Cazadora | Bajo la Luna.

▪ Verdad ▪

    — Capitulo 15

— Dos meses.

—¡¿Que? ni hablar?!

— Entonces uno, no estoy dispuesta a menos— Bufo molesto y termino por cruzarse de brazos rojo de la rabia.

— Okey...

Apenas dijo eso tome una mochila y ahí guarde ropa suficiente como para un mes. Claro también coloque mis utensilios de limpieza y mis flores para mis baños de tina. Si, baños de tina. Con todo esto del nuevo mundo que se me abrió gracias a la llegada de Alexander descubrí lo maravilloso que es estar bajo el débil manto de agua con esencia a flores.

Es lo mejor.

Coloque por ultimo una ropa rasgada, para mi entrenamiento diario. Estaba tan acostumbrada al entrenamiento hasta desfallecer que mi cuerpo está algo fatigoso por no entregarle unos cuantos kilómetros que recorrer o algo que levantar. Si, tenía que entrar.

Mire el libro, dudosa si de meterlo a la mochila o no, pero termine por dejarlo afuera para poder verlo con el hechicero y luego seguir investigándolo yo sola.

( . . . )

David estaba bajo el hechizo del hechicero, su mirada estaba perdida y sin brillo, lo iban a interrogar y necesitaban que el fuera sincero. Eso significaba la verdad absoluta, y para asegurarse de que solo diga la verdad le lanzaron un hechizo que solo el mismo hechicero lo podría deshacer; otra opción para quitar el hechizo, es la misma muerte.

— ¿Cuál es tu nombre completo?

— David Etherias Evans — Algo en mí se heló al escuchar su nombre completo, como si un rompecabezas en mi mente tratara de formarse a la fuerza creando múltiples escenarios donde algo terminaba mal, MUY mal.

Evans...

Evans.

EVANS.

—¿Como conociste a Suté Evans? — El hechicero me dio una rápida mirada, seguramente viendo mi reacción. La mano de Alex se posa sobre la mía brindándome un calor reconfortante.

— Su madre fue mi mujer por varios años... — Hizo una pausa, como si quisiera resistirse al hechizo y no a seguir hablando— Ella fue nuestra primera hija.

Basta...

— ¿Dónde está la madre de Suté?

— Bajo tierra... En el monte de las hadas de fuego... Enterrada en la cima y viviendo como un sauce. Muerta.

— ¿Quien la mato?

El ambiente se empezó a tensar — Yo.

No quiero escuchar más...

Algo en mí se quebró, pero no mostré sentimiento alguno, mostré aquella parte de mí que siempre odie, esa parte que no siente nada y no le importa cuánto daño se haga sobre el sí puede devolverlo de una forma peor. — ¿Por qué?

— Porque me mintió... Después del nacimiento de mi hija me di cuenta que el parto no había sido normal... Algo no iba bien... Un sacerdote bendijo mi arma y con esencia de rosa se pudrió en el monte al cual la lleve... Y luego floreció como un hermoso árbol...

— ¿Qué hiciste con Suté luego de asesinar a su madre?

¡Ya basta!

La mirada perdida de David me busco — Yo... La mate... La ahogue con mis manos hasta que deje de escuchar su llanto... Sabiendo que no escucharía más sus dulces carcajadas o sus penetrantes miradas... Que nunca la escucharía decir papá o que sus brazos se estiraran hacia mi cuanto quiera estar entre los brazos de alguien... Pero...