Capítulo 29

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Sin vergüenza alguna por tener el puesto que tiene, Thranduil empezó una plática con la princesa.

Thranduil: ¿A qué se referían sus hermanos?

Nariel: Por favor, no me trate de usted.

Thranduil: Como quieras.

Nariel: Es que soy... sí,  muy celosa de sus compañías, ellos siempre están conmigo nomás, sé que suena mal... -soltó el aire que contuvo tratando de encontrar las palabras adecuadas-, humm, no sé si me entiende.

Thranduil: Un poco -guardó silencio cuando la princesa giró como indicaba debía hacerse en ese momento de la danza-. ¿Y el mayor, Olein? -siguió inquiriendo.

Nariel: Él es un caso especial, podríamos decir que dejé que estuviera con mi dama de compañía, la chica que bajó conmigo -explicó-, por motivos que supuestamente son naturales. Yo los considero un desorden mental.

Thranduil: ¿Desorden mental?

Nariel: Es que ellos se aman -lo mira asqueada, tratando de que él la comprendiera-. Se aman de amar -dijo casi en susurros, como si fuera tabú el amor.

El rey solamente sonrió divertido, sonrió de verdad por primera vez en la noche.

Thranduil: ¿Por qué lo consideras un..., desorden mental?

Nariel: Es que me parece algo totalmente desagradable, es más, hace unos años prometí que haría todo lo posible por no enamorarme.

Thranduil: ¿Y por qué no?

Nariel: Creo que el amor te lleva a hacer cosas indeseadas -dijo con la mirada perdida pensando en su propia existencia, ¿el fruto del amor de sus padres? Seguro que no.

Thranduil: ¿Como qué dices tú? -averiguó cómo funcionaba la cabeza de la princesa, él sabía que amar no era un desorden mental, sino todo lo contrario, poder amar era la cosa más maravillosa que podría sentirse, siempre dejando a un lado el dolor que en ocasiones provocaba.

Nariel: ¿Como qué? -dudó cual sería su respuesta-. Bueno..., realmente no lo sé, nunca estuve enamorada y ni siquiera me hago a la idea de cuáles serían esas cosas. Pero creo que algo como..., no sé, cualquier estupidez -dijo volviendo su atención al rey, sin saberle responder su pregunta.

Thranduil: ¿Saltar de un balcón? -opinó recordando sus propias experiencias, de verdad quería entender la forma en la que ella pensaba, le provocaba cierta curiosidad que pretendía marchitar.

Nariel: Arriesgar la vida -le siguió la sugerencia con gesto de duda todavía.

Thranduil: Aprender a mentir -continuó mirándola a los ojos.

Nariel: Sí -arqueó los labios redondeando la idea-. Eso y un montón de otras cosas parecidas.

Thranduil: ¿Y no las harías? 

Nariel: Confieso que claramente algún día me voy a terminar enamorando..., probablemente, pero no podría llegar a hacer eso, por mis convicciones -se frunció de hombros desganada de querer saber si realmente saltaría de un balcón en el futuro.

Thranduil: Entiendo. Cambiando de tema, ¿qué clase de vestimenta era la  de hoy por la mañana? -sus preguntas dejaban de ser discretas e iban tomando cada vez más confianza, o al menos no daba tantos rodeos y pasaba a ser directo.

Nariel: Aaah, lo de esta mañana -rodó los ojos lentamente acabado con la mirada en otra pareja-. Bueno, es que es incómodo entrenar con vestido -confesó volviendo la mirada al rey.

Thranduil: ¿Entrenas? -cuestionó interesado en esa disciplina.

Nariel: Todos los días hace 600 años -informó.

«Valiente Y Audaz»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora