Capítulo 17

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Tembar: A mí, todo esto solo me lleva a la conclusión de que Nariel nunca debió haber nacido -se ganó la confusa mirada de todos sin entender ese atroz comentario y antes de continuar se enderezó-. Sé que eso parece extraño, soy su hermano y la amo, y porque la amo demasiado es que digo eso, ella no se merece tan poca cosa como esta.

Olein: Mejor vamos al campo de entrenamiento -se levantó-. Nariel debe estar esperando y dijimos que iríamos rápido.

Olein en el fondo tenía el presentimiento y el miedo de que Tembar tuviera razón, ¿pero cómo aceptarlo?, eso era imposible, el sólo hecho de imaginar que ella le falte tan solo un día de su vida lo destrozaba por dentro.

Tras algunos segundos recapacitando los comentarios dichos anteriormente todos se levantaron y fueron donde Nariel que los esperaba ansiosa.

Ella ya quería saber si la dejarían participar en eso del rescate de la princesa, estaba muy contenta e impaciente.

«Ojalá que me dejen, esto se ve muy divertido, además pondría mis habilidades a prueba» -pensó Nariel jugueteando con sus dedos-.

Orías: Tengo que decirle una cosa más sobre esto.

Seguían caminando a la par mientras Orías dirigía y daba algunas indicaciones sobre diversos asuntos, supervisándolos a todos para que saliera a la perfecta perfección.

Nariel: ¿Qué?

Orías: No todos los soldados participan, el bosque no es tan grande.

Nariel: ¿Cómo que no?

Orías: Esto se hace una vez al año, un día después de su cumpleaños...

Nariel: Pero los muchachos siempre estuvieron conmigo el día después de mi cumpleaños.

Orías: Desde que cumplió mil años -explicó brevemente-. Como le decía, se elige un capitán, cada capitán elige catorce soldados para su tropa, por eso había veces en que los tres participaban, a veces ninguna, a veces uno si y otro no, todo depende del capitán del equipo ¿entiende?

Nariel: Entonces no solo necesito el permiso de mis hermanos.

Orías: Exacto, depende del equipo, el capitán debe elegirla.

Nariel: Ya entendí.

Finalmente se acercaron hasta el grupo de quienes hacían las flechas por cuarta vez, el cual estaba dividido en subgrupos, uno que colocaba el algodón en una punta y otro que ponía las plumas en el otro extremo.

Nariel se detuvo observando a Eimich sentado en el suelo al igual que todos, preparando el extremo de las flechas que luego sería coloreado. Orías se había percatado de la ausencia de la fémina apenas dar unos pasos sin ella, vio lo que sucedía cuando volteó, trató de reprimir una sonrisa presionando sus labios y sin interrupciones siguió caminando.

Eimich acababa de atar una piola sobre la tela que envolvía el algodón para que quedara sujeta a la varilla cuando notó la permanente mirada sobre él. Levantó la vista intrigado, encontrándose a la princesa, dejando a un lado su labor al sostenerle la mirada y contestar su gesto.

Nariel sonrió cuando el soldado la miró y agitando la mano a modo de saludo durante unos segundos se acercó a él. Eimich siguió con lo suyo sabiendo que se iba hacia él. Ella se puso de cuclillas a su lado mirando lo que hacía. Él en ningún momento volvió a mirarla, concentrado en la nueva flecha que preparaba.

Nariel: Hace mucho calor hoy -fue lo primero que dijo al ver una gota de sudor resbalar por la mejilla del muchacho.

Tomó la manga de su túnica en la mano y con ella secó la mejilla y la frente de Eimich, acabado eso él la miró sorprendido por lo que había hecho y desencajado sabiendo que esos comportamiento en ella no eran usuales, no con él al menos, entonces creyó que lo que había entre ellos no se quedaría en la nada.

«Valiente Y Audaz»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora