mirar. —Quiero saber más de ti.... Quiero conocer a la chica que está detrás de la coraza de piedra. Quiero conocerte, quiero que en cada uno de tus pensamientos este yo ahí, quiero ser dueño de tus sentimientos— No dijo nada, se quedó en la misma posición manteniendo su mirada en la mía.

 Quiero conocerte, quiero que en cada uno de tus pensamientos este yo ahí, quiero ser dueño de tus sentimientos— No dijo nada, se quedó en la misma posición manteniendo su mirada en la mía

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Capítulo Dedicado a;
GabyBeatriz924
YariesMejiasBernard

Cazadora | Bajo la Luna. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora