Capítulo 8

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Bajaron, se acomodaron para cenar, poder dormir y descansar de una vez por todas. Todos empezaron a comer, menos Nariel.

Olein: ¿Todo bien? -preguntó por lo bajo, cortando el silencio en la mesa.

Nariel sonrió y asintió, Olein le hizo un gesto y apuntó el plato con la cabeza para que empezara a comer. Agarró la cuchara, con dificultad la llenó de sopa y la llevó a la boca: un intento fallido, se le calló la cuchara sobre el plato haciendo que salpique un poco y se quedó mirando su enchastre.

Luini: ¿Qué pasa, cariño?

Levantó la mirada y sonrió gentilmente.

Nariel: Nada madre, es solo que no tengo hambre -mintió para no ser descubierta-. ¿Crees que podría retirarme ya?. Tengo un poco de sueño.

Luini miró a Romtel buscando una afirmación o una negación, pero con la mirada que le lanzó le demostró que le daba igual, por lo que decidió ella sola.

Luini: Puedes.

Le sonrió por última vez en la noche y con un poco de dificultad disimulada se levantó con dirección a su habitación.

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Olein, Tembar y Esmy no se quedaron muy convencidos con la disculpa de Nariel para retirarse, así que el mayor fue a averiguar.

«¿Nariel sin hambre? y yo sé leer la mente, si no sabe mentir que no mienta» -pensó Olein-.

Agarró un pan y se levantó sin pedir permiso.

Olein: Buen provecho -dio un paso al frente.

Luini: ¿También vas a dormir? -preguntó mirando lo que llevaba, luego a la cara fijamente.

Olein: Sí claro- tardó en contestar, miró el ácimo que cargaba y volvió a confirmar-. Voy a dormir.

Se fue directo a la habitación de Nariel. Dio dos golpes rápidos en la puerta y entró sin que le permitiera pasar. Vio a Nariel caminando de un lado a otro mientras se apretaba la panza y hacía gestos de sufrimiento.

Olein: Nana, aprende a mentir mejor, te enseño si quieres, pero ya no lo hagas de la forma tan espantosa como la de recién -le extendió el pan con una sonrisa.

Nariel lo agarró muy emocionada y se lo llevó a la boca quedando a mitad de camino. Olein se la quedo mirando extrañado, no la entendía, porque si sentía hambre simplemente tenía que comer, desde un principio nunca debió abandonar el comedor.

Nariel: No puedo más, me duele todo el cuerpo, por eso no comí nada -fue a sentarse en la cama depositando el pan sobre la mesa de noche.

Olein: Oh, ya veo. No estás acostumbrada a esto, te exigiste mucho hoy -se sentó a su lado.

Nariel: Tal vez un poco -le restó importancia a la vez que se recostaba.

Olein: Lo más probable es que mañana no puedas entrenar...

Nariel: Sí voy a poder -se apresuró a contestar-. El dolor muscular se va con... Ejercicio -dijo no muy convincente.

Olein: ¿De dónde sacaste eso? -preguntó divertido.

Nariel: Escuché a un soldado decirlo y supongo que no hay mucha diferencia entre un soldado y yo, así que lo repito.

Olein: Pues no, ya no hay mucha diferencia, pero de todos modos suena poco lógico -guardaron silencio-. ¿Cómo piensas comer?

Nariel: No puedo -contestó simplemente.

Olein: Se me ocurre una cosa.

[...]

«Valiente Y Audaz»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora