Capítulo 9

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Nariel: Ya estoy lista.

Luini: ¿Qué tienes en el cabello?

Nariel: Aaah... mi cabello -levantó un mechón y se lo miró indecisa.

Luini: Rápido ven aquí, vamos a arreglar eso -movió la silla del escritorio para que se sentara.

Nariel: Vas, a hacerme uno de esos peinados... que tanto me gustan, ¿verdad? -expresó algo de tristeza, angustia y terribles ganas de llorar.

Luini: Sí... si quieres te lo desarmas luego, pero no puedes presentarte así.

Nariel: Está bien, hazlo -se sentó.

Luini empezó con el peinado y en unos minutos ya estaba terminado.

Luini: Ya está, vamos o llegaremos muy tarde.

Nariel se levantó y se fueron a la sala del trono. Se sentía triste y sola, pero en el fondo estaba emocionado, iba a conocer a un enano, ¡por primera vez en su vida vería a un enano!

Nariel: ¿Cómo se llaman? -cureoseó un poco.

Luini: Threin y Thorin -contestó con la mirada al frente.

Nariel: Prometo dar lo mejor de mí madre, ésta vez todo saldrá bien.

Luini: Esa es mi princesa, apresura el paso que ya llegamos tarde.

Fueron entonces más rápido y llegaron a la sala del trono. Antes de que se abra la puerta Nariel puso los hombros rectos y respiró profundo para prepararse a comportarse como una dama otra vez.

Las puertas se abrieron dejándola entrar con pasos medidos y elegantes. Llegaron ante ellos, hizo reverencias ante los nobles y Romtel llevó a cabo la presentación formal.

Romtel: Ella es... mi hija, Nariel -la señaló con elegancia.

Nariel presenta una media sonrisa amistosa y simpática.

Threin: Un gusto princesa -le hizo una reverencia con la cabeza.

Nariel: Puedo decir lo mismo -respondió de la misma manera.

Thorin simplemente respondió a la sonrisa de Nariel con amabilidad. Empezó la ''reunión'' entre el rey y el representante de Erebor, Threin. Nariel desde el principio se sintió muy aburrida, odiaba los temas de política y bienes del reino, agradecía no tener que ser la siguiente reina para tratar esos temas en los que se dormía y se distraía cada dos segundos con cada mosca que pasaba volando por ahí.

Le hizo un disimulado gesto a su madre, quien se lo comunicó al rey que decidió dejarla ir. Luini hizo un pestañeo lento, gesto que confirmaba la petición de Nariel quien muy contenta se levantó y luego de una disculpa seguida de otra reverencia fue directo a su habitación.

Llegó, rápidamente volvió a cambiarse por unos cómodos leggins y una bonita túnica con sus botas tan amadas.

Nariel: Un momento ¿desde cuándo me gusta tanto esta ropa? -recapacitó sus pensamientos-. Hasta hace unas horas era incómoda en lo absoluto -frunció el ceño dejando la manga de los leggins a medio camino-. Lo importante es que ya me acostumbré -se dijo a sí misma en forma de consuelo y terminó de vestirse.

Escondida salió de la habitación y se fue directo al campo de entrenamiento aprovechando la ausencia del general y de muchos de los soldados para seguir practicando, ganar el trato y poder ir a cazar orcos por fin.

«Ahora empiezo con... Espada»

Se fue a la sección donde practicaban los soldados con la espada, aunque ahora Olein no estaba con ella. Tomó la espada y la levantó de una sola vez, como si sus músculos ya se estuvieran acostumbrado al peso de la misma.

«Valiente Y Audaz»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora