— Capítulo 9
La luna llena, oscura y hostil, alumbraba mi sombrío cuarto con su tenue luz, los muebles hechos pedazos estaban por doquier y mi armario o lo que queda de él estaba en la puerta como barrera.
Había escuchado a Alexander llamarme y tratar de abrir la puerta varias veces, pero por más que me gritara no respondía.
Mi pequeño cuerpo temblaba de frio y lágrimas secas se diferenciaban en mi rostro, mi labio inferior temblaba y mi mandíbula estaba tensa.
En la esquina de mí cuarto, ahí estaba, en posición fetal buscando calor, pero mis brazos son fríos, fríos y delgados, y sin ningún rastro de calor.
Mi vista se alzó, admiré el cuarto destruido, mi cama estaba dada vuelta y mis sábanas rotas, reí amargadamente.
En el techo distinto un pedazo escarbado, con lentitud me levanto, mis piernas apenas responden por lo entumidas que están. Con una de las maderas rotas golpee el techo logrando romperlo, un libro de aspecto viejo y desgastado cayó frente a mis pies.
Me siento en el piso lanzando el palo de madera por la ventana, tomó el libro entre mis manos acariciando su portada con delicadeza mientras que mis yemas degustan la áspera textura del libro.
Al abrir el libro la imagen de una mujer joven llamo mi atención, su cabello albino caía en cascada y estaba enredado en un gran árbol que estaba detrás de ella, sus ojos eran negros, podía ver la noche estrellada en ellos, su cuerpo adornado por un perfecto vestido blanco que llegaba al suelo. Su piel se veía suave, muy suave y pálida. Debajo de aquella imagen echa a mano decía "DIOSA LUNA" con tinta dorada.
Pase la hoja con delicadeza, en blanco, pase hoja por hoja admirando un contenido en blanco, en la última hoja había una perfecta firma que puedo asegurar que es de una Bruja blanca.
Mire a mi alrededor, toque mi cabello, igual al de la diosa luna, pero mis ojos, son como cielo, no tienen nada de parecido.
Cerré el libro con delicadeza, gatee unos cuantos centímetros hasta llegar a un punto exacto del piso, una vez ahí abro el piso depositando el libro con delicadeza, cierro el piso y me devuelvo a mi oscura esquina.
( . . . )
El sol empezó a quemar mis ojos, quite la mirada de la ventana sin darme cuenta que ya había amanecido avisando que el quinto día había llegado.
Me levanto de mí esquina caminando por el cuatro logrando admirar el vidrio de él foco en el suelo, quizás podría empezar con las mismas torturas antiguas para reprimir mis errores.
¿Tanto tiempo había pasado sin un castigo? ¿Porque necesitaba uno?, preguntas divagaban con libertad en mi mente, mi mirada no se desviada de los vidrios rotos.
El dolor ya se había hecho parte de mi vida diaria, mínimo 5 castigos a la semana, por cualquier estupidez, yo creo que, si respirar oxígeno fuera un "pecado", como le decían ellos, también tendría como sanción un castigo.
Fui levantando el vidrio más grande, presione mi yema en una punta con filo, la sangre brotó enseguida, mire como la única gota de sangre recorría la palma de mí mano hasta caer en el suelo. La tentación de seguir así invadió mi mano, necesitaba el castigo, pero algo en mi decía que no era necesario.
A mitad de la guerra en mi cabeza lance el vidrio contra la muralla, mis manos jalaron mi cabello con furia y ahogue un grito apretando la mandíbula.
—Suté.... ¿Cómo estás? —. La voz del otro lado calmo todos mis músculos, me acerque al armario que tenía como barrera y apoye mi oído ahí— Sé que no quieres hablar conmigo... Lo entiendo, fue horrible lo que pasó ayer.... — Mis uñas se empezaban a incrustar en la madera con furia, recordar la escenita que se formó ayer causaba que todo mi interior ardiera en las llamas del odio—Pero, Por favor Perdóname.... Yo sin ti no soy nada... Te amo demasiado como para dejarte ir. No quiero que te dañen... Eres mía — Hizo énfasis en "Mía", me desagrado la idea de tener un perro sobreprotector detrás mío siempre, pero a la vez me agradaba.
Medite un segundo sus palabras, Suspire derrotada, si el viejo anciano me viera, De seguro ya estoy decapitada en la sala principal. Quite el armario empujando hasta el piso, lo muevo con dificultad hasta la muralla dónde lo abandonó completamente.
Camino hacia puerta temerosa, la sombra de sus pies se logra ver abajo de la puerta, sé que me está esperando, sé que está esperando a que abra está jodida puerta que divide nuestro espacio, pero no estoy convencida. Vacilante tocó la perilla de la puerta, no sé si sea correcto abrirla, eso sería darle alas a este perro sarnoso, él no tiene oportunidad conmigo, somos de mundos muy diferentes, nos criaron para ser enemigos, y mírennos, tenemos un vínculo más fuerte que el amor mismo.
Sentía mis manos quemar, frío y calor, dos decisiones en cada una, primero estaba calor, fuego, deseo, abrir la puerta esperando lo inesperado, segundo, frío, hielo, penumbra, alejarme de la puerta dando a entender que no quería nada con el ahora y quedarme en una tediosa soledad. Ambas opciones me atraían, es cierto que la soledad se describe como algo horrible que nadie debería pasar, pero son momentos únicos en los que tienes soledad en los que puedes asimilar tu vida, tus pensamientos, incluso detalle las personas que te rodean. Pero en exceso no es bueno, yo he vivido en soledad tantos años que con la poca estadía que he tenido en esta manada me hace dudar de volver a mi acogedora soledad.
Retire la mano de la perilla apoyando mi cabeza en la puerta cerrando los ojos, quería sentir su amor a pesar de que una barrera nos separe, necesitaba saber si era verdad todos aquellos "te amo" "eres mía", en verdad necesitaba algo... Algo de calor.
— Confía en mi —. Tantas personas me han dicho eso, todas terminan traicionándome justo como mi amiga que resultó ser una maldita chupa sangre, trague con dificultar— Se lo que piensas... No te traicionare. Nuestros pasados entrenados para ser odiados quedaron atrás Suté... Ambos tenemos que vivir el futuro viendo hacia adelante... Confía en mi—A pesar de no estar viéndolo puedo sentir la sinceridad de sus palabras.
Aquellas palabras, que días atrás para mí no hubieran tenido sentido, tocaron lo más profundo de mi corazón de roca haciéndolo temblar.
Mi corazón empezó a saltar, quería salir de mi pecho, mi vientre empezó con ese cosquilleo extraño que tanto odiaba, mis nervios se disparaban por todo mi cuerpo y por fin tome la decisión.
Mi mano giro la perilla con velocidad, la puerta cedió ante mi movimiento abriéndose se manera brusca, ahí estaba el, sorprendido, esperaba todo menos que le abriera.
Sin dejarlo hablar lo abrace escondiendo mi rostro en su pecho, mi pequeño cuerpo se acopla a la perfección con el de él, deje de temblar y el frío que antes sentía se había esfumado con su tacto.
Este hombre.... Este hombre causa maravillas en mi cuerpo, maravillas que me dan miedo, alegría, confusión, y lo más importante. Maravillas que odiaba sentir en todos los sentidos.
Holis!
Espero que les aya gustado.Imagen del libro que describía a la diosa luna;
Capítulo Dedicado a;
iris_alduma
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Cazadora | Bajo la Luna.
Hombres LoboDesde que tengo uso de memoria asesino seres que amenazan la raza humana. Desde que por primera vez tome un arma, ninguna de mis presas sale con vida. Desde que probé el amargo sabor de estar muerta no les doy el privilegio a alguien más de dañarse...