Capítulo 30

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Olein: ¡¿Qué haces aquí?! -preguntó sobresaltado mirándola con los ojos extremadamente abiertos.

Nariel: Estoy en mi casa -se frunció de hombros hacercándose con serenidad.

Lúthien: Lo que quiere decir es que nos asustaste; y que hace cinco minutos estabas durmiendo -hizo lugar entre ella y Olein para que la princesita se sentara.

Nariel aceptó gustosa de lograr distancia entre ellos dos, tanto así que incluso subió los pies al asiento y rodeó sus piernas flexionadas con los brazos, repensando si de verdad esperaba a Lúthien con los brazos abiertos.

Olein: Sí, y con Eimich -hizo un baile con las cejas, lanzando insinuaciones.

Nariel: Ya sé. Pero solo dormía -lo miró con pura lógica.

Olein: ¿Y nada más? ¿No te prometió el mundo envuelto para regalo esta vez?

Nana sonrió quedándose a medio camino de completar el gesto al recordar todo lo que el soldado le había dicho, que era mucho para ella pero no lo era todo para él.

Nariel: ¿Puedes creer que naufraga en mi mares? -al acabar de decirlo pestañeó rápidamente haciendo saber a que se refería con "sus mares"-. Fue casi divertido escuchar eso -soltó un bufido irónico volviendo a la seriedad.

Olein: ¿Náufrago? ¿En serio? -intercambió miradas con la doncella-. Lúthien, ¿tú lo ves coherente? -dudó gesticulando exageradamente.

Lúthien: Pues si tomamos en cuenta estos preciosos mares profundos -al decirlo tomó a la princesa por las mejillas estrujándole la cara provocando que formara un puchero con los labios-, entonces sí, yo naufrago en tus aguas cristalinas -carcajeó liberándola.

Olein: Y..., por las dudas, sólo por saber así como quien no quiere la cosa -miró al suelo a la vez que frunció el ceño levemente mientras que se repantigaba en su lugar y se cruzaba de brazos gesticulando exageradamente con la cabeza-, ¿no sientes nada por el pelirrojo? -preguntó interesado, acabando con la mirada fija sobre ella.

Nariel: Pelirrojo -lanzó una risita-, ¿su madre o su padre es pelirrojo? -preguntó a ambos mirando al muchacho.

Olein: No lo sé, creo que los dos -se frunció de hombros al culminar.

Nariel: ¿Crees que tiene mechones castaños? Muy poquitos, muy finitos y muy claritos, pero los tiene..., ojalá que no se le vaya tornando castaño -giró la cabeza y apoyó la mejilla en sus rodillas-, me gusta como le queda su color caoba natural...

Olein: Y mira que le prestas atención ¿eh? -dijo divertido, mirándola desde arriba con media sonrisa y una ceja alzada.

Nariel: No..., es cierto -dijo un poco ruborizada.

Lúthien: Deja de molestarla -la defendió sonriente.

Nariel: Tú me haces lo mismo -la acusó apenas levantando la cabeza para poder mirarla, y después recostó el mentón sobre sus rodillas.

Lúthien: Bueno ya, hablando enserio -se sumó a la curiosidad de Olein-, ¿no sientes alguito por él, aunque sea por pena?

Nariel: Siendo sincera... no, mucho tiempo lo estuve meditando y no..., o no sé -susurró-. Él me agrada mucho y eso, pero su simpatía no llega a tanto, yo no quiero... -suspiró sin saber mediante cual palabras expresarse- No quiero quererlo, ¿entienden? -preguntó sin mirarlos.

Lúthien: No mucho...

Olein: Sí -dijo por lo bajo, tratando de evitar la mirada de doncella más curiosa que antes-. Te comprendo..., bastante -se quedó en silencio reflexionando la charla-. Entonces, ¿que no quieras quererlo significa que sí lo quieres? Porque para no querer quererlo tuviste que haberlo querido, o sentirte atraída, o que te gustara o que te pareciera lindo...

«Valiente Y Audaz»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora